viernes, 19 de octubre de 2007

Parasha Lej-Leja

RIQUEZA O JUSTICIA
Por: Rab Amram Anidjar

A lo largo de las parashiot de la semana leemos siempre sobre distintos personajes. Lo que hicieron, lo que dijeron, lo que les ocurrió al principio y al final, etc. Toda esta información que la Torá nos transmitió, tuvo un solo objetivo. Darnos parámetros de comparación, para que nos revisemos y sepamos a quién nosotros nos estamos pareciendo con nuestros actos. Las enseñanzas de quién, estamos siguiendo.

En nuestra Parashá encontraremos dos personajes principales: Abraham Abinu y Lot. Vamos a analizar la vida de ambos y nos daremos cuenta de la gran diferencia existente entre ellos.

Pero antes de esto, es importante citar una Guemará ( ) que relata una anécdota de Alexander Mokdon (Alejandro Magno). Una vez viajó a una tierra lejana y visitó el palacio del rey de esa población. Cuando llegó a la sala donde se encontraba el rey, observó que este estaba resolviendo un juicio en el que dos personas discutían sobre un tesoro encontrado en un terreno que uno le vendió al otro. Pero a diferencia de los demás juicios, el vendedor decía que el tesoro le pertenecía al comprador, ya que él adquirió la tierra y todo lo que había dentro de ella. Y el otro decía que él solamente había comprado la tierra y no otra cosa. Ante esta situación, Alexander no podía creer lo que sus oídos escuchaban. El rey entonces pensó un rato y le preguntó al vendedor si tenía un hijo soltero, a lo que éste respondió afirmativamente. Luego le preguntó al comprador si tenía una hija soltera, a lo que también le respondió afirmativamente. Entonces dio su veredicto diciendo que ambos hijos se casen y el tesoro será para ellos. De esta forma todos quedarán felices.

Una vez que dio ese veredicto, observó el rey la cara de extrañeza del huésped Alexander, y le preguntó si había decidido mal. A lo que Alexander respondió que sí había hecho mal. Entonces el rey le preguntó, ¿qué hubieses decidido tú? Alexander le dijo, yo hubiese mandado a matar a ambos y me hubiera quedado con todo el dinero. Al escuchar esto el rey le dijo, ¿acaso por donde ustedes viven hay lluvias? Dijo Alexander que sí. Luego le volvió a preguntar, ¿acaso donde ustedes viven sale el sol? Dijo Alexander que sí. Entonces el rey le respondió, quiero que sepas que si hay lluvias y si el sol sale cada mañana en tu tierra, es por el mérito de las bestias y de los animales que los acompañan, y no por tu propio mérito.

En esta anécdota vemos que existen dos tipos de personas. Uno que desea el dinero y se controla, y el otro que también lo desea sin importarle ninguna otra cosa.

Lo mismo ocurre en nuestra Parashá. Hay dos personajes, uno es Abraham que se conformaba con lo que tenía, y el otro era Lot, a quien su deseo por el dinero lo sacaba de este mundo.

Si analizamos la vida de Abraham nos encontraremos con que Dios le dijo, véte de tu tierra, dirígete a Kenaan y no te preocupes que te bendeciré con todo lo mejor. Y al final, cuando llegó a Kenaan que era una tierra rica en oro y plata, vino la época de sequía y hambre. De esta forma Dios probó a Abraham, ya que quería ver quién era él. Si en verdad deseaba nada más que el dinero, o simplemente no le importaban las condiciones materiales con tal de estar cerca de Dios. Y así fue, nunca se quejó de nada, más bien no abría su boca para cosas malas, sino para agradecer constantemente a Dios y para hacer tefilá.

El dinero para Abraham era como un medio para llegar al objetivo. Su ambición no era ser millonario, sino utilizar el dinero para santificar el nombre de Dios en público.

Abraham era tan correcto, que cuando salía a pastorear su ganado, le ponía bozales para evitar que comieran de campos ajenos. Imaginémonos lo difícil que era el trabajo de un pastor como Abraham, abrir los bozales a cada una de sus ovejas en los campos de nadie, y cada vez que atravesaban por campos ajenos colocarle de vuelta sus bozales. Pero para Abraham no era difícil, lo importante era no robar a nadie lo suyo. Y alegrarse con lo que le daba Dios.

En una guerra que se desató contra algunos reyes, Abraham salió triunfante y volvió con un botín muy grande. A pesar de que todo ese botín le pertenecía legalmente a Abraham, este alzó sus manos al cielo y juró que no tomaría de esos tesoros conquistados ni siquiera una aguja de coser, especialmente para evitar que el rey de Sodoma el día de mañana dijera que todas las riquezas poseídas por Abraham fueron gracias al mérito de su reinado en Sodoma. Y eso traería como consecuencia que el honor de Dios se disminuiría ante las demás personas.

Para Abraham Abinu no le era suficiente con actuar correctamente, no sacándole nada a nadie, que a él no le perteneciera, sino que además ponía dinero de su propio bolsillo para los demás. Montó una casa de huéspedes completamente gratis en Beer-Sheva, donde ofrecía comida, bebida y una habitación para dormir. La condición era agradecer a Dios, creer en Él y no en la idolatría. Sin contar a los huéspedes que él mismo recibía en casa, como aquel día que vinieron tres ángeles disfrazados de árabes, estando enfermo y débil fue Abraham y degolló tres vacas, las preparó, las cocinó y se las sirvió con mucha alegría. Todos estos actos los hacía, por amor a Dios.

Sin embargo, por otro lado encontramos a LOT, que desde el principio de la Parashá nos damos cuenta como lo único que deseaba era ganarse el LOT-O. Totalmente opuesto a Abraham. La Torá nos dice que “…se fue Abraham y con él su sobrino Lot. Abraham tenía 75 años”. ¿Qué tiene que ver el principio del pasuk con el final? Explica un comentarista llamado Baal Eshkol Anabim, que Lot sabía que como Abraham ya tenía 75 años y estaba envejeciendo, ya no tendría hijos y como consecuencia toda la herencia pasaría a manos de él, por ser su sobrino. Vemos como Lot desde el primer momento solo piensa en dinero, herencia y poder.

Cuando la suerte le empezó a alumbrar la vida a Lot, ya que tenía ganado, esclavos, etc. nos relata la Torá acerca de una pelea que hubo entre los pastores de Abraham y los pastores de Lot. Los pastores de Lot estaban permitiendo al ganado comer en campos ajenos, bajo su autorización. Los pastores de Abraham se opusieron, ya que eso era robo y en especial cuando la misma Torá hacía hincapié que esa era la tierra de los Kenaaneos y de los Fariseos, explicando Rashí que Abraham todavía no había adquirido esos terrenos. Vemos entonces como Lot pensaba que todo aquello que le iba a pertenecer a Abraham en un futuro, primero que ya era suyo como único heredero y segundo que desde ahora ya lo podía empezar a utilizar porque todo lo que fuera a ser entregado, desde ahora ya es suyo.

Entonces es cuando viene la separación y Lot escoge irse a Sodoma. ¿Por qué ese sitio específicamente? La respuesta es porque allá, en ese sitio, es donde se puede guardar bien todos los bienes, ya que los pobres no podían pasar a esa ciudad, y tampoco los huéspedes podían. Era el lugar perfecto para guardar bien el dinero. Se juntó el hambre con las ganas de comer. Además agrega el Sefer Haparashiot ( ) que Lot se casó a una edad muy tardía, porque temía que la que fuese su esposa le malgastaría su dinero. Hasta que consiguió a una mujer demasiado tacaña y allí fue cuando verdaderamente se cumplió el refrán, “se juntó el hambre con las ganas de comer”.

Para Abraham, el dinero era como un medio para acercarse a Dios, pero para Lot el dinero era un motivo para alejarse de Dios. Tal y como lo explica Rashí sobre el pasuk “Nisá Lot Mikedem”. Que renegó no solo de Abraham sino que también de Dios.

Se pude decir que el pasuk de Proverbios ( ) “Osé Osher Velo Bemishpat, Bejatzi Yamav Yaazbenu Ubeajaritó Yihye Nabal - El que hace riquezas sin justicia, a la mitad de sus días lo abandonará y al final será un corrupto”, fue plenamente dedicado a Lot. Sin embargo a Abraham se le puede adjudicar el pasuk que dice “Rodef Tzedaká Vajesed, Yimtzá Jayim Tzedaká VeKabod – El que persigue hacer el bien y dar caridad, encontrará vida, caridad y honor” (Proverbios 21).

Veamos qué pasó con estos dos personajes. Lot perdió a su hija en Sodoma por haberle dado comida a un pobre (Midrash). Perdió a su esposa cuando se volteó y se hizo una estatua de sal. Perdió todas sus posesiones al ser destruida Sodoma. Además perdió a sus otras hijas con sus esposos respectivos, ya que no salieron antes de la destrucción. Solamente salieron con él dos de las cinco hijas que tenía. Y para culminar de ensuciar su nombre, se acostó con una de sus hijas, en una cueva, y nació un niño que era su hijo y su nieto a la vez.

Pero Abraham era todo lo contrario. Su ganado fue en ascenso, tuvo muchos esclavos y esclavas, honores, cada día estaba más cerca de Dios, tuvo un hijo como Itzjak, un nieto como Yaakov, las doce tribus, Am Israel, santidad. Todas las bendiciones de Dios obtuvo.

De todo esto debemos aprender una gran moraleja para nuestras vidas. Todos queremos dinero, pero la pregunta es: ¿Para qué? ¿Queremos dinero para acercarnos a Dios, para hacer más actos de bondad, para tener más tiempo libre para ir a estudiar Torá? ¿O acaso queremos el dinero para abandonar a Dios, para tener más tiendas, abrir en Shabat y en Yom Tov, dejar de ir a Shajrit, para hacer más dinero abriendo antes y dejando de ir a Minjá cerrando más tarde? En dinero como este no hay bendición, no hay prosperidad, no hay alegría y lo peor de todo es, que ese dinero no termina bien. En cambio en el dinero que se gana de una forma permitida, hay mucha bendición y abundancia. Este es el dinero que deja bastante satisfacción y santifica el nombre de Dios en la tierra.

“Que sea la voluntad de Dios que nos ayude en nuestra manutención, que seamos siempre correctos en nuestros quehaceres diarios, que brindemos el bien a las personas, y así de esta forma sirvamos adecuadamente a Dios con más Tefilá y más Torá. Así aseguraremos que Dios nos multiplique nuestra riqueza para acercarnos más y más a Él”. Amén.

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