miércoles, 10 de octubre de 2007

Parasha Noaj

BENDICE NUESTROS ACTOS
Por. Rab Amram Anidjar

Si nos ponemos a reflexionar sobre el arca de Noaj, nos preguntaremos si eso fue un milagro o verdaderamente fue algo natural. Es decir, el tamaño del arca como tal, ¿era acaso lo suficientemente grande como para que cupieran todos los animales o el hecho de meterlos allá adentro a todos y que todos cupiesen, ya era algo sobrenatural?

Si decimos que fue un milagro, entonces por qué Dios le dijo a Noaj que se molestara en construir un barco de 150 metros, que para esos tiempos era como construir un Titanic hoy en día. Mejor que le hubiese dicho construye un barco de 50 metros, de todas maneras ya que le iba a hacer el milagro, entonces que el mismo fuese completo.

Y si decimos que fue algo natural, analicemos. Dios le ordenó a Noaj traer al arca siete parejas de los animales puros y dos parejas de los impuros. Si nos ponemos a analizar en un arca de 150 metros por 25 metros, todos los animales juntos en el mismo piso, no pueden caber. ¿Entonces fue milagro o no fue?

Y así también con los alimentos para estos animales. ¿Acaso él tenía espacio dentro del arca para almacenar lo suficiente como para un año, y no solo eso sino que se conservaran frescos permanentemente? Y si era un milagro, entonces para qué le dijo que meta comida al Arca, mejor que le hiciera el milagro completo.

Otra de las preguntas es, acaso Noaj fue a buscar a los animales y los metió al arca, o estos vinieron por su cuenta y entraron al arca, milagrosamente. Por un lado tenemos un pasuk en la Torá que dice “Mi Kol Hajai… Shenayim Mikol Tavi El Hatebá – De todo los animales… dos de cada especie traerás al arca”. Y por otro lado vemos que está escrito que dos de cada especie vinieron al arca de Noaj. Si es que iba a ocurrir un milagro, ¿por qué traer los animales al arca? y si es que no iba a ocurrir ¿acaso podemos decir que Noaj llegó hasta Australia y se trajo al canguro, fue hasta Alaska a traerse un oso polar y viajó a África a traerse todas las especies de monos? Lógicamente que no fue así. ¿Y qué fue lo que realmente pasó?

La respuesta viene dada según lo que está escrito en el tratado de Berajot ( ), sobre una discusión que había entre Rabí Shimon Bar Yojai y Rabí Yishmael, acerca de si la persona tiene que esperar de brazos cruzados por la ayuda de Dios o la persona debe moverse y hacer un esfuerzo. Por ejemplo, Rabí Shimon Bar Yojai dijo en el tema de la Parnasá (manutención) que la persona debe de sentarse a estudiar Torá y que no se preocupe. Sin embargo, Rabí Yishmael opina que la persona debe de trabajar. Y esta diferencia de opiniones se relaciona también con el caso de un enfermo, si debe ir al médico o esperar a que Dios le cure. Y de igual manera en una guerra, si los soldados se deben sentar a estudiar Torá y leer Tehilim o realmente deben salir a pelear por su causa.

La conclusión de esta discusión, según todos nuestros sabios, es que se debe combinar ambas cosas. Hacer un pequeño esfuerzo con nuestras manos, pero con mucha fe. Y entonces será cuando veremos la bendición de Dios en las diferentes actividades que vayamos a realizar.

Así ocurrió exactamente con Noaj. Dios le ordenó hacer todo lo que estaba dentro de sus posibilidades, un arca de 150 metros por 25 metros, y del resto El, directamente, se encargaría para que cupiesen todos los animales en el arca.

Igual ocurrió con los alimentos. Noaj recogió lo que pudo y Dios se encargó del resto, haciendo que con pocos alimentos se saciaban los animales durante todo un año.

Con los animales sucedió también que Noaj metió al arca los que pudo y el resto vinieron hacia él milagrosamente.

Por eso está escrito “Ten Berajá BeMaasé Yadenu – Bendice nuestros actos”. Primeramente hay que realizar actos, para que éstos sean luego bendecidos.

La enseñanza del arca de Noaj, la debemos de aplicar para nuestra vida cotidiana. No podemos rendirnos ante este gran reto. Empieza sirviendo a Dios y justo cuando sientas que se te acaban las fuerzas, no te preocupes, ahí está la fuerza de Dios ayudándote a seguir adelante.

Tal y como ocurrió con la construcción del Santuario, Benei-Israel tenían que hacer todo lo que abarcaban sus posibilidades, y en aquello que no pudieron hacer Dios los ayudó. En la Menorá ocurrió un milagro porque Moshé Rabenu no sabía como hacerla, hasta que esta se hizo por sí sola. O como las piedras preciosas que no pudieron encontrar, y tuvieron que venir las nubes a traerlas para completar el pectoral del Cohen Gadol. Y también ocurrió cuando estaban tratando de cargar el arca, y no lo lograban por lo pesada que estaba, y de repente se invirtieron los papeles, el arca cargaba a sus cargadores. Pero todo esto ocurrió, una vez que hicieron su esfuerzo en realizar lo que querían, y no antes.

Así ocurre con una persona que viene a cargar la Torá en sus hombros, que viene a construir su santuario, que viene a construir su arca para salvarse del gran diluvio que se vive en las calles. Primero deberá hacer un esfuerzo, empezar con algo, y esa persona verá como Dios lo ayuda. Nunca pensemos que ese algo es muy pesado, que es imposible. Prohibido rendirse sin empezar. Debemos de saber que la meta no es hacer todo, sino hacer. Debemos de animarnos siempre a hacer y veremos como siempre Dios nos abrirá sus puertas y nos bendecirá con bien.

Este fue el ideal de Noaj desde su comienzo. Ya que en sus días después del pecado de Adam, la tierra había sido maldecida por Dios “…maldita sea la tierra por tu causa; con sufrimiento comerás de ella todos los días de tu vida” (Bereshit 3:17) Hasta los días de Noaj, la tierra era muy difícil para cultivar y para cosechar, porque salían muchas espinas de ella, por lo que solamente se alimentaban con vegetales que tardaban en crecer cuarenta años. Sin embargo, Noaj fabricó herramientas para trabajar la tierra, y todos le preguntaron ¿para qué tanto trabajo si de todas maneras no va a salir nada bueno de la tierra? Noaj les respondió lo siguiente: Haz un pequeño esfuerzo y Dios te entregará lo mejor de la tierra. Siéntate de brazos cruzados y verás como comerás menguadamente y con espinas.

“Que sea la voluntad de Dios que nos bendiga con las mejores bendiciones y que haga triunfar todas nuestras acciones. Amen.”

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