UN BUEN AMIGO
Por Rab Amram Anidjar
Una de las cosas que una persona siempre busca en la vida es un buen amigo. Desde el jardín de infancia hasta la vejez. Queremos que sea una persona agradable, que nos de consejos, disfrutar de su compañía y pasar momentos de risa y juego con él.
Pero desafortunadamente, no todos saben escoger a sus amigos. A veces se dejan llevar porque es una persona chistosa, o fuerte o porque es millonario, y así hasta que son capaces de decir que ese es su mejor amigo, sin ni siquiera reflexionar en los mensajes que esa persona le transmite.
Pero así no se hacen los amigos. Ya nuestro Pirké Avot nos lo dijo, “Ukné Lejá Jaber – Y cómprate un amigo” ¿acaso existe una tienda de amigos? Seguramente que no, pero a lo que se está refiriendo es que de igual manera que compramos un carro o un traje o un apartamento, lo primero que hacemos es estudiarlo bien, si nos interesa su precio, su ubicación, sus características, etc., así debemos de hacer para seleccionar nuestras amistades. Debemos averiguar quién es, qué hace, qué le gusta, cuáles son sus cualidades, etc., y entonces será cuando reciba el título de un buen amigo.
En nuestra Parashá vino Abraham Abinu a enseñarnos qué es ser un buen amigo. Como es sabido, Dios se le reveló a Abraham en Eloné Mamré. ¿Por qué precisamente en la zona de Mamré y no en otra? Abraham tenía tres amigos, Anar, Eshkol y Mamré. En ese sitio le dijo Dios a Abraham que se hiciera la circuncisión. Una vez que escuchó Abraham esta encomienda de Dios, fue y le preguntó a sus amigos si hacérsela o no. Lógicamente no podemos decir que la intención de Abraham al preguntarle a sus amigos era dudar del Creador del mundo, sino que por el contrario él fue a probar quién era un buen amigo, ya que él sabía que un buen amigo es aquel que te ayuda a perfeccionarte, como lo decimos en hebreo “Lo Nikrá Shalem Ad Shemal – No se le considera perfecto hasta que se circuncida”.
Anar quien, como las iniciales de su nombre en hebreo lo indica, era un hombre con mala voluntad, le dijo a Abraham que no se hiciera la circuncisión.
Eshkol, como las iniciales de su nombre en hebreo indican, “solo un tonto se corta su propio cuerpo”, le aconsejó que no fuese un tonto.
Mamré le aconsejó que se hiciera la circuncisión, tal y como su nombre insinúa, “a quien se circuncida, Dios le cura”.
En ese instante entendió Abraham quien era su verdadero amigo, y así vemos por qué Dios se le apareció a Abraham en Eloné Mamré, que era la zona donde vivía Mamré, ya que Abraham decidió vivir cerca de un buen amigo y alejado de los que no eran realmente sus amigos.
De igual manera vemos cómo Abraham aleja a todos sus familiares del peligro, al ver que Lot estaba robando de campos ajenos y le dijo que se fuera de su lado, no vaya a ser que influencie mal a su gente, a sus esclavos, esclavas e incluso a Abraham mismo.
También lo hizo con su propio hijo Yishmael, al ver que era una mala junta para su otro hijo Itzjak, ya que le estaba enseñando a asesinar, a tener relaciones prohibidas e incluso a adorar otros dioses. Entonces optó por mandarlos lejos, a Hagar (su madre) y a Yishmael, con tal de que no mal educaran a Itzjak. Vemos entonces que desde el principio y hasta el final de la Parashá, nos está enseñando quién es un buen amigo y quién no lo es. Para que nosotros sepamos y estemos pendientes de no ser llevados por la corriente, y por los lavados de cerebro que vivimos diariamente, debemos de cuidarnos. Tal y como dice el refrán, díme con quien andas y te diré quien eres ( ).
Por eso dijo el rey David en su libro “Jaber Ani Alkol Asher Yerauja – Soy amigo de todo aquel que Te tema”.
¿Qué significa Jaber Tov (Buen Amigo)? Si analizamos la palabra Jaber (amigo) viene de la palabra Jibur (unión). Y la palabra Tov (Buen), se refiere a la Torá, tal y como está escrito “Ki Lekaj Tov Natati Lajem Toratí Al Taazobu – Porque buenas son mis enseñanzas, a mi Torá no la abandonen”. Por lo tanto, un buen amigo es aquel que me ayuda a unirme a las enseñanzas de la Torá y aquel que me ayuda a llevarlas a cabo. Sin embargo, aquel que me insita a abandonarla es un mal amigo.
Por ejemplo, una persona que insita a otra a abandonar la casa de sus padres y a vivir en las calles, ¿acaso podríamos pensar que ese es un buen amigo? Seguro que no. O, si por ejemplo, una persona que provoca a otra que fume drogas, ¿acaso es eso un buen amigo? O también si lo convence a robar dinero, seguramente que no es un buen amigo.
Tonto sería aquel que llegase a pensar que si se fuera de casa de sus padres le iría mejor, ya que se sentiría más libre. O si fuma drogas se sentirá como flotando en las nubes. O si roba dinero es bueno porque entonces tendrá más poder adquisitivo. El final de todo esto es muy malo y amargo. Así igual ocurre con un amigo que trata de convencer al otro de abandonar la casa de Dios, la casa de nuestro Padre que se encuentra en los cielos, la casa de estudio, la sinagoga y lo lleva a hacer pecados, a drogar su alma, a robar su vida eterna. Ni siquiera aquel que pide solo que lo acompañen a hacer sus malas acciones, se le puede considerar como un buen amigo porque conocemos el final de esa compañía.
Amigo es aquel que te ayuda a llegar al Gan Eden, a acercarte a Dios, a ser un judío como Abraham. Debemos estar pendientes siempre de las amistades de nuestros maridos, de nuestras esposas. Saber qué es lo que le están transmitiendo a ellos. Y en especial, hay que hacer énfasis en las amistades de nuestros hijos. Quiénes son, adónde los llevan, y qué tipo de mensajes les transmiten, etc.
Cuantas veces no hemos visto familias espléndidas, con hijos justos y buenos y bastó con que viniera un mal amigo para que se destruyera y se arruinara todo lo que los padres y los maestros le habían inculcado desde chiquito. Todo se botó a la basura, por una mala compañía o una mala sociedad. Dios nos guarde.
Pero si los padres se encuentran en una situación, Dios no lo quiera, donde observan que sus hijos se están haciendo amigos de personas no deseables, o se encuentran en una vecindad donde la influencia es negativa, entonces deben irse del sitio y procurar juntarse con gente buena y tratar de conseguir amigos buenos para que sus hijos se unan a ellos. A lo mejor les ocurre el milagro de Resh Lakish.
Resh Lakish fue uno de los sabios más importantes de la época de la Guemará. Cuando era pequeño sus amistades eran personas ladronas; con el tiempo se volvió el jefe de las pandillas de robo de su ciudad, ya que se convirtió en el ladrón número uno. Una vez se encontró con Rab Yojanán y se hizo muy amigo de él. Poco a poco se empezó, Resh Lakish, a convertir en un gran rabino de Israel. Rab Yojanán triunfó con él, ya que empezó a aconsejarle bien, y lo hizo amigo de los que de verdad se consideran amigos, y poco a poco lo convirtió en una persona que tenía Torá y Derej Eretz (Buenos Modales), hasta que finalmente se convirtió en uno de los sabios más grande que ha tenido Israel.
Que sea la voluntad de Dios que nos ayude a encontrar buenos amigos, que sean amigos como los de la infancia y que nos duren hasta la vejez. Y que a nuestros hijos e hijas los ayude a desenvolverse en una sociedad buena y sana. Amén.
viernes, 26 de octubre de 2007
viernes, 19 de octubre de 2007
Parasha Lej-Leja
RIQUEZA O JUSTICIA
Por: Rab Amram Anidjar
A lo largo de las parashiot de la semana leemos siempre sobre distintos personajes. Lo que hicieron, lo que dijeron, lo que les ocurrió al principio y al final, etc. Toda esta información que la Torá nos transmitió, tuvo un solo objetivo. Darnos parámetros de comparación, para que nos revisemos y sepamos a quién nosotros nos estamos pareciendo con nuestros actos. Las enseñanzas de quién, estamos siguiendo.
En nuestra Parashá encontraremos dos personajes principales: Abraham Abinu y Lot. Vamos a analizar la vida de ambos y nos daremos cuenta de la gran diferencia existente entre ellos.
Pero antes de esto, es importante citar una Guemará ( ) que relata una anécdota de Alexander Mokdon (Alejandro Magno). Una vez viajó a una tierra lejana y visitó el palacio del rey de esa población. Cuando llegó a la sala donde se encontraba el rey, observó que este estaba resolviendo un juicio en el que dos personas discutían sobre un tesoro encontrado en un terreno que uno le vendió al otro. Pero a diferencia de los demás juicios, el vendedor decía que el tesoro le pertenecía al comprador, ya que él adquirió la tierra y todo lo que había dentro de ella. Y el otro decía que él solamente había comprado la tierra y no otra cosa. Ante esta situación, Alexander no podía creer lo que sus oídos escuchaban. El rey entonces pensó un rato y le preguntó al vendedor si tenía un hijo soltero, a lo que éste respondió afirmativamente. Luego le preguntó al comprador si tenía una hija soltera, a lo que también le respondió afirmativamente. Entonces dio su veredicto diciendo que ambos hijos se casen y el tesoro será para ellos. De esta forma todos quedarán felices.
Una vez que dio ese veredicto, observó el rey la cara de extrañeza del huésped Alexander, y le preguntó si había decidido mal. A lo que Alexander respondió que sí había hecho mal. Entonces el rey le preguntó, ¿qué hubieses decidido tú? Alexander le dijo, yo hubiese mandado a matar a ambos y me hubiera quedado con todo el dinero. Al escuchar esto el rey le dijo, ¿acaso por donde ustedes viven hay lluvias? Dijo Alexander que sí. Luego le volvió a preguntar, ¿acaso donde ustedes viven sale el sol? Dijo Alexander que sí. Entonces el rey le respondió, quiero que sepas que si hay lluvias y si el sol sale cada mañana en tu tierra, es por el mérito de las bestias y de los animales que los acompañan, y no por tu propio mérito.
En esta anécdota vemos que existen dos tipos de personas. Uno que desea el dinero y se controla, y el otro que también lo desea sin importarle ninguna otra cosa.
Lo mismo ocurre en nuestra Parashá. Hay dos personajes, uno es Abraham que se conformaba con lo que tenía, y el otro era Lot, a quien su deseo por el dinero lo sacaba de este mundo.
Si analizamos la vida de Abraham nos encontraremos con que Dios le dijo, véte de tu tierra, dirígete a Kenaan y no te preocupes que te bendeciré con todo lo mejor. Y al final, cuando llegó a Kenaan que era una tierra rica en oro y plata, vino la época de sequía y hambre. De esta forma Dios probó a Abraham, ya que quería ver quién era él. Si en verdad deseaba nada más que el dinero, o simplemente no le importaban las condiciones materiales con tal de estar cerca de Dios. Y así fue, nunca se quejó de nada, más bien no abría su boca para cosas malas, sino para agradecer constantemente a Dios y para hacer tefilá.
El dinero para Abraham era como un medio para llegar al objetivo. Su ambición no era ser millonario, sino utilizar el dinero para santificar el nombre de Dios en público.
Abraham era tan correcto, que cuando salía a pastorear su ganado, le ponía bozales para evitar que comieran de campos ajenos. Imaginémonos lo difícil que era el trabajo de un pastor como Abraham, abrir los bozales a cada una de sus ovejas en los campos de nadie, y cada vez que atravesaban por campos ajenos colocarle de vuelta sus bozales. Pero para Abraham no era difícil, lo importante era no robar a nadie lo suyo. Y alegrarse con lo que le daba Dios.
En una guerra que se desató contra algunos reyes, Abraham salió triunfante y volvió con un botín muy grande. A pesar de que todo ese botín le pertenecía legalmente a Abraham, este alzó sus manos al cielo y juró que no tomaría de esos tesoros conquistados ni siquiera una aguja de coser, especialmente para evitar que el rey de Sodoma el día de mañana dijera que todas las riquezas poseídas por Abraham fueron gracias al mérito de su reinado en Sodoma. Y eso traería como consecuencia que el honor de Dios se disminuiría ante las demás personas.
Para Abraham Abinu no le era suficiente con actuar correctamente, no sacándole nada a nadie, que a él no le perteneciera, sino que además ponía dinero de su propio bolsillo para los demás. Montó una casa de huéspedes completamente gratis en Beer-Sheva, donde ofrecía comida, bebida y una habitación para dormir. La condición era agradecer a Dios, creer en Él y no en la idolatría. Sin contar a los huéspedes que él mismo recibía en casa, como aquel día que vinieron tres ángeles disfrazados de árabes, estando enfermo y débil fue Abraham y degolló tres vacas, las preparó, las cocinó y se las sirvió con mucha alegría. Todos estos actos los hacía, por amor a Dios.
Sin embargo, por otro lado encontramos a LOT, que desde el principio de la Parashá nos damos cuenta como lo único que deseaba era ganarse el LOT-O. Totalmente opuesto a Abraham. La Torá nos dice que “…se fue Abraham y con él su sobrino Lot. Abraham tenía 75 años”. ¿Qué tiene que ver el principio del pasuk con el final? Explica un comentarista llamado Baal Eshkol Anabim, que Lot sabía que como Abraham ya tenía 75 años y estaba envejeciendo, ya no tendría hijos y como consecuencia toda la herencia pasaría a manos de él, por ser su sobrino. Vemos como Lot desde el primer momento solo piensa en dinero, herencia y poder.
Cuando la suerte le empezó a alumbrar la vida a Lot, ya que tenía ganado, esclavos, etc. nos relata la Torá acerca de una pelea que hubo entre los pastores de Abraham y los pastores de Lot. Los pastores de Lot estaban permitiendo al ganado comer en campos ajenos, bajo su autorización. Los pastores de Abraham se opusieron, ya que eso era robo y en especial cuando la misma Torá hacía hincapié que esa era la tierra de los Kenaaneos y de los Fariseos, explicando Rashí que Abraham todavía no había adquirido esos terrenos. Vemos entonces como Lot pensaba que todo aquello que le iba a pertenecer a Abraham en un futuro, primero que ya era suyo como único heredero y segundo que desde ahora ya lo podía empezar a utilizar porque todo lo que fuera a ser entregado, desde ahora ya es suyo.
Entonces es cuando viene la separación y Lot escoge irse a Sodoma. ¿Por qué ese sitio específicamente? La respuesta es porque allá, en ese sitio, es donde se puede guardar bien todos los bienes, ya que los pobres no podían pasar a esa ciudad, y tampoco los huéspedes podían. Era el lugar perfecto para guardar bien el dinero. Se juntó el hambre con las ganas de comer. Además agrega el Sefer Haparashiot ( ) que Lot se casó a una edad muy tardía, porque temía que la que fuese su esposa le malgastaría su dinero. Hasta que consiguió a una mujer demasiado tacaña y allí fue cuando verdaderamente se cumplió el refrán, “se juntó el hambre con las ganas de comer”.
Para Abraham, el dinero era como un medio para acercarse a Dios, pero para Lot el dinero era un motivo para alejarse de Dios. Tal y como lo explica Rashí sobre el pasuk “Nisá Lot Mikedem”. Que renegó no solo de Abraham sino que también de Dios.
Se pude decir que el pasuk de Proverbios ( ) “Osé Osher Velo Bemishpat, Bejatzi Yamav Yaazbenu Ubeajaritó Yihye Nabal - El que hace riquezas sin justicia, a la mitad de sus días lo abandonará y al final será un corrupto”, fue plenamente dedicado a Lot. Sin embargo a Abraham se le puede adjudicar el pasuk que dice “Rodef Tzedaká Vajesed, Yimtzá Jayim Tzedaká VeKabod – El que persigue hacer el bien y dar caridad, encontrará vida, caridad y honor” (Proverbios 21).
Veamos qué pasó con estos dos personajes. Lot perdió a su hija en Sodoma por haberle dado comida a un pobre (Midrash). Perdió a su esposa cuando se volteó y se hizo una estatua de sal. Perdió todas sus posesiones al ser destruida Sodoma. Además perdió a sus otras hijas con sus esposos respectivos, ya que no salieron antes de la destrucción. Solamente salieron con él dos de las cinco hijas que tenía. Y para culminar de ensuciar su nombre, se acostó con una de sus hijas, en una cueva, y nació un niño que era su hijo y su nieto a la vez.
Pero Abraham era todo lo contrario. Su ganado fue en ascenso, tuvo muchos esclavos y esclavas, honores, cada día estaba más cerca de Dios, tuvo un hijo como Itzjak, un nieto como Yaakov, las doce tribus, Am Israel, santidad. Todas las bendiciones de Dios obtuvo.
De todo esto debemos aprender una gran moraleja para nuestras vidas. Todos queremos dinero, pero la pregunta es: ¿Para qué? ¿Queremos dinero para acercarnos a Dios, para hacer más actos de bondad, para tener más tiempo libre para ir a estudiar Torá? ¿O acaso queremos el dinero para abandonar a Dios, para tener más tiendas, abrir en Shabat y en Yom Tov, dejar de ir a Shajrit, para hacer más dinero abriendo antes y dejando de ir a Minjá cerrando más tarde? En dinero como este no hay bendición, no hay prosperidad, no hay alegría y lo peor de todo es, que ese dinero no termina bien. En cambio en el dinero que se gana de una forma permitida, hay mucha bendición y abundancia. Este es el dinero que deja bastante satisfacción y santifica el nombre de Dios en la tierra.
“Que sea la voluntad de Dios que nos ayude en nuestra manutención, que seamos siempre correctos en nuestros quehaceres diarios, que brindemos el bien a las personas, y así de esta forma sirvamos adecuadamente a Dios con más Tefilá y más Torá. Así aseguraremos que Dios nos multiplique nuestra riqueza para acercarnos más y más a Él”. Amén.
Por: Rab Amram Anidjar
A lo largo de las parashiot de la semana leemos siempre sobre distintos personajes. Lo que hicieron, lo que dijeron, lo que les ocurrió al principio y al final, etc. Toda esta información que la Torá nos transmitió, tuvo un solo objetivo. Darnos parámetros de comparación, para que nos revisemos y sepamos a quién nosotros nos estamos pareciendo con nuestros actos. Las enseñanzas de quién, estamos siguiendo.
En nuestra Parashá encontraremos dos personajes principales: Abraham Abinu y Lot. Vamos a analizar la vida de ambos y nos daremos cuenta de la gran diferencia existente entre ellos.
Pero antes de esto, es importante citar una Guemará ( ) que relata una anécdota de Alexander Mokdon (Alejandro Magno). Una vez viajó a una tierra lejana y visitó el palacio del rey de esa población. Cuando llegó a la sala donde se encontraba el rey, observó que este estaba resolviendo un juicio en el que dos personas discutían sobre un tesoro encontrado en un terreno que uno le vendió al otro. Pero a diferencia de los demás juicios, el vendedor decía que el tesoro le pertenecía al comprador, ya que él adquirió la tierra y todo lo que había dentro de ella. Y el otro decía que él solamente había comprado la tierra y no otra cosa. Ante esta situación, Alexander no podía creer lo que sus oídos escuchaban. El rey entonces pensó un rato y le preguntó al vendedor si tenía un hijo soltero, a lo que éste respondió afirmativamente. Luego le preguntó al comprador si tenía una hija soltera, a lo que también le respondió afirmativamente. Entonces dio su veredicto diciendo que ambos hijos se casen y el tesoro será para ellos. De esta forma todos quedarán felices.
Una vez que dio ese veredicto, observó el rey la cara de extrañeza del huésped Alexander, y le preguntó si había decidido mal. A lo que Alexander respondió que sí había hecho mal. Entonces el rey le preguntó, ¿qué hubieses decidido tú? Alexander le dijo, yo hubiese mandado a matar a ambos y me hubiera quedado con todo el dinero. Al escuchar esto el rey le dijo, ¿acaso por donde ustedes viven hay lluvias? Dijo Alexander que sí. Luego le volvió a preguntar, ¿acaso donde ustedes viven sale el sol? Dijo Alexander que sí. Entonces el rey le respondió, quiero que sepas que si hay lluvias y si el sol sale cada mañana en tu tierra, es por el mérito de las bestias y de los animales que los acompañan, y no por tu propio mérito.
En esta anécdota vemos que existen dos tipos de personas. Uno que desea el dinero y se controla, y el otro que también lo desea sin importarle ninguna otra cosa.
Lo mismo ocurre en nuestra Parashá. Hay dos personajes, uno es Abraham que se conformaba con lo que tenía, y el otro era Lot, a quien su deseo por el dinero lo sacaba de este mundo.
Si analizamos la vida de Abraham nos encontraremos con que Dios le dijo, véte de tu tierra, dirígete a Kenaan y no te preocupes que te bendeciré con todo lo mejor. Y al final, cuando llegó a Kenaan que era una tierra rica en oro y plata, vino la época de sequía y hambre. De esta forma Dios probó a Abraham, ya que quería ver quién era él. Si en verdad deseaba nada más que el dinero, o simplemente no le importaban las condiciones materiales con tal de estar cerca de Dios. Y así fue, nunca se quejó de nada, más bien no abría su boca para cosas malas, sino para agradecer constantemente a Dios y para hacer tefilá.
El dinero para Abraham era como un medio para llegar al objetivo. Su ambición no era ser millonario, sino utilizar el dinero para santificar el nombre de Dios en público.
Abraham era tan correcto, que cuando salía a pastorear su ganado, le ponía bozales para evitar que comieran de campos ajenos. Imaginémonos lo difícil que era el trabajo de un pastor como Abraham, abrir los bozales a cada una de sus ovejas en los campos de nadie, y cada vez que atravesaban por campos ajenos colocarle de vuelta sus bozales. Pero para Abraham no era difícil, lo importante era no robar a nadie lo suyo. Y alegrarse con lo que le daba Dios.
En una guerra que se desató contra algunos reyes, Abraham salió triunfante y volvió con un botín muy grande. A pesar de que todo ese botín le pertenecía legalmente a Abraham, este alzó sus manos al cielo y juró que no tomaría de esos tesoros conquistados ni siquiera una aguja de coser, especialmente para evitar que el rey de Sodoma el día de mañana dijera que todas las riquezas poseídas por Abraham fueron gracias al mérito de su reinado en Sodoma. Y eso traería como consecuencia que el honor de Dios se disminuiría ante las demás personas.
Para Abraham Abinu no le era suficiente con actuar correctamente, no sacándole nada a nadie, que a él no le perteneciera, sino que además ponía dinero de su propio bolsillo para los demás. Montó una casa de huéspedes completamente gratis en Beer-Sheva, donde ofrecía comida, bebida y una habitación para dormir. La condición era agradecer a Dios, creer en Él y no en la idolatría. Sin contar a los huéspedes que él mismo recibía en casa, como aquel día que vinieron tres ángeles disfrazados de árabes, estando enfermo y débil fue Abraham y degolló tres vacas, las preparó, las cocinó y se las sirvió con mucha alegría. Todos estos actos los hacía, por amor a Dios.
Sin embargo, por otro lado encontramos a LOT, que desde el principio de la Parashá nos damos cuenta como lo único que deseaba era ganarse el LOT-O. Totalmente opuesto a Abraham. La Torá nos dice que “…se fue Abraham y con él su sobrino Lot. Abraham tenía 75 años”. ¿Qué tiene que ver el principio del pasuk con el final? Explica un comentarista llamado Baal Eshkol Anabim, que Lot sabía que como Abraham ya tenía 75 años y estaba envejeciendo, ya no tendría hijos y como consecuencia toda la herencia pasaría a manos de él, por ser su sobrino. Vemos como Lot desde el primer momento solo piensa en dinero, herencia y poder.
Cuando la suerte le empezó a alumbrar la vida a Lot, ya que tenía ganado, esclavos, etc. nos relata la Torá acerca de una pelea que hubo entre los pastores de Abraham y los pastores de Lot. Los pastores de Lot estaban permitiendo al ganado comer en campos ajenos, bajo su autorización. Los pastores de Abraham se opusieron, ya que eso era robo y en especial cuando la misma Torá hacía hincapié que esa era la tierra de los Kenaaneos y de los Fariseos, explicando Rashí que Abraham todavía no había adquirido esos terrenos. Vemos entonces como Lot pensaba que todo aquello que le iba a pertenecer a Abraham en un futuro, primero que ya era suyo como único heredero y segundo que desde ahora ya lo podía empezar a utilizar porque todo lo que fuera a ser entregado, desde ahora ya es suyo.
Entonces es cuando viene la separación y Lot escoge irse a Sodoma. ¿Por qué ese sitio específicamente? La respuesta es porque allá, en ese sitio, es donde se puede guardar bien todos los bienes, ya que los pobres no podían pasar a esa ciudad, y tampoco los huéspedes podían. Era el lugar perfecto para guardar bien el dinero. Se juntó el hambre con las ganas de comer. Además agrega el Sefer Haparashiot ( ) que Lot se casó a una edad muy tardía, porque temía que la que fuese su esposa le malgastaría su dinero. Hasta que consiguió a una mujer demasiado tacaña y allí fue cuando verdaderamente se cumplió el refrán, “se juntó el hambre con las ganas de comer”.
Para Abraham, el dinero era como un medio para acercarse a Dios, pero para Lot el dinero era un motivo para alejarse de Dios. Tal y como lo explica Rashí sobre el pasuk “Nisá Lot Mikedem”. Que renegó no solo de Abraham sino que también de Dios.
Se pude decir que el pasuk de Proverbios ( ) “Osé Osher Velo Bemishpat, Bejatzi Yamav Yaazbenu Ubeajaritó Yihye Nabal - El que hace riquezas sin justicia, a la mitad de sus días lo abandonará y al final será un corrupto”, fue plenamente dedicado a Lot. Sin embargo a Abraham se le puede adjudicar el pasuk que dice “Rodef Tzedaká Vajesed, Yimtzá Jayim Tzedaká VeKabod – El que persigue hacer el bien y dar caridad, encontrará vida, caridad y honor” (Proverbios 21).
Veamos qué pasó con estos dos personajes. Lot perdió a su hija en Sodoma por haberle dado comida a un pobre (Midrash). Perdió a su esposa cuando se volteó y se hizo una estatua de sal. Perdió todas sus posesiones al ser destruida Sodoma. Además perdió a sus otras hijas con sus esposos respectivos, ya que no salieron antes de la destrucción. Solamente salieron con él dos de las cinco hijas que tenía. Y para culminar de ensuciar su nombre, se acostó con una de sus hijas, en una cueva, y nació un niño que era su hijo y su nieto a la vez.
Pero Abraham era todo lo contrario. Su ganado fue en ascenso, tuvo muchos esclavos y esclavas, honores, cada día estaba más cerca de Dios, tuvo un hijo como Itzjak, un nieto como Yaakov, las doce tribus, Am Israel, santidad. Todas las bendiciones de Dios obtuvo.
De todo esto debemos aprender una gran moraleja para nuestras vidas. Todos queremos dinero, pero la pregunta es: ¿Para qué? ¿Queremos dinero para acercarnos a Dios, para hacer más actos de bondad, para tener más tiempo libre para ir a estudiar Torá? ¿O acaso queremos el dinero para abandonar a Dios, para tener más tiendas, abrir en Shabat y en Yom Tov, dejar de ir a Shajrit, para hacer más dinero abriendo antes y dejando de ir a Minjá cerrando más tarde? En dinero como este no hay bendición, no hay prosperidad, no hay alegría y lo peor de todo es, que ese dinero no termina bien. En cambio en el dinero que se gana de una forma permitida, hay mucha bendición y abundancia. Este es el dinero que deja bastante satisfacción y santifica el nombre de Dios en la tierra.
“Que sea la voluntad de Dios que nos ayude en nuestra manutención, que seamos siempre correctos en nuestros quehaceres diarios, que brindemos el bien a las personas, y así de esta forma sirvamos adecuadamente a Dios con más Tefilá y más Torá. Así aseguraremos que Dios nos multiplique nuestra riqueza para acercarnos más y más a Él”. Amén.
miércoles, 10 de octubre de 2007
Parasha Noaj
BENDICE NUESTROS ACTOS
Por. Rab Amram Anidjar
Si nos ponemos a reflexionar sobre el arca de Noaj, nos preguntaremos si eso fue un milagro o verdaderamente fue algo natural. Es decir, el tamaño del arca como tal, ¿era acaso lo suficientemente grande como para que cupieran todos los animales o el hecho de meterlos allá adentro a todos y que todos cupiesen, ya era algo sobrenatural?
Si decimos que fue un milagro, entonces por qué Dios le dijo a Noaj que se molestara en construir un barco de 150 metros, que para esos tiempos era como construir un Titanic hoy en día. Mejor que le hubiese dicho construye un barco de 50 metros, de todas maneras ya que le iba a hacer el milagro, entonces que el mismo fuese completo.
Y si decimos que fue algo natural, analicemos. Dios le ordenó a Noaj traer al arca siete parejas de los animales puros y dos parejas de los impuros. Si nos ponemos a analizar en un arca de 150 metros por 25 metros, todos los animales juntos en el mismo piso, no pueden caber. ¿Entonces fue milagro o no fue?
Y así también con los alimentos para estos animales. ¿Acaso él tenía espacio dentro del arca para almacenar lo suficiente como para un año, y no solo eso sino que se conservaran frescos permanentemente? Y si era un milagro, entonces para qué le dijo que meta comida al Arca, mejor que le hiciera el milagro completo.
Otra de las preguntas es, acaso Noaj fue a buscar a los animales y los metió al arca, o estos vinieron por su cuenta y entraron al arca, milagrosamente. Por un lado tenemos un pasuk en la Torá que dice “Mi Kol Hajai… Shenayim Mikol Tavi El Hatebá – De todo los animales… dos de cada especie traerás al arca”. Y por otro lado vemos que está escrito que dos de cada especie vinieron al arca de Noaj. Si es que iba a ocurrir un milagro, ¿por qué traer los animales al arca? y si es que no iba a ocurrir ¿acaso podemos decir que Noaj llegó hasta Australia y se trajo al canguro, fue hasta Alaska a traerse un oso polar y viajó a África a traerse todas las especies de monos? Lógicamente que no fue así. ¿Y qué fue lo que realmente pasó?
La respuesta viene dada según lo que está escrito en el tratado de Berajot ( ), sobre una discusión que había entre Rabí Shimon Bar Yojai y Rabí Yishmael, acerca de si la persona tiene que esperar de brazos cruzados por la ayuda de Dios o la persona debe moverse y hacer un esfuerzo. Por ejemplo, Rabí Shimon Bar Yojai dijo en el tema de la Parnasá (manutención) que la persona debe de sentarse a estudiar Torá y que no se preocupe. Sin embargo, Rabí Yishmael opina que la persona debe de trabajar. Y esta diferencia de opiniones se relaciona también con el caso de un enfermo, si debe ir al médico o esperar a que Dios le cure. Y de igual manera en una guerra, si los soldados se deben sentar a estudiar Torá y leer Tehilim o realmente deben salir a pelear por su causa.
La conclusión de esta discusión, según todos nuestros sabios, es que se debe combinar ambas cosas. Hacer un pequeño esfuerzo con nuestras manos, pero con mucha fe. Y entonces será cuando veremos la bendición de Dios en las diferentes actividades que vayamos a realizar.
Así ocurrió exactamente con Noaj. Dios le ordenó hacer todo lo que estaba dentro de sus posibilidades, un arca de 150 metros por 25 metros, y del resto El, directamente, se encargaría para que cupiesen todos los animales en el arca.
Igual ocurrió con los alimentos. Noaj recogió lo que pudo y Dios se encargó del resto, haciendo que con pocos alimentos se saciaban los animales durante todo un año.
Con los animales sucedió también que Noaj metió al arca los que pudo y el resto vinieron hacia él milagrosamente.
Por eso está escrito “Ten Berajá BeMaasé Yadenu – Bendice nuestros actos”. Primeramente hay que realizar actos, para que éstos sean luego bendecidos.
La enseñanza del arca de Noaj, la debemos de aplicar para nuestra vida cotidiana. No podemos rendirnos ante este gran reto. Empieza sirviendo a Dios y justo cuando sientas que se te acaban las fuerzas, no te preocupes, ahí está la fuerza de Dios ayudándote a seguir adelante.
Tal y como ocurrió con la construcción del Santuario, Benei-Israel tenían que hacer todo lo que abarcaban sus posibilidades, y en aquello que no pudieron hacer Dios los ayudó. En la Menorá ocurrió un milagro porque Moshé Rabenu no sabía como hacerla, hasta que esta se hizo por sí sola. O como las piedras preciosas que no pudieron encontrar, y tuvieron que venir las nubes a traerlas para completar el pectoral del Cohen Gadol. Y también ocurrió cuando estaban tratando de cargar el arca, y no lo lograban por lo pesada que estaba, y de repente se invirtieron los papeles, el arca cargaba a sus cargadores. Pero todo esto ocurrió, una vez que hicieron su esfuerzo en realizar lo que querían, y no antes.
Así ocurre con una persona que viene a cargar la Torá en sus hombros, que viene a construir su santuario, que viene a construir su arca para salvarse del gran diluvio que se vive en las calles. Primero deberá hacer un esfuerzo, empezar con algo, y esa persona verá como Dios lo ayuda. Nunca pensemos que ese algo es muy pesado, que es imposible. Prohibido rendirse sin empezar. Debemos de saber que la meta no es hacer todo, sino hacer. Debemos de animarnos siempre a hacer y veremos como siempre Dios nos abrirá sus puertas y nos bendecirá con bien.
Este fue el ideal de Noaj desde su comienzo. Ya que en sus días después del pecado de Adam, la tierra había sido maldecida por Dios “…maldita sea la tierra por tu causa; con sufrimiento comerás de ella todos los días de tu vida” (Bereshit 3:17) Hasta los días de Noaj, la tierra era muy difícil para cultivar y para cosechar, porque salían muchas espinas de ella, por lo que solamente se alimentaban con vegetales que tardaban en crecer cuarenta años. Sin embargo, Noaj fabricó herramientas para trabajar la tierra, y todos le preguntaron ¿para qué tanto trabajo si de todas maneras no va a salir nada bueno de la tierra? Noaj les respondió lo siguiente: Haz un pequeño esfuerzo y Dios te entregará lo mejor de la tierra. Siéntate de brazos cruzados y verás como comerás menguadamente y con espinas.
“Que sea la voluntad de Dios que nos bendiga con las mejores bendiciones y que haga triunfar todas nuestras acciones. Amen.”
Por. Rab Amram Anidjar
Si nos ponemos a reflexionar sobre el arca de Noaj, nos preguntaremos si eso fue un milagro o verdaderamente fue algo natural. Es decir, el tamaño del arca como tal, ¿era acaso lo suficientemente grande como para que cupieran todos los animales o el hecho de meterlos allá adentro a todos y que todos cupiesen, ya era algo sobrenatural?
Si decimos que fue un milagro, entonces por qué Dios le dijo a Noaj que se molestara en construir un barco de 150 metros, que para esos tiempos era como construir un Titanic hoy en día. Mejor que le hubiese dicho construye un barco de 50 metros, de todas maneras ya que le iba a hacer el milagro, entonces que el mismo fuese completo.
Y si decimos que fue algo natural, analicemos. Dios le ordenó a Noaj traer al arca siete parejas de los animales puros y dos parejas de los impuros. Si nos ponemos a analizar en un arca de 150 metros por 25 metros, todos los animales juntos en el mismo piso, no pueden caber. ¿Entonces fue milagro o no fue?
Y así también con los alimentos para estos animales. ¿Acaso él tenía espacio dentro del arca para almacenar lo suficiente como para un año, y no solo eso sino que se conservaran frescos permanentemente? Y si era un milagro, entonces para qué le dijo que meta comida al Arca, mejor que le hiciera el milagro completo.
Otra de las preguntas es, acaso Noaj fue a buscar a los animales y los metió al arca, o estos vinieron por su cuenta y entraron al arca, milagrosamente. Por un lado tenemos un pasuk en la Torá que dice “Mi Kol Hajai… Shenayim Mikol Tavi El Hatebá – De todo los animales… dos de cada especie traerás al arca”. Y por otro lado vemos que está escrito que dos de cada especie vinieron al arca de Noaj. Si es que iba a ocurrir un milagro, ¿por qué traer los animales al arca? y si es que no iba a ocurrir ¿acaso podemos decir que Noaj llegó hasta Australia y se trajo al canguro, fue hasta Alaska a traerse un oso polar y viajó a África a traerse todas las especies de monos? Lógicamente que no fue así. ¿Y qué fue lo que realmente pasó?
La respuesta viene dada según lo que está escrito en el tratado de Berajot ( ), sobre una discusión que había entre Rabí Shimon Bar Yojai y Rabí Yishmael, acerca de si la persona tiene que esperar de brazos cruzados por la ayuda de Dios o la persona debe moverse y hacer un esfuerzo. Por ejemplo, Rabí Shimon Bar Yojai dijo en el tema de la Parnasá (manutención) que la persona debe de sentarse a estudiar Torá y que no se preocupe. Sin embargo, Rabí Yishmael opina que la persona debe de trabajar. Y esta diferencia de opiniones se relaciona también con el caso de un enfermo, si debe ir al médico o esperar a que Dios le cure. Y de igual manera en una guerra, si los soldados se deben sentar a estudiar Torá y leer Tehilim o realmente deben salir a pelear por su causa.
La conclusión de esta discusión, según todos nuestros sabios, es que se debe combinar ambas cosas. Hacer un pequeño esfuerzo con nuestras manos, pero con mucha fe. Y entonces será cuando veremos la bendición de Dios en las diferentes actividades que vayamos a realizar.
Así ocurrió exactamente con Noaj. Dios le ordenó hacer todo lo que estaba dentro de sus posibilidades, un arca de 150 metros por 25 metros, y del resto El, directamente, se encargaría para que cupiesen todos los animales en el arca.
Igual ocurrió con los alimentos. Noaj recogió lo que pudo y Dios se encargó del resto, haciendo que con pocos alimentos se saciaban los animales durante todo un año.
Con los animales sucedió también que Noaj metió al arca los que pudo y el resto vinieron hacia él milagrosamente.
Por eso está escrito “Ten Berajá BeMaasé Yadenu – Bendice nuestros actos”. Primeramente hay que realizar actos, para que éstos sean luego bendecidos.
La enseñanza del arca de Noaj, la debemos de aplicar para nuestra vida cotidiana. No podemos rendirnos ante este gran reto. Empieza sirviendo a Dios y justo cuando sientas que se te acaban las fuerzas, no te preocupes, ahí está la fuerza de Dios ayudándote a seguir adelante.
Tal y como ocurrió con la construcción del Santuario, Benei-Israel tenían que hacer todo lo que abarcaban sus posibilidades, y en aquello que no pudieron hacer Dios los ayudó. En la Menorá ocurrió un milagro porque Moshé Rabenu no sabía como hacerla, hasta que esta se hizo por sí sola. O como las piedras preciosas que no pudieron encontrar, y tuvieron que venir las nubes a traerlas para completar el pectoral del Cohen Gadol. Y también ocurrió cuando estaban tratando de cargar el arca, y no lo lograban por lo pesada que estaba, y de repente se invirtieron los papeles, el arca cargaba a sus cargadores. Pero todo esto ocurrió, una vez que hicieron su esfuerzo en realizar lo que querían, y no antes.
Así ocurre con una persona que viene a cargar la Torá en sus hombros, que viene a construir su santuario, que viene a construir su arca para salvarse del gran diluvio que se vive en las calles. Primero deberá hacer un esfuerzo, empezar con algo, y esa persona verá como Dios lo ayuda. Nunca pensemos que ese algo es muy pesado, que es imposible. Prohibido rendirse sin empezar. Debemos de saber que la meta no es hacer todo, sino hacer. Debemos de animarnos siempre a hacer y veremos como siempre Dios nos abrirá sus puertas y nos bendecirá con bien.
Este fue el ideal de Noaj desde su comienzo. Ya que en sus días después del pecado de Adam, la tierra había sido maldecida por Dios “…maldita sea la tierra por tu causa; con sufrimiento comerás de ella todos los días de tu vida” (Bereshit 3:17) Hasta los días de Noaj, la tierra era muy difícil para cultivar y para cosechar, porque salían muchas espinas de ella, por lo que solamente se alimentaban con vegetales que tardaban en crecer cuarenta años. Sin embargo, Noaj fabricó herramientas para trabajar la tierra, y todos le preguntaron ¿para qué tanto trabajo si de todas maneras no va a salir nada bueno de la tierra? Noaj les respondió lo siguiente: Haz un pequeño esfuerzo y Dios te entregará lo mejor de la tierra. Siéntate de brazos cruzados y verás como comerás menguadamente y con espinas.
“Que sea la voluntad de Dios que nos bendiga con las mejores bendiciones y que haga triunfar todas nuestras acciones. Amen.”
Parasha Bereshit
LA ENVIDIA
Por. Rab Amram Anidjar
Es una de las peores cualidades que una persona puede llegar a tener, tal y como está escrito en Pirké Avot que la envidia saca a la persona de este mundo, es decir no lo deja disfrutar de la vida como debería ser.
Se cuenta que una vez un rey le ofreció a una persona muy querida por él, entrar al depósito de los tesoros y que tomase como regalo una de las joyas, y le dijo que de aquello que saque de ese depósito le tocará el doble a su acompañante. Esta persona desafortunadamente tenía una mala cualidad: era muy envidioso. Una vez que entró, cada vez que encontraba algo especial le preguntaba al rey, si tenía algo que duplicara el valor de tal o cual objeto, y el rey le respondía afirmativamente. Así, sucesivamente, una vez que revisó todo el depósito optó por decirle al rey sácame un ojo, y el rey asombrado por su decisión le preguntó ¿y por qué? Para que a mi compañero le saques los dos.
Desde el principio Dios se preocupó por que no existiera la envidia dentro de su creación. Tal y como lo explica Rashí (Bereshit 2:7) en nombre del Midrash Rabá que explica a Rabí Shimón Ben Jalafta, ¿Por qué Dios creó al hombre compuesto de materia y espíritu? En el primer día creó al cielo y a la tierra. En el segundo día creó los siete firmamentos con sus ángeles respectivos. En el tercer día creó a las superficies terrestres. En el cuarto creó las constelaciones. En el quinto descendieron las aguas a la tierra. Vemos cómo se fueron alternando los días tanto para cosas terrenales, como para cosas celestiales. Por lo tanto, para evitar que exista la envidia dentro de la creación, creó al hombre combinándole como materia y espíritu, terrenal y celestial. Pero, desafortunadamente, las creaciones de Dios sí se envidiaron las unas a las otras.
Desde el principio del mundo vemos cómo la envidia no ha dejado de dañar y destruir por doquier.
Primeramente, de los ángeles para el hombre. Dios creó a los ángeles en el segundo y quinto día, tal y como lo trae el versículo (Bereshit 1:20) “…y ave que vuele sobre la tierra, sobre la faz de la expansión de los cielos”. Esta última parte se refiere a la creación de los ángeles. Y así también lo explica el Zohar.
Al día siguiente de haber sido creados, Dios le preguntó a ellos, ¿crearemos al hombre?, inmediatamente los ángeles se celaron del hombre y no quisieron que fuese creado, tal y como lo explica Pirké De Rabí Eliézer (Perek 17), y los ángeles dijeron “Ma Adam Vatedaehu… Adam le hebel Damá - Eterno, ¿qué es el hombre, para que le conozcas bien? ¿Qué es el hijo del hombre, para que Tú le aprecies bien?” (Tehilim 144:3).
Y por causa de esta envidia, los ángeles se dirigieron al Satán y le pidieron que mal influyera al hombre y le causara pecar. Y desgraciadamente hasta el día de hoy seguimos sufriendo las consecuencias de esa envidia.
En segundo plano, veremos la envidia que tuvo Javá. Cuando pecó y comió del fruto prohibido, se dio cuenta instantáneamente de su error. La pregunta que se hace es, entonces: ¿Por qué vino a darle de comer también a Adam? Pirké De Rabí Eliézer (Perek 13) y Rashí (Bereshit 3:6) explican que cuando Javà se dio cuenta del pecado que hizo, pensó que moriría. Y que en consecuencia Dios le crearía a Adam otra. Entonces decidió Javà que Adam también muriera, con tal de no ser reemplazada por otra mujer, y lo sedujo para que comiera él también.
Vemos hasta donde puede llegar la envidia, incluso entre marido y mujer.
Posteriormente hubo la envidia entre Cain y Hebel. El primer asesinato en el mundo fue causado por la envidia, ya que cuando Hebel trajo su ofrenda a Dios, después que Kain, Dios aceptó la de Hebel y no la de Kain. Otro de los motivos de envidia que tenía Kain para con su hermano Hebel, era que él había nacido con una gemela, sin embargo Hebel había nacido con dos. Y no solo eso sino que una de las gemelas que nacieron junto con Hebel era igual de bella que su madre Javà. Por lo tanto, optó por asesinarlo primero porque su ofrenda no había sido aceptada como la de su hermano, y segundo, porque quería quedarse con las mujeres de su hermano que eran más bellas que la suya. Incluso entre hermanos vemos cómo la envidia no los deja vivir, hasta el punto de ser capaz de asesinar uno al otro.
Entonces, la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cómo podremos controlar ese sentimiento de desear para nosotros mismos lo mejor que exista, lo que aparentemente nos parece normal? Cuando alguien tiene algo que el otro no tiene, automáticamente lo envidia, a pesar que la Torá escribió: No codiciarás y no desearás. ¿Cómo podremos sobreponernos ante tal situación?
La respuesta viene dada con un ejemplo. Había una vez un hombre que tenía envidia de su compañero que tenía unos lentes, cuya montura era bañada en oro puro, y las de él eran de un material sencillo. La diferencia está en que el lente de su compañero era número diez y la de él era número tres. ¿Qué pasaría si éste se pusiera los lentes de su compañero? Lógicamente se tropezará en cualquier momento y caerá, ya que esos lentes no son apropiados para sus ojos. Entonces, ¿qué es lo único que él envidia?: la montura. He aquí el error, nosotros siempre pensamos que se pueden separar los lentes de la montura, y no es así ya que eso viene unido y pegado, con la misma montura de oro puro.
Lo mismo nos ocurre a diario a nosotros con el resto de las cosas, cuando observamos que nuestro compañero tiene algo bueno debemos de entender que seguramente con eso bueno viene algo no tan bueno. Todos recibimos cosas de Dios buenas y no tan buenas. Por ejemplo, uno que es millonario, pero tiene miles de problemas. Bello o bella, pero divorciado o divorciada. Tiene un carro nuevo, pero amargado con su esposa. ¿Verdaderamente quisieras tener ese carro bonito, pero con problemas en casa? Lógicamente que no, ni siquiera el olor a carro nuevo quisieras.
Con esta nueva visión aprenderemos a alegrarnos con lo que Dios nos da, sin realmente llegar a sentir envidia por el otro.
Para culminar, voy a citarles una fábula. Una vez había una paloma volando por el cielo y vio a una guacamaya bellísima, llena de colores exóticos, grande, cantaba, hablaba y bailaba. Al ver esto, la paloma sintió envidia ya que ella no tenía colores, sino blanco y negro, que era pequeñita, que no hablaba ni cantaba. Al rato vino un cazador y atrapó a la guacamaya. Al ver esto, la paloma reaccionó y se arrepintió por lo que dijo, ya que si llegase a ser tan bonita como la guacamaya estuviese ahora mismo enjaulada por el resto de su vida. Agradeció a Dios que no la hizo guacamaya y la hizo paloma.
De igual forma debemos nosotros saber que no todo lo que brilla es oro, no todo lo bueno es realmente bueno. Dios te dio exactamente medido lo que es bueno para tí, para tu misión en esta vida. Tú necesitas lentes número tres y no diez, incluso que la montura del número diez sea de oro.
Por eso nosotros bendecimos a los novios en el día de su boda “Sameaj Tesamaj Reim Ahubim Kesamejaja Yetzirjá BeGan Eden – Con alegría se alegrarán compañeros amados, como los alegró su creador en Gan Eden”. Es decir que Dios alegre a los novios tal y como fueron felices Adam y Javà (antes del pecado), ya que no había de quién sentir envidia, para Adam su mujer Java era la más bella “en comparación con los monos que habían allá, Javá era la número “1”. El mejor esposo del mundo era Adam, la mejor casa del mundo era la de ellos. Porque cuando no hay de quien sentir envidia verdaderamente se llega a la felicidad.
“Que sea la voluntad de Dios que abra nuestros ojos, veamos lo bueno que nos ha dado y que sepamos valorar lo que tenemos. Que siempre nos alegremos con los nuestros. Amén”.
Por. Rab Amram Anidjar
Es una de las peores cualidades que una persona puede llegar a tener, tal y como está escrito en Pirké Avot que la envidia saca a la persona de este mundo, es decir no lo deja disfrutar de la vida como debería ser.
Se cuenta que una vez un rey le ofreció a una persona muy querida por él, entrar al depósito de los tesoros y que tomase como regalo una de las joyas, y le dijo que de aquello que saque de ese depósito le tocará el doble a su acompañante. Esta persona desafortunadamente tenía una mala cualidad: era muy envidioso. Una vez que entró, cada vez que encontraba algo especial le preguntaba al rey, si tenía algo que duplicara el valor de tal o cual objeto, y el rey le respondía afirmativamente. Así, sucesivamente, una vez que revisó todo el depósito optó por decirle al rey sácame un ojo, y el rey asombrado por su decisión le preguntó ¿y por qué? Para que a mi compañero le saques los dos.
Desde el principio Dios se preocupó por que no existiera la envidia dentro de su creación. Tal y como lo explica Rashí (Bereshit 2:7) en nombre del Midrash Rabá que explica a Rabí Shimón Ben Jalafta, ¿Por qué Dios creó al hombre compuesto de materia y espíritu? En el primer día creó al cielo y a la tierra. En el segundo día creó los siete firmamentos con sus ángeles respectivos. En el tercer día creó a las superficies terrestres. En el cuarto creó las constelaciones. En el quinto descendieron las aguas a la tierra. Vemos cómo se fueron alternando los días tanto para cosas terrenales, como para cosas celestiales. Por lo tanto, para evitar que exista la envidia dentro de la creación, creó al hombre combinándole como materia y espíritu, terrenal y celestial. Pero, desafortunadamente, las creaciones de Dios sí se envidiaron las unas a las otras.
Desde el principio del mundo vemos cómo la envidia no ha dejado de dañar y destruir por doquier.
Primeramente, de los ángeles para el hombre. Dios creó a los ángeles en el segundo y quinto día, tal y como lo trae el versículo (Bereshit 1:20) “…y ave que vuele sobre la tierra, sobre la faz de la expansión de los cielos”. Esta última parte se refiere a la creación de los ángeles. Y así también lo explica el Zohar.
Al día siguiente de haber sido creados, Dios le preguntó a ellos, ¿crearemos al hombre?, inmediatamente los ángeles se celaron del hombre y no quisieron que fuese creado, tal y como lo explica Pirké De Rabí Eliézer (Perek 17), y los ángeles dijeron “Ma Adam Vatedaehu… Adam le hebel Damá - Eterno, ¿qué es el hombre, para que le conozcas bien? ¿Qué es el hijo del hombre, para que Tú le aprecies bien?” (Tehilim 144:3).
Y por causa de esta envidia, los ángeles se dirigieron al Satán y le pidieron que mal influyera al hombre y le causara pecar. Y desgraciadamente hasta el día de hoy seguimos sufriendo las consecuencias de esa envidia.
En segundo plano, veremos la envidia que tuvo Javá. Cuando pecó y comió del fruto prohibido, se dio cuenta instantáneamente de su error. La pregunta que se hace es, entonces: ¿Por qué vino a darle de comer también a Adam? Pirké De Rabí Eliézer (Perek 13) y Rashí (Bereshit 3:6) explican que cuando Javà se dio cuenta del pecado que hizo, pensó que moriría. Y que en consecuencia Dios le crearía a Adam otra. Entonces decidió Javà que Adam también muriera, con tal de no ser reemplazada por otra mujer, y lo sedujo para que comiera él también.
Vemos hasta donde puede llegar la envidia, incluso entre marido y mujer.
Posteriormente hubo la envidia entre Cain y Hebel. El primer asesinato en el mundo fue causado por la envidia, ya que cuando Hebel trajo su ofrenda a Dios, después que Kain, Dios aceptó la de Hebel y no la de Kain. Otro de los motivos de envidia que tenía Kain para con su hermano Hebel, era que él había nacido con una gemela, sin embargo Hebel había nacido con dos. Y no solo eso sino que una de las gemelas que nacieron junto con Hebel era igual de bella que su madre Javà. Por lo tanto, optó por asesinarlo primero porque su ofrenda no había sido aceptada como la de su hermano, y segundo, porque quería quedarse con las mujeres de su hermano que eran más bellas que la suya. Incluso entre hermanos vemos cómo la envidia no los deja vivir, hasta el punto de ser capaz de asesinar uno al otro.
Entonces, la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cómo podremos controlar ese sentimiento de desear para nosotros mismos lo mejor que exista, lo que aparentemente nos parece normal? Cuando alguien tiene algo que el otro no tiene, automáticamente lo envidia, a pesar que la Torá escribió: No codiciarás y no desearás. ¿Cómo podremos sobreponernos ante tal situación?
La respuesta viene dada con un ejemplo. Había una vez un hombre que tenía envidia de su compañero que tenía unos lentes, cuya montura era bañada en oro puro, y las de él eran de un material sencillo. La diferencia está en que el lente de su compañero era número diez y la de él era número tres. ¿Qué pasaría si éste se pusiera los lentes de su compañero? Lógicamente se tropezará en cualquier momento y caerá, ya que esos lentes no son apropiados para sus ojos. Entonces, ¿qué es lo único que él envidia?: la montura. He aquí el error, nosotros siempre pensamos que se pueden separar los lentes de la montura, y no es así ya que eso viene unido y pegado, con la misma montura de oro puro.
Lo mismo nos ocurre a diario a nosotros con el resto de las cosas, cuando observamos que nuestro compañero tiene algo bueno debemos de entender que seguramente con eso bueno viene algo no tan bueno. Todos recibimos cosas de Dios buenas y no tan buenas. Por ejemplo, uno que es millonario, pero tiene miles de problemas. Bello o bella, pero divorciado o divorciada. Tiene un carro nuevo, pero amargado con su esposa. ¿Verdaderamente quisieras tener ese carro bonito, pero con problemas en casa? Lógicamente que no, ni siquiera el olor a carro nuevo quisieras.
Con esta nueva visión aprenderemos a alegrarnos con lo que Dios nos da, sin realmente llegar a sentir envidia por el otro.
Para culminar, voy a citarles una fábula. Una vez había una paloma volando por el cielo y vio a una guacamaya bellísima, llena de colores exóticos, grande, cantaba, hablaba y bailaba. Al ver esto, la paloma sintió envidia ya que ella no tenía colores, sino blanco y negro, que era pequeñita, que no hablaba ni cantaba. Al rato vino un cazador y atrapó a la guacamaya. Al ver esto, la paloma reaccionó y se arrepintió por lo que dijo, ya que si llegase a ser tan bonita como la guacamaya estuviese ahora mismo enjaulada por el resto de su vida. Agradeció a Dios que no la hizo guacamaya y la hizo paloma.
De igual forma debemos nosotros saber que no todo lo que brilla es oro, no todo lo bueno es realmente bueno. Dios te dio exactamente medido lo que es bueno para tí, para tu misión en esta vida. Tú necesitas lentes número tres y no diez, incluso que la montura del número diez sea de oro.
Por eso nosotros bendecimos a los novios en el día de su boda “Sameaj Tesamaj Reim Ahubim Kesamejaja Yetzirjá BeGan Eden – Con alegría se alegrarán compañeros amados, como los alegró su creador en Gan Eden”. Es decir que Dios alegre a los novios tal y como fueron felices Adam y Javà (antes del pecado), ya que no había de quién sentir envidia, para Adam su mujer Java era la más bella “en comparación con los monos que habían allá, Javá era la número “1”. El mejor esposo del mundo era Adam, la mejor casa del mundo era la de ellos. Porque cuando no hay de quien sentir envidia verdaderamente se llega a la felicidad.
“Que sea la voluntad de Dios que abra nuestros ojos, veamos lo bueno que nos ha dado y que sepamos valorar lo que tenemos. Que siempre nos alegremos con los nuestros. Amén”.
viernes, 5 de octubre de 2007
Mas Cuentos Cortos
Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.
Un día se enteró de que lo andaba buscando el ángel de la muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El ángel no sabía como averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.
Pero no por mucho tiempo, porque como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió un ingenioso truco. Regresó de nuevo y dijo: "Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto ".
El científico pegó un salto y gritó: "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?
"Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo.
Cierto rabino se puso a conversar con un profesor de biología al que conoció de casualidad en una estación de tren.
"Colega, lo envidio: ¡vinieron a verlo toda una multitud de admiradores y alumnos, en cambio a mis alumnos ni se les ocurre tratar a sus mayores y a sus maestros de modo tan respetuoso y considerado!", comentó el profesor.
"La culpa no la tiene usted ni sus alumnos, sino la materia que usted enseña."
"¿Qué tiene que ver esto con que yo enseñe la teoría de la evolución?"
"Su materia enseña que el hombre desciende del mono. Por eso los jóvenes, que nos menosprecian a los mayores, también lo ven a usted como el eslabón entre ellos y los primates. En cambio, mi materia de estudio sostiene que la historia de la humanidad se remonta al acto de la creación, de modo que mis alumnos también ven a los mayores en general y a mí en particular como el eslabón entre ellos y D's."
Un día se enteró de que lo andaba buscando el ángel de la muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El ángel no sabía como averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.
Pero no por mucho tiempo, porque como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió un ingenioso truco. Regresó de nuevo y dijo: "Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto ".
El científico pegó un salto y gritó: "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?
"Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo.
Cierto rabino se puso a conversar con un profesor de biología al que conoció de casualidad en una estación de tren.
"Colega, lo envidio: ¡vinieron a verlo toda una multitud de admiradores y alumnos, en cambio a mis alumnos ni se les ocurre tratar a sus mayores y a sus maestros de modo tan respetuoso y considerado!", comentó el profesor.
"La culpa no la tiene usted ni sus alumnos, sino la materia que usted enseña."
"¿Qué tiene que ver esto con que yo enseñe la teoría de la evolución?"
"Su materia enseña que el hombre desciende del mono. Por eso los jóvenes, que nos menosprecian a los mayores, también lo ven a usted como el eslabón entre ellos y los primates. En cambio, mi materia de estudio sostiene que la historia de la humanidad se remonta al acto de la creación, de modo que mis alumnos también ven a los mayores en general y a mí en particular como el eslabón entre ellos y D's."
TEFILA y TZEDAKA
TEFILA en hebreo significa plegaria.
Va aquí un breve relato que grafica hasta qué punto el ritual importa sólo si genera
cambios en vos y los que te rodean.
Cierta vez, la esposa de un rabí tuvo que viajar en tren a la ciudad. Su esposo, que ya había utilizado en una ocasión ese novedoso medio de transporte, le dio precisas instrucciones al respecto: “Camina por el sendero hasta encontrar un gran edificio. Entra y verás una ventanilla con un hombre detrás. Deberás darle dos monedas y él te dará el boleto. Luego ve al andén. Deja el equipaje en el suelo y siéntate a esperar. Cuando llegue el tren, escucharás tres silbatos. El primero no significa nada. Quédate donde estás. Al segundo, párate y toma las valijas. El tercero, ése es el importante. En veinte minutos estarás en la ciudad”
La mujer siguió fielmente las instrucciones de su esposo,maravillándose de la exactitud de sus recomendaciones. Cuando llegó el tren, escuchó el primer silbato y se quedó sentada. Al segundo, se paró y tomó el equipaje. Cuando oyó el tercero pensó “Como dijera mi esposo, éste es el importante” y esperó veinte minutos. Mas pasado ese tiempo, estaba en el mismo lugar. No había tomado el tren….
TZEDAKA significa en hebreo justicia social.
Compartamos un relato que muestra cómo el dinero puede llegar a impedirnos,
si se lo permitimos, ver a nuestro prójimo.
Un hombre había enriquecido mucho gracias a algunas bendiciones y consejos prácticos que le había dado el rabino del pueblo. Pero la riqueza le hizo perder el sentido de solidaridad con los necesitados.
Un día, a regañadientes, recibió al rabino que lo había ayudado en sus épocas de pobre. Cuando estaban juntos se pusieron a mirar por el vidrio de la ventana. Por allí pasó una pobre viuda y el rabino le preguntó al rico si la conocía. Éste contestó que sí, de la época anterior. Luego pasó un viejito harapiento y ocurrió lo mismo. Luego un chico hambriento, y volvió a repetirse la misma situación.
Finalmente, el rabino le pidió a este hombre que se mirara al espejo. “¿Qué ves?”, preguntó el rabino, y el rico contestó que se veía a sí mismo.
Entonces reflexionó el rabino:” ¿Sabes lo que es un espejo? Un espejo es un vidrio común con una capa de plata.” Y luego agregó: “ Cuando le agregamos plata (al vidrio) no puedes ver a la gente y te ves sólo a ti mismo”.
Va aquí un breve relato que grafica hasta qué punto el ritual importa sólo si genera
cambios en vos y los que te rodean.
Cierta vez, la esposa de un rabí tuvo que viajar en tren a la ciudad. Su esposo, que ya había utilizado en una ocasión ese novedoso medio de transporte, le dio precisas instrucciones al respecto: “Camina por el sendero hasta encontrar un gran edificio. Entra y verás una ventanilla con un hombre detrás. Deberás darle dos monedas y él te dará el boleto. Luego ve al andén. Deja el equipaje en el suelo y siéntate a esperar. Cuando llegue el tren, escucharás tres silbatos. El primero no significa nada. Quédate donde estás. Al segundo, párate y toma las valijas. El tercero, ése es el importante. En veinte minutos estarás en la ciudad”
La mujer siguió fielmente las instrucciones de su esposo,maravillándose de la exactitud de sus recomendaciones. Cuando llegó el tren, escuchó el primer silbato y se quedó sentada. Al segundo, se paró y tomó el equipaje. Cuando oyó el tercero pensó “Como dijera mi esposo, éste es el importante” y esperó veinte minutos. Mas pasado ese tiempo, estaba en el mismo lugar. No había tomado el tren….
TZEDAKA significa en hebreo justicia social.
Compartamos un relato que muestra cómo el dinero puede llegar a impedirnos,
si se lo permitimos, ver a nuestro prójimo.
Un hombre había enriquecido mucho gracias a algunas bendiciones y consejos prácticos que le había dado el rabino del pueblo. Pero la riqueza le hizo perder el sentido de solidaridad con los necesitados.
Un día, a regañadientes, recibió al rabino que lo había ayudado en sus épocas de pobre. Cuando estaban juntos se pusieron a mirar por el vidrio de la ventana. Por allí pasó una pobre viuda y el rabino le preguntó al rico si la conocía. Éste contestó que sí, de la época anterior. Luego pasó un viejito harapiento y ocurrió lo mismo. Luego un chico hambriento, y volvió a repetirse la misma situación.
Finalmente, el rabino le pidió a este hombre que se mirara al espejo. “¿Qué ves?”, preguntó el rabino, y el rico contestó que se veía a sí mismo.
Entonces reflexionó el rabino:” ¿Sabes lo que es un espejo? Un espejo es un vidrio común con una capa de plata.” Y luego agregó: “ Cuando le agregamos plata (al vidrio) no puedes ver a la gente y te ves sólo a ti mismo”.
lunes, 1 de octubre de 2007
Polifonias para Simja Tora
LA TORA NO ES PARA LOS ANGELES
Simjat Torá constituye una preciosa invención del pueblo judío en el exilio.
Se trata de una festividad desprovista de mitzvot intrínsecas.
En primera y última instancia la mitzvá, el precepto, en Simjat Torá, la fiesta de la alegría de la Torá, consiste en celebrar jubilosamente la relación entre D´s y el pueblo de Israel.
Y esta relación está basada en la Torá.
Según el midrash, en un principio los ángeles no estaban de acuerdo con que la Torá fuera entregada al hombre.
D´s, entonces, apeló a Moshé para que intercediera.
Moshé preguntó a los ángeles:
¿Acaso tenéis vosotros padres, y con ellos la necesidad de un precepto para honrarlos y respetarlos?
¿Tenéis vosotros celos y envidias y por lo tanto la necesidad de un precepto para no codiciar?
¿Manejáis vosotros dinero y necesitáis por ende un precepto para no robar?
Los ángeles callaron.
Y estuvieron de acuerdo con D´s en que la Torá debía ser dada al hombre.
CHISTES, (¿¡CHISTES!?)...UN POCO DE HUMOR...
• Decía el maestro: “Cuando el sabio señala con el dedo a la luna, lo único que ve el necio es el dedo”.
(El verdadero valor de los puntos de referencia reside en su capacidad de orientarnos y guiarnos hacia los referentes)
• Un hombre pretendía infundir a sus hijos el gusto por la música. Para ello les compró un piano. Cuando llegó esa noche a su casa, los niños estaban contemplando el instrumento musical absolutamente perplejos. Al ver al padre le preguntaron: “¿Cómo se enciende?”. (¿!)
• “¿Crees que viajar puede servirnos para ensanchar nuestras mentes?”, preguntaron los discípulos al maestro. “Es posible”, respondió el sabio, “Mas tened cuidado de que no sirva para propagar por más sitios vuestra estrechez de miras”.
¿SABÍAS QUE...
• La última palabra de la Torá es “Israel”.
• La primera palabra de la Torá es “Bereshit” (“En el comienzo”)
• Consecuentemente la última letra de la Torá es la letra “lamed” y la primera letra de la Torá es la “bet”.
• Uniendo la “lamed” y la “bet” se forma la palabra hebrea “leb” que significa “corazón”.
Tal vez con esto se nos esté diciendo que solamente reiniciando el ciclo de lectura de la Torá y permitiendo así el encuentro de ambas letras, la “lamed” y la “bet”, se puede lograr que al conocimiento intelectivo de las Escrituras se le sume el corazón, lo afectivo.
Sólo cuando coinciden el intelecto y el afecto surge la verdadera sabiduría.
CUENTO: BENDICIONES A CREDITO
En 1887, cuando en Simjat Torá se anunció en la sinagoga que el rabino Shalom Ber de Lubavitch iba a ser honrado con sostener la Torá durante el primer circuito de las “hakafot”, el rabino dijo: “No estoy preparado”.
En ese momento le pidió a un comerciante que solía trabajar sobre la base de comisiones que le explicara a todos cómo funcionaba ese negocio. “Simple”, dijo el hombre, “traigo mercadería de la gran ciudad y la proveo a todos los pequeños comerciantes minoristas, y el que paga por completo los bienes consignados previamente, obtiene su nuevo lote a crédito”.
Ahora bien, la palabra hebrea para “a crédito” es “hakafá”, es decir el mismo vocablo que designa cada uno de los circuitos festivos en la sinagoga en el transcurso de los cuáles la comunidad baila con la Torá.
El rabino entonces le dijo a los allí reunidos: “Sólo después de que uno ha pagado ´en efectivo´ con las distintas clases de servicio divino que caracterizan al mes de Elul, Rosh hashaná, los diez días de penitencia, Iom Kipur, Sucot y Sheminí Atzeret, uno puede recibir nuevas bendiciones en consignación para el nuevo año, recibirlas ´a crédito´ (“behakafá”).
(Extraído de “A treasury of hassidic tales on the festivals” de S. Y. Zevin)
Simjat Torá nos invita a sumergirnos en nuestras emociones.
Crea instrumentos musicales no formales. Puedes intentar desde llenar botellas o recipientes con piedritas, arroz, granos de café, hasta enhebrar tapitas de bebidas en un alambre.
¿Cuáles serían los sonidos y ritmos que, extraídos de estos creativos instrumentos, te permiten expresar: enojo, serenidad, miedo, seguridad, angustia, esperanza, dolor, placer, tristeza, alegría?
Estudiando el pasaje del Génesis en el que D´s separó de las tinieblas a la luz un rabino le preguntó a sus discípulos:
“¿Cómo pueden darse cuenta cuándo la noche se convierte en día?”.
Respondió uno de ellos:
“Si mirando a lo lejos distingo el horizonte”.
Otro dijo:
“Si al mirar a la distancia puedo diferenciar un pino de un ciprés”.
El rabino, no satisfecho con las respuestas, dijo:
“En realidad, para saberlo, deben mirar al rostro de un ser humano. Si descubren en él a un hermano es porque se ha hecho de día”.
Simjat Torá constituye una preciosa invención del pueblo judío en el exilio.
Se trata de una festividad desprovista de mitzvot intrínsecas.
En primera y última instancia la mitzvá, el precepto, en Simjat Torá, la fiesta de la alegría de la Torá, consiste en celebrar jubilosamente la relación entre D´s y el pueblo de Israel.
Y esta relación está basada en la Torá.
Según el midrash, en un principio los ángeles no estaban de acuerdo con que la Torá fuera entregada al hombre.
D´s, entonces, apeló a Moshé para que intercediera.
Moshé preguntó a los ángeles:
¿Acaso tenéis vosotros padres, y con ellos la necesidad de un precepto para honrarlos y respetarlos?
¿Tenéis vosotros celos y envidias y por lo tanto la necesidad de un precepto para no codiciar?
¿Manejáis vosotros dinero y necesitáis por ende un precepto para no robar?
Los ángeles callaron.
Y estuvieron de acuerdo con D´s en que la Torá debía ser dada al hombre.
CHISTES, (¿¡CHISTES!?)...UN POCO DE HUMOR...
• Decía el maestro: “Cuando el sabio señala con el dedo a la luna, lo único que ve el necio es el dedo”.
(El verdadero valor de los puntos de referencia reside en su capacidad de orientarnos y guiarnos hacia los referentes)
• Un hombre pretendía infundir a sus hijos el gusto por la música. Para ello les compró un piano. Cuando llegó esa noche a su casa, los niños estaban contemplando el instrumento musical absolutamente perplejos. Al ver al padre le preguntaron: “¿Cómo se enciende?”. (¿!)
• “¿Crees que viajar puede servirnos para ensanchar nuestras mentes?”, preguntaron los discípulos al maestro. “Es posible”, respondió el sabio, “Mas tened cuidado de que no sirva para propagar por más sitios vuestra estrechez de miras”.
¿SABÍAS QUE...
• La última palabra de la Torá es “Israel”.
• La primera palabra de la Torá es “Bereshit” (“En el comienzo”)
• Consecuentemente la última letra de la Torá es la letra “lamed” y la primera letra de la Torá es la “bet”.
• Uniendo la “lamed” y la “bet” se forma la palabra hebrea “leb” que significa “corazón”.
Tal vez con esto se nos esté diciendo que solamente reiniciando el ciclo de lectura de la Torá y permitiendo así el encuentro de ambas letras, la “lamed” y la “bet”, se puede lograr que al conocimiento intelectivo de las Escrituras se le sume el corazón, lo afectivo.
Sólo cuando coinciden el intelecto y el afecto surge la verdadera sabiduría.
CUENTO: BENDICIONES A CREDITO
En 1887, cuando en Simjat Torá se anunció en la sinagoga que el rabino Shalom Ber de Lubavitch iba a ser honrado con sostener la Torá durante el primer circuito de las “hakafot”, el rabino dijo: “No estoy preparado”.
En ese momento le pidió a un comerciante que solía trabajar sobre la base de comisiones que le explicara a todos cómo funcionaba ese negocio. “Simple”, dijo el hombre, “traigo mercadería de la gran ciudad y la proveo a todos los pequeños comerciantes minoristas, y el que paga por completo los bienes consignados previamente, obtiene su nuevo lote a crédito”.
Ahora bien, la palabra hebrea para “a crédito” es “hakafá”, es decir el mismo vocablo que designa cada uno de los circuitos festivos en la sinagoga en el transcurso de los cuáles la comunidad baila con la Torá.
El rabino entonces le dijo a los allí reunidos: “Sólo después de que uno ha pagado ´en efectivo´ con las distintas clases de servicio divino que caracterizan al mes de Elul, Rosh hashaná, los diez días de penitencia, Iom Kipur, Sucot y Sheminí Atzeret, uno puede recibir nuevas bendiciones en consignación para el nuevo año, recibirlas ´a crédito´ (“behakafá”).
(Extraído de “A treasury of hassidic tales on the festivals” de S. Y. Zevin)
Simjat Torá nos invita a sumergirnos en nuestras emociones.
Crea instrumentos musicales no formales. Puedes intentar desde llenar botellas o recipientes con piedritas, arroz, granos de café, hasta enhebrar tapitas de bebidas en un alambre.
¿Cuáles serían los sonidos y ritmos que, extraídos de estos creativos instrumentos, te permiten expresar: enojo, serenidad, miedo, seguridad, angustia, esperanza, dolor, placer, tristeza, alegría?
Estudiando el pasaje del Génesis en el que D´s separó de las tinieblas a la luz un rabino le preguntó a sus discípulos:
“¿Cómo pueden darse cuenta cuándo la noche se convierte en día?”.
Respondió uno de ellos:
“Si mirando a lo lejos distingo el horizonte”.
Otro dijo:
“Si al mirar a la distancia puedo diferenciar un pino de un ciprés”.
El rabino, no satisfecho con las respuestas, dijo:
“En realidad, para saberlo, deben mirar al rostro de un ser humano. Si descubren en él a un hermano es porque se ha hecho de día”.
Cuento
Una Guía del Eden para el Neoyorquino
Por Lisa Lipkin
Y Dios ordenó al hombre, diciéndole, "De cada árbol de este jardín, puedes comer; pero del árbol de la sabiduría del bien y del mal, no lo harás; porque apenas lo hagas, morirás. Génesis 2: 16-17
Y Dios, siendo un incurable romántico, sabía que la vida no sería divertida sin una luna. Entonces Dios hizo la luna y ésta brilló en el cielo. Pero Dios necesitaba algo para que le aullara, entonces hizo un coyote.
Intentó una variación de ese animal y apareció un perro. Pero el perro necesitaba algo que perseguir…entonces Dios hizo al gato. Éste era travieso y encantador y a Dios le gustó tanto que hizo uno más grande y fue el tigre. Y aun más grande, un león….luego un elefante…y un dinosaurio. Cuando Dios terminó con los animales más grandes hizo a los más pequeños: hormigas, saltamontes, abejas, mosquitos.
Y porque Dios sabía que un día habría un lugar llamado New York…creó cucarachas. Pero a la luna se la veía sola en el cielo, entonces Dios creó las estrellas para que le hicieran compañía. Y éstas brillaban y titilaban al lado de la luna. Eran tan encantadoras que Dios quiso crear algo que fuera especial y que pudiera comprender y apreciar su belleza. Fue entonces que creó al Hombre. Un sujeto buen mozo llamado Adán, cuyos bellos ojos estaban llenos de vida. Pero honestamente, ¿cuánto tiempo podía Adán balancearse en los árboles, alimentar a los monos, pasear a los perros? Se estaba aburriendo. Y se sentía solo. Entonces, una noche, Adán pidió un deseo a las estrellas. Dijo: "Deseo una compañía humana. Alguien con quien pueda compartir este hermoso lugar, alguien con quien broncearme en Miami". Y en ese momento apareció Eva en escena.
Ella era encantadora, estaban hechos el uno para el otro y Adán ya no se sintió solo. Jugaban a las escondidas, al salto de rana y al Scrabble. Corrían por el voluptuoso pasto, bailaban entre las rosas y pensamientos y hundían sus dedos en húmedos charcos de rocío color esmeralda. Y disfrutaban de la mutua compañía y de ese glorioso paraíso llamado Edén. Hasta que un día algo terrible sucedió.
Adán estaba juntando comida para la cena y Eva estaba sentada sobre una roca tarareando una alegre canción, cuando de repente, fue interrumpida por una seductora serpiente de color plateado con una voz parecida a la de Mae West, que se deslizó desde detrás de un árbol diciéndole: "Tessssoro. ¿Qué essstásss cantando?"
"Sólo una simple melodía". Apenas las palabras salieron de la boca de Eva la serpiente se le acercó y le dijo: "En vez de esssso, ¿por qué no vienesss conmigo?".
Y como el flautista de Hammelin cuya música atraía mágicamente, la serpiente sedujo a Eva. La siguió detrás de un alto árbol y se sintió impactada por lo que vio. La serpiente estaba parada al lado de una flamante y brillante computadora Apple de color verde manzana.
"Tessssoro, ¿por qué no pruebasss esta Apple? " La serpiente le alcanzó a Eva un tronco para que se sentara.
Eva nunca había visto antes un teclado y no sabía qué hacer. Con precaución presionó una tecla, luego otra y otra y otra. Más y más rápido… el ritmo se aceleró! En unos poco minutos aprendió a usar el Word perfect 6.2, cómo tipear un mailing, cómo enviar un fax. En resumen, Eva estaba obsesionada.
En los bosques, Adán estaba preocupado por Eva. No podía imaginar adónde había ido. De pronto, él también fue atraído por el llamado de la serpiente que lo arrastró hacia Eva quien seguía concentrada en su computadora.
"¿Qué sucede, Eva? Soy yo, Adán, tu hombre! Estaba muy preocupado. ¿Dónde estabas?"
Pero Eva no estaba de humor para hablar. "Calma, Adán, estoy ocupada. Estoy programando la computadora para poder calcular cuántos animales podemos atrapar dentro del radio más pequeño". Y siguió escribiendo.
Adán no sabía qué hacer. Pero la serpiente sí lo sabía. "Dime, hermosssso Adán, ¿por qué no pruebas esta Mackintosh?!" Y ésta le resultó a Adán tan atrayente como una trozo de fruta madura. Y también Adán se obsesionó.
Desde ese momento lo único que Adán y Eva querían hacer era trabajar con sus computadoras. A la mañana se ponían sus hojas de parra y corrían a través de los bosques hacia sus computadoras……los bosques ya no los divertían. Pasaban todo el día con sus computadoras. El cálido sol brillaba sobre ellos pero ellos no se detenían a sentir sus rayos. El agradable y penetrante aroma de pino y lilas los cubría pero ellos no se tomaban el tiempo para disfrutarlo. A la noche, cuando las estrellas titilaban en el cielo y la luna los envolvía con su brillo, estaban demasiado cansados como para notarlo. Y así, nunca pudieron regresar al Jardín donde habían nacido.
Por Lisa Lipkin
Y Dios ordenó al hombre, diciéndole, "De cada árbol de este jardín, puedes comer; pero del árbol de la sabiduría del bien y del mal, no lo harás; porque apenas lo hagas, morirás. Génesis 2: 16-17
Y Dios, siendo un incurable romántico, sabía que la vida no sería divertida sin una luna. Entonces Dios hizo la luna y ésta brilló en el cielo. Pero Dios necesitaba algo para que le aullara, entonces hizo un coyote.
Intentó una variación de ese animal y apareció un perro. Pero el perro necesitaba algo que perseguir…entonces Dios hizo al gato. Éste era travieso y encantador y a Dios le gustó tanto que hizo uno más grande y fue el tigre. Y aun más grande, un león….luego un elefante…y un dinosaurio. Cuando Dios terminó con los animales más grandes hizo a los más pequeños: hormigas, saltamontes, abejas, mosquitos.
Y porque Dios sabía que un día habría un lugar llamado New York…creó cucarachas. Pero a la luna se la veía sola en el cielo, entonces Dios creó las estrellas para que le hicieran compañía. Y éstas brillaban y titilaban al lado de la luna. Eran tan encantadoras que Dios quiso crear algo que fuera especial y que pudiera comprender y apreciar su belleza. Fue entonces que creó al Hombre. Un sujeto buen mozo llamado Adán, cuyos bellos ojos estaban llenos de vida. Pero honestamente, ¿cuánto tiempo podía Adán balancearse en los árboles, alimentar a los monos, pasear a los perros? Se estaba aburriendo. Y se sentía solo. Entonces, una noche, Adán pidió un deseo a las estrellas. Dijo: "Deseo una compañía humana. Alguien con quien pueda compartir este hermoso lugar, alguien con quien broncearme en Miami". Y en ese momento apareció Eva en escena.
Ella era encantadora, estaban hechos el uno para el otro y Adán ya no se sintió solo. Jugaban a las escondidas, al salto de rana y al Scrabble. Corrían por el voluptuoso pasto, bailaban entre las rosas y pensamientos y hundían sus dedos en húmedos charcos de rocío color esmeralda. Y disfrutaban de la mutua compañía y de ese glorioso paraíso llamado Edén. Hasta que un día algo terrible sucedió.
Adán estaba juntando comida para la cena y Eva estaba sentada sobre una roca tarareando una alegre canción, cuando de repente, fue interrumpida por una seductora serpiente de color plateado con una voz parecida a la de Mae West, que se deslizó desde detrás de un árbol diciéndole: "Tessssoro. ¿Qué essstásss cantando?"
"Sólo una simple melodía". Apenas las palabras salieron de la boca de Eva la serpiente se le acercó y le dijo: "En vez de esssso, ¿por qué no vienesss conmigo?".
Y como el flautista de Hammelin cuya música atraía mágicamente, la serpiente sedujo a Eva. La siguió detrás de un alto árbol y se sintió impactada por lo que vio. La serpiente estaba parada al lado de una flamante y brillante computadora Apple de color verde manzana.
"Tessssoro, ¿por qué no pruebasss esta Apple? " La serpiente le alcanzó a Eva un tronco para que se sentara.
Eva nunca había visto antes un teclado y no sabía qué hacer. Con precaución presionó una tecla, luego otra y otra y otra. Más y más rápido… el ritmo se aceleró! En unos poco minutos aprendió a usar el Word perfect 6.2, cómo tipear un mailing, cómo enviar un fax. En resumen, Eva estaba obsesionada.
En los bosques, Adán estaba preocupado por Eva. No podía imaginar adónde había ido. De pronto, él también fue atraído por el llamado de la serpiente que lo arrastró hacia Eva quien seguía concentrada en su computadora.
"¿Qué sucede, Eva? Soy yo, Adán, tu hombre! Estaba muy preocupado. ¿Dónde estabas?"
Pero Eva no estaba de humor para hablar. "Calma, Adán, estoy ocupada. Estoy programando la computadora para poder calcular cuántos animales podemos atrapar dentro del radio más pequeño". Y siguió escribiendo.
Adán no sabía qué hacer. Pero la serpiente sí lo sabía. "Dime, hermosssso Adán, ¿por qué no pruebas esta Mackintosh?!" Y ésta le resultó a Adán tan atrayente como una trozo de fruta madura. Y también Adán se obsesionó.
Desde ese momento lo único que Adán y Eva querían hacer era trabajar con sus computadoras. A la mañana se ponían sus hojas de parra y corrían a través de los bosques hacia sus computadoras……los bosques ya no los divertían. Pasaban todo el día con sus computadoras. El cálido sol brillaba sobre ellos pero ellos no se detenían a sentir sus rayos. El agradable y penetrante aroma de pino y lilas los cubría pero ellos no se tomaban el tiempo para disfrutarlo. A la noche, cuando las estrellas titilaban en el cielo y la luna los envolvía con su brillo, estaban demasiado cansados como para notarlo. Y así, nunca pudieron regresar al Jardín donde habían nacido.
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