miércoles, 3 de septiembre de 2008

Shofetim 5768

LA CIUDAD PERFECTA
Por: Rab Amram Anidjar

En nuestra Parashá aparece la obligación de nombrar jueces y policías en todas nuestras ciudades y portones. Sabido es la explicación del Alshij Hakadosh que dice que esta frase viene también a enseñarnos la importancia de colocar policías y jueces en nuestra pequeña ciudad, llamada “el cuerpo”, que está compuesta de varios portones. Como el ojo, los oídos, etc. Antes que todo, debemos poner en esta ciudad, un juez, llamado el cerebro, y muchos vigilantes en todos nuestros portones. Como los parpados de los ojos, el lóbulo de la oreja, los labios y los dientes de la boca, etc. Estos policías deben ser fieles a las sentencias del juez (cerebro), en el momento que el decida prohibir la entrada de algo a la ciudad hay que cerrar los portones. Si decide que algo no se puede escuchar hay que cerrar inmediatamente el oído, si decide que algo no se puede ver, inmediatamente hay que bajar las persianas, los parpados, así también con respecto a cerrar los portones de la boca. Como la boca está compuesta de dos caminos, uno para entrar y otro para salir, Dios tuvo que colocar dos vigilantes. Uno que cuide los alimentos que entran a ella, los dientes, y otro que cuide las palabras que salen de ella, los labios.

El juez es el más importante de toda esta escena, ya que sin él, los policías no saben lo que hacer. En nuestra Parashá veremos escritas varias leyes relacionadas con los jueces, que coinciden con las leyes de nuestro cerebro, nuestro juez.

El juez tiene prohibido aceptar sobornos. En caso de que el juez no sepa cómo sentenciar debe ir a Jerusalem (donde estaban los grandes sabios de la Torá) para asesorarse. Incluso que no entienda los motivos de la sentencia dada por los sabios de Jerusalem, así deberá sentenciar él.

Nuestro juez, el cerebro, primero debe saber todas las leyes de la Torá, porque si no, entones ¿cómo va a juzgar?, ¿de dónde va saber lo que es bueno, lo que es malo, lo permitido y lo prohibido? Igualmente, tiene que saber cuidarse muy bien, porque el Yetzer Hará sabe cómo sobornar. Él paga en efectivo, si lo escuchas te garantiza un disfrute inmediato. Provocando que el cerebro no funcione bien y que las decisiones no sean correctas.

Si por ejemplo, alguien viene a contarnos cosas malas de los demás. El cerebro sabe que está prohibido escuchar esas palabras, pero el Yetzer Hará lo soborna, diciéndole que está obligado a saber esta información, que todo el mundo ya lo sabe, que es un enemigo, etc., de tal forma que el cerebro permite a los oídos escuchar y es entonces cuando se comete el pecado. Así también ocurre con la boca, el Yetzer Hará convence al cerebro que la comida X es muy deliciosa, incluso que no sea Kasher. Así es con los ojos, y con el resto de los miembros del cuerpo. Por eso, la Torá le dijo al juez, al cerebro, que no se deje sobornar bajo ningún concepto.

Hay cosas que nuestro cerebro desconoce, el Yetzer Hará nos pregunta cosas que no sabemos cómo responderle, ¿esto es permitido o prohibido?, ¿es Kasher o no?, ¿esto se considera hablar mal del prójimo o no? Por eso, la Torá nos dice que cuando no sepamos qué hacer, vayamos a preguntar a los sabios, para que nos guíen y ayuden a pensar correctamente y en caso de que no estén, debemos consultar a los libros para saber qué decidir.

Si estos sabios llegasen a determinar algo que nosotros no comprendamos, si nos dicen que la derecha es izquierda o que lo blanco es negro, debemos obedecerles, ya que la Torá nos lo ordenó. Además de que ellos, si son sabios, seguramente que saben por qué dicen las cosas.

Una vez que el cerebro sepa estos tres conceptos, perfectamente, entonces podrá ser un buen juez en nuestra ciudad, el cuerpo.

Pero, ¿Por qué he de anular mis ideas por las decisiones de los sabios, a lo mejor yo estoy en lo correcto y ellos no?

Para responder esto debemos conocer un concepto llamado “vértigo espiritual”. Los pilotos muchas veces sufren de vértigo, en medio del vuelo pierden su rumbo, tanto es así que ni siquiera saben dónde es arriba y dónde es abajo. Son capaces de estrellarse contra el piso, pensando que están subiendo más y más alto, Dios nos libre.

El piloto que recibe un ataque de vértigo debe inmediatamente comunicarse con la torre de control más cercana para que desde allá le ayuden a dirigir el avión. El piloto tiene que estar dispuesto a seguir las instrucciones, aunque le digan que baje y a él le parece que está subiendo, debe de escuchar a los expertos porque él es quien está mareado y no ellos.

Así ocurre en la vida diaria, hay muchas personas que sufren de vértigo espiritual, piensan que están haciendo lo correcto, que así es como uno se debe comportar, que así es como está cumpliendo la voluntad de Dios, pero ellos se equivocan y no solo se equivocan, sino que se estrellan.

Por ejemplo, un joven que sale con una goyá, y esta le dice que se convertirá, cumplirá y hará. Él piensa que está haciendo un gran paso, y no solo eso, sino que piensa que es una Mitzvá grande lo que está haciendo, ya que dice estoy alumbrando a los goyim, los estoy convirtiendo al judaísmo, pero él no siente que se está estrellando poco a poco, se está arruinando la vida y la de su descendencia. Hay casos de mujeres que verdaderamente se convirtieron y cumplieron toda la Torá a cabalidad, pero esto ocurre con una en un millón de mujeres, y este joven ingenuo cree que su novia es esa una tan especial.

¿Qué debe hacer este joven, cuyo cerebro está dormido, sobornado, de huelga? Debe subir a Jerusalem, debe preguntar a los verdaderos rabinos, el consejo de la Torá, y no pagarle a algunos seudo rabinos para que conviertan a su novia, ya que lo que ellos quieren es el dinero y nada más. Debe escuchar a la torre de control para que logre aterrizar sano y salvo.

Cuando hay problemas en el cerebro, la persona queda vegetal, Dios no lo quiera. Cuando la persona tiene problemas espirituales en su cerebro, entonces está vegetal espiritualmente. Sus policías no saben qué hacer, los enemigos entran con facilidad y la conquistan y es entonces cuando se necesita guerrear muy fuerte para sacarlos afuera.

Por eso, debemos ser inteligentes y cuidar nuestro cerebro. Par esto debemos de llenarlo de información, de conocimientos de las leyes de la Torá. Posteriormente debemos nombrar a unos buenos policías que vigiles bien los portones de nuestra ciudad. Hay que estar alerta para que ningún extraño nos penetre. Cuando no sepamos qué hacer debemos de consultar con los representantes de la Torá y si nos dicen algo ilógico, debemos de saber que nosotros somos los equivocados y no ellos, nosotros tenemos vértigo y ellos son la torre de control.

Solamente así lograremos conservar una ciudad bonita y limpia, con un líder sabio y buenos policías. Amén.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Parasha Ree 5768

"Una bendición y una maldición"
Por: Rabi Ari Kahn

"Vean! Pongo hoy delante de ustedes (una elección entre) una bendición y una maldición. La bendición, cuando escuchen los mandamientos de D'os, que les ordeno hoy. La maldición, si no escucharán los mandamientos de D'os, y se desviarán del camino que les ordeno hoy, en función de seguir a otros dioses que no conocieron" (11:26-28).

La Parashá comienza cuando Moshé expone ante el pueblo dos opciones, una "bendición" o una "maldición", las cuales resultarán de seguir la palabra de D'os o abandonarla encaminándose por el sendero que los llevará hacia la idolatría. Estos versículos abarcan toda la parashá, la cual sigue describiendo las opciones. De alguna manera, la mayor parte de esta parashá es una polémica en contra de la idolatría, pero en función de entender esto, primero necesitamos entender mejor la elección, la diferencia entre una bendición y una maldición.

Obviamente, la bendición y la maldición son los resultados de dos diferentes caminos que el hombre puede tomar - abrazar la palabra de D'os o abandonarla. Más adelante, Moshé describe los resultados inevitables y catastróficos de la desviación de las enseñanzas de D'os.

"Y D'os se enojará mucho con esa tierra, y traerá sobre ella las maldiciones escritas en este libro… Y he aquí que cuando todas estas cosas recaigan sobre ustedes, la bendición y la maldición que pongo delante de ustedes…" (29:26; 30:1).

La misma bendición y maldición que nos presenta nuestra parashá al comienzo, es detallada de la siguiente manera:

"Vean, pongo hoy delante de ustedes la vida y lo bueno, y la muerte y lo malo… Convoco al cielo y a la tierra como testigos en contra de ustedes, vida y muerte he puesto frente a ustedes, la bendición y la maldición; escojan la vida para que ustedes y sus hijos vivan!" (30:19).

Este texto es muy parecido al comienzo de la parashá, en donde la misma frase es utilizada: "Vean, pongo hoy delante de ustedes". Aquí el texto identifica a la bendición con la vida y a la maldición con la muerte. Esta es la verdadera elección para el hombre: vida o muerte. Es difícil imaginar una distinción más absoluta que aquella entre la vida y la muerte. Ellas están en los polos opuestos de la experiencia del hombre. ¿Por qué alguien escogería la muerte antes que la vida? La elección parece ilógica. Ciertamente, hay personas para quienes la vida se convierte en algo demasiado doloroso, y ellos escogen evadir ese dolor; algunos escogen drogas, mientras que otros van un poco más allá y escogen la muerte. Algunos buscan esconder la realidad de la vida, otros escogen evadir la vida completamente. Pero esta es la descripción de un individuo inadaptado. ¿Por qué la Torá se ocuparía de hablar tan extensamente sobre malarias psicológicas?

La elección entre la vida y la muerte tiene un famoso paralelo que fue presentado al hombre al comienzo mismo de la creación:

"Y D'os hizo que surja de la tierra todo árbol placentero a la vista y bueno para comer, y el árbol de la vida estaba en el Jardín del Edén y el árbol del conocimiento del bien y del mal… Y D'os tomó al hombre y lo puso en el Jardín del Edén, para que lo trabaje y lo cuide. Y D'os le ordenó al hombre diciendo: 'De todo árbol del Jardín podrás comer. Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, pues en el día que comieres ciertamente morirás" (Bereshit 2:9, 16, 17).

Un árbol es asociado con la vida, y el otro es asociado con la muerte. Claramente, ninguna persona sana escogería la muerte antes que la vida, a menos que - por supuesto - haya una serpiente murmurando pensamientos seductores en el oído del hombre, llevándolo hacia la autodestrucción.

Esta descripción es un paradigma de todos los hombres. Todos fuimos puestos en el Jardín del Edén, la vida y la muerte fueron presentadas ante nosotros, y nos dijo D'os que escojamos la vida. Pero desgraciadamente, nosotros continuamos escuchando a la malvada serpiente, real o imaginaria, que nos alienta a tomar del árbol de la muerte, a pesar de las terribles maldiciones que acompañan a esa elección.

El mundo, desde su mismo comienzo, fue creado con opciones. Finalmente, estas opciones son entre la vida y la muerte, pero muy raramente las personas ven a sus opciones en semejantes términos. La posibilidad del mal o del dolor son parte del proceso de la creación, o quizás, es un resultado de la creación:

"'He aquí, que fue muy bueno' (Bereshit 1:31), 'He aquí, que fue bueno' alude a la creación del hombre y al instinto del bien; 'muy' alude al instinto del mal. Entonces, el instinto del mal es "muy bueno"! En verdad esto viene a enseñarte que si no fuera por el instinto del mal, nadie construiría una casa, se casaría y tendría hijos" (Kohelet Rabá 3:15).

La misma creación incluye al "instinto del mal", y sin esto no podríamos decir que el mundo es "muy bueno". La posibilidad del mal es una parte esencial de la creación. Esta idea es expresada más claramente en una pasaje en Ieshaiahu:

"Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay otro D'os más que Yo; Yo te he fortalecido, a pesar de que no me has conocido. Para que sepan desde el este y el oeste, que no hay otro más que Yo. Yo soy el Señor, y no hay otro. Yo formo la luz, y creo la oscuridad; Yo hago la paz y creo el mal; Yo D'os hago todas estas cosas" (Ieshaiahu 45:5-7).

Aquí, en términos inequívocos, D'os "se atribuye" todo el fenómeno, el bien y el mal. Atribuir todas estas cosas a otro poder afecta directamente a las bases del monoteísmo. Todas las cosas vienen de D'os. Pero, ¿por qué D'os querría crear un mundo con estas cosas? Más aún, ¿cómo puede ser que el Midrash califica a estas cosas como "muy buenas"? ¿Cómo puede ser que un D'os que es todo bueno, Quien define a lo bueno, causa el mal?

Por otro lado, podemos apreciar que si todas las cosas vienen del Cielo, incluyendo el dolor y el castigo, todas estas cosas son motivadas por el amor absoluto de D'os hacia nosotros. Así como un padre debe disciplinar a su hijo, así también D'os nos trata a nosotros. Parece claro que si un padre responde a un comportamiento antisocial de su hijo con premios, el niño se convertirá muy probablemente en una persona antisocial. Asimismo, si D'os responde al comportamiento antisocial de las masas con regalos y premios, una generación entera o una nación de sociópatas resultaría.

Sin embargo, el versículo en Ieshaiahu que citamos anteriormente merece una segunda lectura. Una lectura más profunda del texto nos ofrece una visión fascinante. La luz es formada mientras que la oscuridad es creada; la paz es hecha mientras que el mal es creado. ¿Cuál es la diferencia entre "formación" y "creación"? La formación indica una aparición de "algo de algo preexistente", mientras que la creación indica ex-nihilo - algo de la nada. Podemos aprender de una examinación cuidadosa de las palabras de Ieshaiahu que la luz, o el bien, deriva de una materia prima - de D'os - mientras que el mal es creado. A pesar del hecho de que el mal fue creado por D'os, no emana de Él. La luz es refractada del bien supremo, mientras que un acto de creación separado resulta en la aparición de algo nuevo - no una parte de D'os - llamado el mal. La mística describe este proceso como tzimtzum, contracción Divina. Este proceso de creación permite la aparición de algo distinto que D'os, que tuvo que ser creado porque no existía en la esfera de D'os. El Midrash alude a esta idea:

"'Yo formo la luz, y creo la oscuridad; Yo hago la paz': después que fueron creados Él hace la paz. 'Y D'os llamó a la luz, día': Rabí Elazar dijo: D'os no relaciona Su Nombre con el mal, sino con el bien. Es por eso que está escrito aquí: 'Y D'os llamó a la luz día, y a la oscuridad la llamó noche', sin recordar Su Nombre al hablar de la oscuridad" (Midrash Rabá Génesis 3:6).

Este concepto está resumido en una sola frase en el Midrash:

"Ningún mal desciende del cielo" (Ialkut Shimoní Vaerá 186).

El Midrash claramente conoce el versículo en Ieshaiahu citado anteriormente, pero simplemente asume, como nosotros, que la creación difiere de la formación; es por eso que el mal no emana del Cielo, sino qes un subproducto de la creación.

Asimismo, comentando nuestra parashá, el Rab Jaim de Alepo (un estudiante del Rab Jaim Vital), notó:

"Vean! Pongo hoy delante de ustedes (una elección entre) una bendición y una maldición". "Delante de ustedes" y no "sobre ustedes", pues ningún mal desciende del cielo, sino que es puesto delante de ellos, pues la elección es de ellos" (Torat Jajam 419:3).

De alguna manera, esto puede sonar como una doble conversación teológica. Si D'os causa el mal, entonces ¿cómo D'os es completamente bueno? En un extenso pasaje, el Zohar hace esta pregunta:

"El verdadero amor a D'os, consiste específicamente en esto, que nosotros le transmitimos a D'os todas nuestras facultades emocionales, intelectuales y materiales, y todas nuestras posesiones, y lo amamos. Debe ser preguntado, ¿cómo un hombre puede amarLo con el instinto del mal? ¿No es el instinto del mal el seductor que no permite que el hombre se acerque a D'os para servirLo? Entonces, ¿cómo puede el hombre usar al instinto del mal como un instrumento para amar a D'os? La respuesta es la siguiente: no hay más grande servicio a D'os que someter al instinto del mal por medio del poder del amor de D'os. Pues, cuando es sometido y su poder es quebrado por el hombre de esta manera, entonces él se convierte en un verdadero amante de D'os, puesto que él ha aprendido cómo hacer que el instinto del mal mismo sirva a D'os. Aquí está el misterio confiado a los dueños de las tradiciones esotéricas. Todo lo que D'os ha hecho, tanto arriba como abajo, es con el propósito de manifestar Su Gloria y hacer que todas las cosas lo sirvan a Él. Ahora bien, ¿un amo permitiría que su sirviente trabaje en contra de él, y continuamente deje que los planes contradigan su voluntad? Es la voluntad de D'os que los hombres lo sirvan y caminen en los caminos de la verdad para ser recompensados con muchos beneficios. Entonces, ¿cómo es que un sirviente malvado puede venir y contradecir la voluntad de su Amo tentando al hombre a caminar por un camino malo, alejándolo del buen camino y causando que el hombre desobedezca la voluntad de su Señor? Pero, en verdad, el instinto del mal también hace la voluntad de su Señor. Es como si un rey tuviera un solo hijo a quien él ama mucho, y justo por eso él le advierte que no sea seducido por malas mujeres, diciendo que cualquiera que sea "manchado" no entrará a su palacio. El hijo prometió a su padre hacer su voluntad con amor. Sin embargo, afuera del palacio, vivía una hermosa prostituta. Después de un tiempo el rey pensó: "Yo voy a ver cuán fiel es mi hijo conmigo". Entonces mandó a llamar a la mujer y le ordenó diciendo: "Seduce a mi hijo, pues yo deseo probar su obediencia a mi voluntad". Es así que ella usó todo tipo de cosas para seducirlo. Pero el hijo, siendo bueno, obedeció la orden de su padre. Él rechazó a la mujer y se alejó de ella. Entonces el padre se regocijó mucho, y lo llevó a su hijo a la habitación más secreta de todo el palacio, le dió regalos de sus mejores tesoros y le demostró toda clase de honor. ¿Y quién fue la causa de todo este regocijo? La prostituta!! ¿Ella tiene que ser alabada o acusada por esto? Seguro que tiene que ser alabada, puesto que por un lado ella cumplió con la orden del rey y llevó a cabo su plan, y por otro lado ella causó que el hijo reciba todos los buenos regalos y engrandezca el amor del rey por su hijo. Es por eso que está escrito: "Y D'os vió todo lo que Él había hecho, y he aquí que era muy bueno", en donde la palabra "muy" se refiere al ángel de la muerte (el instinto del mal). Similarmente, si no fuese por este acusador, el justo no poseería los tesoros sobrenaturales en el mundo venidero. Es por eso que son felices aquellos que al cruzarse con el conflicto con el Tentador, prevalecen en contra de él, pues a través de él, ellos obtienen la felicidad, y todo lo bueno y todas las posesiones deseables del mundo venidero" (Zohar, Shemot, sec. 2, pag.163b).

El Zohar, en este remarcable pasaje, describe en los términos más claros cómo es posible para el "rey" - una metáfora para hablar de D'os - permitir que este escenario se desarrolle afuera del palacio. El ímpetu para el mal es la voluntad del rey. El rey desea que el mal sea rechazado, pero esto no es posible dentro de las murallas del palacio. Asimismo, el hombre antes de la creación posee un alma, pero no posee libre albedrío. Él vive en el palacio. Afuera del palacio, en este mundo, la tentación existe - en función de ser rechazada. Finalmente, todas las tentaciones son enviadas por D'os en función de ser rechazadas. Es por eso que el mal puede ser visto como un viajero de "incógnito". A pesar de la atracción al deseo en el momento de pasión, el pecador algún día se dará cuenta que lo que él ha abrazado fue meramente un emisario del rey - D'os - el cual fue puesto en su camino para ser rechazado. Este es el significado del Midrash: "Ningún mal desciende del Cielo".

Asimismo, ahora podemos entender cómo el término "muy bueno" se aplica al instinto del mal. Al rechazar al instinto del mal, el hombre puede alcanzar un nivel espiritual inalcanzable en el cielo, en donde sólo lo bueno es una realidad. El Talmud agrega que este es el deseo del Satán:

"Rabí Leví dijo: Tanto el Satán como Peniná tuvieron una buena intención [al actuar como adversarios]. El Satán, cuando vió que D'os se inclinaba para favorecer a Job dijo: 'No sea permitido que D'os olvidara el amor de Abraham'. De Peniná está escrito: 'Y su rival le provocó dolor para inquietarla'. Cuando Rabí Ajá ben Iaacov expuso esto en Papunia, el Satán vino y besó sus pies" (Babá Batrá 16a).

Más adelante entendemos que nuestra visión del mundo es de alguna manera torcida. Nosotros vemos al mal como una realidad, fracasando así en darnos cuenta que es realmente un sirviente de D'os "disfrazado". El mal, en virtud de ser una creación, no existe realmente en el palacio de D'os, sino que es el resultado de un acto de creación y un día va a disiparse.

Pero, ¿qué es el instinto del mal? El Talmud lo identifica con otro adversario conocido:

"Resh Lakish dijo: 'El Satán, el instinto del mal, y el ángel de la muerte son todos uno'" (Babá Batrá 16a).

Estas tres fuerzas fueron puestas en el mundo como parte de un acto de equilibrio cósmico, en función de brindarle al hombre el libre albedrío. El versículo con el cual nosotros comenzamos: "Vean! Pongo hoy delante de ustedes (una elección entre) una bendición y una maldición", es sólo relevante si el hombre tiene libre albedrío. El instinto del mal del hombre no trabaja necesariamente pidiéndole al hombre que haga actos malos objetivamente. Cualquier acción que distancia al hombre de D'os es ofrecida por el instinto del mal. Aún más, hay veces que las opciones que tiene el hombre son todas positivas, pero una lo acercará más a D'os que la otra. En tales casos, el instinto del mal es particularmente insidioso, pues el hombre mismo puede estar inseguro acerca de cuál de las opciones representa al instinto del bien, y cuál representa al instinto del mal. La prueba de fuego siempre es cuál de estas opciones lo acercará más a D'os. El Talmud expresa esto de la siguiente manera:

"Si D'os creó al instinto del mal, Él también creó la Torá como su antídoto" (Babá Batrá 16a).

La Torá es la única fuente objetiva que nosotros poseemos, la cual obliga al hombre a seguir al instinto del bien. El seguir sus reglas, leyes, morales, y sistema de prioridades, le permite al hombre definir lo que es correcto y lo que es erróneo, y así escoger lo correcto de lo erróneo. Frecuentemente, hay situaciones que parecen caer en el "área gris". Es precisamente en estas situaciones que nosotros debemos recordar que la Torá define lo que es "correcto" y lo que es "erróneo".

Ahora podemos retornar a la parashá de esta semana. Una de las mayores atracciones de la idolatría era la posibilidad de adorar en forma local "bajo todo árbol frondoso".

"Deberán destruir completamente todos los lugares donde las naciones que heredarán servían a sus dioses, sobre las altas montañas, y sobre las colinas y bajo todo árbol frondoso" (12:2).

La motivación de esta idolatría era una inmediata gratificación, la cual resultaba del servicio del hombre a sus propios deseos, y no a D'os. Podemos apreciar cómo los individuos que seguían las prácticas de idolatría podían engañarse a sí mismos pensando que era a D'os a quien ellos servían. La Torá le pide al hombre que practique una religión centralizada con su capital espiritual en un lugar elegido.

"Pero en el lugar que D'os escogerá de entre todas sus tribus para poner Su nombre allí, deberán buscar para Su residencia, y allí vendrás" (12:5).

Esto obligaba al hombre a objetivar su práctica religiosa y sacarla del reino del instinto. ¿Cómo puede el individuo saber que la necesidad que él siente dentro de él de llegar a D'os, es un deseo que emana de un lugar de santidad o de autodestrucción? La única posible respuesta es seguir las reglas escritas en la Torá.

La parashá habla del falso profeta:

"Si surgirá entre ustedes un profeta, o un soñador de sueños, y les da una señal o una maravilla, y la señal o la maravilla ocurre, de la cual él habló a ustedes diciendo: 'encaminémonos en pos de otros dioses que ustedes no conocieron y sirvámoslos', no deberán escuchar las palabras de ese profeta, o de ese soñador de sueños; pues D'os los está probando, para saber si ustedes lo aman a D'os con todo su corazón y con toda su alma. Caminarán detrás de D'os y le temerán, y cuidarán Sus mandamientos y obedecerán Su voz, y lo servirán y se apegarán a Él" (13:2-5).

¿Cómo es que nosotros, como individuos, sabremos si una persona aparentemente santa es "la verdadera cosa" o un charlatán? Otra vez, el sistema objetivo es la Torá: si el "profeta" alentará a seguir prácticas extrañas a la Torá, él debe ser ejecutado. Sin embargo, a veces, estos temas no son tan "blancos" o "negros" como nos gustaría que sean. Una vez que nos damos cuenta que el instinto del mal seduce con argumentos y experiencias que no son intrínsecamente y objetivamente malas, sino que simplemente no son el mejor camino para relacionarse con D'os, estamos armados para el combate espiritual. Finalmente, el instinto del mal lleva a la autodestrucción y decepción. La elección entre la vida y la muerte es el resultado de la batalla, y muy frecuentemente la batalla es hecha en los marcos más inocuos. El pueblo que entraba a la Tierra, sólo iba a estar espiritualmente armado para las futuras batallas si iban a darse cuenta de la clase de campo de batalla espiritual que los estaba esperando, y ellos estaban armados con la habilidad para salir victoriosos:

"Vean, pongo hoy delante de ustedes la vida y lo bueno, y la muerte y lo malo… Convoco al cielo y a la tierra como testigos en contra de ustedes, vida y muerte he puesto frente a ustedes, la bendición y la maldición; escojan la vida para que ustedes y sus hijos vivan!" (30:19).

Escojamos la vida, el Árbol de Vida - las palabras del D'os Viviente!!