viernes, 13 de julio de 2007

Parasha Mase

AYUDANDO A LOS DEMÁS
Por Rab: Amram Anidjar

Esta es la última Parashá del libro de Bamidbar y si buscamos un mensaje en común de todas las parashiot, encontraremos un mensaje especial que nos ayudará a todos nosotros. Está escrito: “Ein Tzadik… Asher Lo Yejetá – No hay una persona justa… que no haya pecado”. El pecado de una persona justa es mucho más grave que el de una persona simple, porque los que lo observan dirán: Si ese peca, entonces ¿qué esperan de mí?

A lo largo de todas las parashiot del libro de Bamidbar, vimos cómo el Yetzer Hará se esforzó para tumbar a los grandes, a los líderes, a los personajes ejemplares, de una manera imponente, ya que una vez hecho esto, el trabajo con el resto del pueblo es mucho más fácil lo vence sin mayores problemas, incluso hasta se caen solos, se desvanecen automáticamente.

Vimos por ejemplo, en la Parashá de Bamidbar, el pecado de los hijos de Aharón, Nadab y Abihú, quienes fueron consumidos por un fuego por no haber ofrendado correctamente los sacrificios a Dios (Números 3:4). En la Parashá de Behaalotejá, vimos cómo Miriam fue castigada con la lepra por haber hablado mal de su hermano Moshé. Incluso Aharón incurrió en un grave error al no haber reconvenido a Miriam. En esa misma Parashá vimos que, según el Midrash, los 70 sabios de la corte empezaron a desear la carne de res, de una manera exigente y junto a ellos arrastraron al resto del pueblo a quejarse y a rebelarse contra Moshé (Números 11:4).

En la Parashá Shlaj Lejá vimos cómo diez de los doce príncipes de las tribus, personas importantes, hablaron mal de la tierra de Israel, provocando que el pueblo despreciara a la tierra santa (Números 1:1).

En la Parashá de Koraj vimos que Koraj, uno de los Levy más importantes del santuario, que cargaba el Arca Sagrada, se rebeló contra Moshé arrastrando consigo a 250 líderes, provocando así sus muertes.

En la Parashá Jukat vimos que Moshé no santificó el nombre de Dios ante lo ojos de Israel, al no haberle hablado a la roca, como lo había ordenado Dios, y por el contrario la golpeó, provocando esto la prohibición de entrar a la tierra prometida (Números 20:11).

En la Parashá de Balak y Pinjás vimos que Zimrí Ben Salúh, presidente de la tribu de Shimón, ante los ojos de todo Israel, tomó como mujer a Kosbí Bat Tzur, princesa de Midián, provocando que 24000 jóvenes, la mayoría de su propia tribu, fueran en busca de mujeres de Midián para juntarse con ellas, lo que desafortunadamente causó que también hicieran idolatría (Números 25:6:14).

En la Parashá de Matot vimos cómo los rabinos más importantes de esa época (encargados de miles de personas), regresaron de la guerra contra Midián y Moab, con las moabitas que hicieron pecar a los jóvenes, pues las metieron como prisioneras dentro del campamento de Israel, en vez de haberlas matado en su ciudad. Entonces, Moshé les reconvino por la tontería tan grande que hicieron. (Números 31:14).

Hasta ahora hemos visto cómo el Yetzer Hará trabajó fuertemente para vencer a los grandes, convencerlos para pecar, para que los demás cayeran por sí mismos. Es como un pastor que se encarga de dirigir a las primeras ovejas hacia una dirección y ya todas las demás continúan su camino hacia esa dirección. Por eso dijeron nuestros sabios: Todo aquel que es mayor que su compañero, mayor es su instinto del mal. El Yetzer Hará prefiere trabajar con uno y no con cien a la vez.

En nuestra Haftará, el profeta Yirmiyáhu quería resumir el por qué se destruyó el Templo de Jerusalem, diciendo: “Los sacerdotes no preguntaron ¿dónde está el Eterno?, los que manejan la ley no me conocieron, y los gobernantes cometieron transgresiones contra Mí, los profetas también profetizaron por Baal y anduvieron detrás de cosas que no dan provecho”. Es decir, Yirmiyáhu hizo hincapié, en cómo los grandes pecan y el resto del pueblo cae.

Por eso, cuando el rey David tomó a Bat Sheva, la esposa de Uriá, aunque estaba divorciada de éste, el profeta Natán le dijo a David, después de que ésta lloró y se arrepintió de sus actos: “Hashem Heebir Jatatjá – Dios perdonó tu pecado” ( ). El profeta Natán también le dijo que tenía otra cosa por resolver, ya que ese pecado causó que se profanara el nombre de Dios en público y provocó que los malvados aprendieran de él y pensaran que si el justo rey David lo hizo, entonces ellos con más razón podían hacerlo.

Así vemos cuánto se debe cuidar la persona de no causar que los demás pequen, pues todos somos ejemplos de todos y todos aprenden de nosotros cuando pecamos. Lo queramos o no, somos ejemplos de otros, el Yetzer Hará lo sabe y por eso se esfuerza en vencernos para que demos malos ejemplos a los demás. Como al Yetzer Hará le cuesta convencer a todo el Kahal de una sinagoga a hablar, entonces convence al rabino o al Jazán para que hablen en medio del rezo, para que así todos los demás lo hagan.

Él no puede convencer a 50 hombres a mirar algo prohibido; convence a una mujer para que vaya caminando por la calle vestida sin recato, y entonces diez, cincuenta y hasta cien hombres caen. Debemos cuidarnos siempre de no ser la primera ovejita del rebaño, que guía a las demás al abismo. No podemos ser el vagón del tren que guía al resto de los vagones a un accidente trágico. Bien sea que seamos lideres pequeños o grandes, o mujeres, debemos cuidarnos de no hacer pecar a los demás por el ejemplo de nuestras acciones.

Para terminar, les voy a contar la historia de Sol, la justa, quien vivía en Marruecos. Al rey de ese país se le antojó juntarse con esta judía, Sol, y ella se negó a ir con él de manera rotunda. El rey, al escuchar esto, le decretó la muerte y además que su cuerpo fuera arrastrado por las calles de la ciudad donde vivía, para que todos temieran al rey. Al decretar esto, le preguntaron a Sol, cuál era su último deseo Sol pidió una cajita de imperdibles. Cuando se la dieron, empezó a pegar su vestido a su piel, con los imperdibles, para que no la vieran sin recato cuando el caballo la arrastrara por la ciudad. De aquí vemos cuán importante era para ella no hacer pecar a los demás. Ese día, los esclavos del rey la amarraron a la cola de un caballo, la arrastraron por todas las calles y posteriormente la asesinaron.

Es muy importante cuidarnos de no hacer pecar a los demás. El Yetzer Hará, convence a los jóvenes a pecar, a través de un amigo que organice una reunión en su casa para que el resto de los amigos vayan y pequen allá. O a veces un padre, es convencido por el Yetzer Hará, para ir a la playa en Shabat y entonces toda la familia peca por él. Tenemos prohibido ser los emprendedores de ese tipo de cosas, porque todos esos pecados son debitados a ellos y a nosotros. En vez de ser la cabeza del mal, seamos la del bien. Debemos ayudar a los demás a encaminarse en la verdad, a acercarse a Dios, y entonces sus créditos nos serán también acreditados a nosotros.

“Que sea la voluntad de Dios, que nos salve de ser líderes negativos de las personas, y nos ayude a ser líderes positivos de todos. Amén”.

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