domingo, 29 de julio de 2007

Parasha Ree

¿POR QUÉ LA TORÁ PIENSA DIFERENTE A NOSOTROS?
Por: Rab Amram Anidjar

Existe un dicho popular que dice: Si quieres saber la opinión de la Torá, pregúntale a la gente: ¿qué opinan?, entonces sabrás qué es lo que opina la Torá, exactamente lo contrario.

El motivo no es porque la Torá está torcida, sino porque las personas ven todo al revés. Los médicos explican que la imagen que capta el ojo humano es una imagen volteada, solamente al final del ojo, en la , la imagen se endereza. Es decir, a primera vista todo lo que vemos está al revés, únicamente después es que se endereza. Así también ocurre con la visión instintiva del hombre, primero se piensa todo al revés y solamente con la sabiduría divina es que se puede lograr que se enderecen esos pensamientos.

En nuestra Parashá encontramos muchos temas, pero casi todos son un ejemplo de lo que estamos desarrollando en estas líneas. Siempre nos daremos cuenta que el pensamiento divino está en lo correcto, una vez realizado un análisis profundo y objetivo.

El primer ejemplo lo vemos en la Torá, en nuestra Parashá, específicamente, cuando Dios nos dice: “He aquí que pongo ante vosotros, hoy, a la bendición y a la maldición”. En la Parashá de Nitzabim continua esto, diciendo: “Observa que he puesto ante ti la vida y lo bueno, la muerte y lo malo, la bendición y la maldición… y escogerás la vida” (Deuteronomio 30:16). Aparentemente todos nos preguntamos ¿Por qué Dios nos está ordenando algo que es lógico, nos está ordenando a escoger la vida, por supuesto que lo haremos sin que nos lo ordene?

Para entender esa orden, primeramente, hay que entender qué es vida, qué es bueno y qué es malo. Hay personas que creen que ir los sábados a la playa es muy bueno, que ir a las fiestas “acid”es vida, que estar libre de preceptos divinos es una bendición, que el Shabat es una maldición, que las mitzvot son la muerte, y que estudiar Torá es aburrido porque se pierde el tiempo en tonterías, Dios nos libre.

Por otro lado, hay personas que piensan de otra forma, piensan según los patrones de la Torá, de Dios, que ser un judío temeroso de Dios es bueno, cuidar las mitzvot es una bendición y que estudiar Torá es vida. Por eso escribió la Torá: “…escogerás la vida”, refiriéndose a lo que Dios considera vida y no lo que otros consideran lo que es vida, porque lo que otros piensan, generalmente, está tergiversado y lo que Dios piensa es la verdad. Basta con que analicemos un poco para que nos demos cuenta de esto.

¿Qué es vivir? Cumplir con la Torá y sus preceptos o ir alocado por la vida, emborrachándose, consumiendo drogas, pasarse toda la vida con las amistades en viajes peligrosos… No puede ser, todo esto lo que provoca es la muerte, la muerte espiritual y a veces llega también a provocar la muerte física, Dios nos libre. ¿Acaso eso es vida? Al contrario, solamente la Torá, es quien nos enseña como vivir adecuadamente. Tomen como ejemplo las leyes que expone Maimónides acerca de cómo se debe comer, que se debe comer, cuándo se debe comer, cómo nos debemos bañar, cómo hacer deportes, y verán ¡qué calidad de vida! Además, el que cumple con todas esas leyes, tiene asegurado que jamás se enfermará. También si tomamos las máximas que nos transmitieron nuestros sabios, acerca de cómo debemos abandonar el odio, la envidia, el orgullo, y alegrarnos con lo que tenemos, veremos que viviremos mucho mejor. Todo esto es sin hablar de la vida en el mundo eterno, que esa vida sí es vida.

El segundo ejemplo lo encontramos también en nuestra Parashá, específicamente cuando se habla del esclavo hebreo. Desde un punto de vista superficial todos se preguntan: ¿acaso un judío puede ser esclavo? No puede ser, es desconcertante. Pero la Torá nos enseña que el que roba deberá ser vendido como esclavo, otra vez desde un punto de vista superficial, no aparenta ser lógico, pero al final, veremos que la Torá tiene razón. ¿Por qué? Analicemos lo que hacen hoy en día, en el mundo moderno y avanzado.

¿Qué castigo merece un ladrón? La cárcel, diez años, cinco años, veinte años, todo depende de lo que robó. Imaginémonos un joven que le arranca a una mujer su cartera, llena de dinero, la cadena de oro, y se escapa, pero al final es atrapado por la policía. Le decretan tres años de cárcel. En esa cárcel, ¿con quién se rodea? Seguramente que no se rodea con gente sana, sino con ladrones, violadores, asesinos. A lo largo de su estadía en la cárcel, este joven es entrenado, por esos delincuentes, cómo robar bancos, cómo escaparse de los policías, qué se le dice al juez… En resumidas cuentas, después de tres años en la cárcel, sale graduado de ladrón profesional de la mejor universidad en la materia de toda la ciudad. Desde el día que sale, empieza a trabajar. Ni hablar del dinero, ni de la cadena de oro, que le robó a esa mujer, esto jamás aparecerá. Si la mujer tiene suerte, que se cuide de que no se vengue, este joven que fue encarcelado, durante tres años, por culpa de ella.

Por otro lado, la línea de pensamiento de la Torá es diferente. Cuando se atrapa al ladrón, quien robo seguramente porque no tenia lo qué comer, si no tiene cómo cancelar lo robado, se le manda directamente a trabajar a la casa de quien él robó. Con sus horas de trabajo va pagando el importe total de lo robado. En ese hogar recibe un trato cálido, tanto es así, que la Guemará dice que el que adquiere un esclavo, es como que hubiera adquirido un patrón. El patrón está obligado a darle honores, comida, y si en la casa hay solo una cama, el esclavo es quien la usa y no el amo. En ese hogar es donde aprende el esclavo a comportarse correctamente, sin dañar a los demás. Después de unos años de trabajo, que jamás excede los seis, el patrón está obligado a darle, a ese esclavo, de sus bienes, un poco de ganado, cosechas de uvas y de granos, para que emprenda su vida de nuevo, con bienestar, para que más nunca vuelva a robar. Entonces, ¿Quién tiene razón, la Torá o la justicia moderna, nuestra forma de pensar o la de Dios?

Un tercer ejemplo, lo encontramos en nuestra Parashá, la Torá habla de las bondades del hombre para el hombre, de la caridad. Analicemos, qué piensan las personas al respecto. Muchos piensan que si dan el diezmo, se vana empobrecer. Si finalmente lo dieron, el pobre le debe agradecer toda su vida. Pero, vamos a analizar qué piensa la Torá de esto. Si finalmente diste, ganaste. Cuando des dinero al pobre, agrádesele por recibirlo de tí.

Pero, ¿por qué la Torá piensa así? Porque el dinero que posee la persona, no le vino por sus propios méritos, sino que Dios fue quien se lo dio. Tal y como lo dice el versículo de Proverbios ( ): “El rico y el pobre se encontraron, Dios es quien los hizo así”. Los comentaristas explicaron que todo el mundo piensa que los ricos son ricos porque son personas sabias, saben cómo hacer los negocios, etc. Y que los pobres, son pobres porque son menos capacitados y estudiados. Pero cuando se encuentran, nos daremos cuenta que el pobre es más sabio que el rico, quien no sabe ni siquiera diferenciar entre la izquierda y la derecha. Entonces, es cuando entendemos que todo depende de Dios, Él es quien lo hizo. La riqueza no viene por la sabiduría, ni la pobreza por la ignorancia, estas son cuentas divinas. Es por esto, que Dios nos ordenó a dar diez por ciento de nuestro capital a los pobres. Si se lo damos, entonces nos bendecirá, como lo dice en nuestra Parashá (Deuteronomio 15:10), ¿por qué? ¿Acaso que por eso Dios te bendecirá? Dios sí te bendecirá porque está observando que estás ayudando a los demás, y por eso te multiplica tus ganancias. Entonces no podemos ver como que estamos perdiendo, sino que debemos ver que estamos ganando. Entonces, ¿Quién tiene que agradecer a quién?, ¿Qué le diste al pobre? Dinero, comida, pero ¿Qué recibiste de Dios, a cambio de eso? Bendiciones, protección de la muerte, entonces, recibiste vida. Incluso en el mundo venidero, si diste cien dólares, recibirás cosas que, ni siquiera con un millón de dólares, podrás comprarlas. ¿Quién recibió más que quién? ¿Quién debe agradecer a quién?

Por eso, cuando le preguntó Naomí a su nuera Ruth, quien era una mujer pobre que iba a recolectar las sobras de los campos, ¿Quién es ese buen hombre que te permitió agarrar espigas de su campo? Ruth le respondió: El hombre, a quien le hice el favor de recolectar de su cosecha y no de otra, se llama Boaz. Esa respuesta no es un descaro, sino que es la realidad, porque el rico siempre recibe más de lo que da. Entonces, ¿quién tiene razón, la Torá o nosotros?

Siempre, desde un punto de vista superficial, las palabras de Dios son ilógicas, como los hijos que piensan que sus padres siempre se equivocan, solamente cuando crecen se dan cuenta cuánta razón tenían sus padres. Así ocurre con la Torá.

Que sea la voluntad de Dios que nos abra nuestro entendimiento y captemos sus enseñanzas tan sabias y verdaderas, su visión correcta de las cosas, para que así podamos siempre escoger el camino de la vida y del bien. Amén.

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