viernes, 14 de diciembre de 2007

Parasha Vayigash

LAS PRUEBAS
Por: Rab Amram Anidjar

Todos los años, cada vez que llegaba esta Parashá, me preguntaba a mí mismo tres preguntas. Son preguntas que, cualquiera que estuviera interesado en entender bien la Parashá, las hubiera preguntado.

La primera pregunta es: ¿Cómo Yosef puede ser tan vengativo? ¿Dónde está la Torá que le enseñó su padre? ¿Dónde dejó la piedad con sus hermanos? ¿Quiénes fueron, indirectamente, los causantes de su nuevo status social?. A de pesar que ellos también se comportaron de una manera completamente injusta, está escrito en la Torá “No te vengarás” y de seguro que eso se lo enseñó su padre Yaakov.

La segunda pregunta es: ¿Por qué Yosef, después de estar tantos años en el poder, no tomó un caballo y fue a casa de su padre, para así alegrarlo? ¿Por qué no le mandó un Fax? ¿Por qué no lo llamó por teléfono? ¿Acaso podríamos decir que su venganza es más importante que su padre?

Y la tercera pregunta es: ¿Yosef realmente quería a sus hermanos o no? Por un lado les demostraba distanciamiento, y por el otro se escondía en un cuarto a llorar como un niño. Incluso cuando llegó Binyamín, en vez de ir a abrazarlo y a besarlo, decide controlarse e incluso lo deja como esclavo, ¿Acaso Binyamín le hizo algo?

Para responder estas preguntas, investigué en varios libros de nuestros comentaristas, reuní la información y con la ayuda de Dios les transmitiré las respuestas respectivas.

Todos nosotros sabemos que Dios posee una cualidad de justicia, la cual consiste en retribuirle a la persona con la misma moneda con que ella se comporta.

Por ejemplo, Yaakov le fue encomendado por su padre Itzjak de ir a Jarán a buscar a una muchacha para casarse y volver, pero éste se quedó en ese sitio 22 años. Así se le retribuyó a Yaakov con su hijo Yosef, cuando se separó de él durante 22 años.

O cuando Yaakov mintió a su padre al ponerse encima pieles de chivos. Luego sus hijos le llevaron las ropas de Yosef con sangre de chivo. Y así muchas veces se repite la historia en la Torá. La pregunta es: ¿Por qué Dios hace las cosas así?

El motivo es porque Dios quiere que hagamos teshuvá (arrepentimiento) por todo aquello que nos equivocamos. Pero a veces se nos olvida o, simplemente, no sabíamos que eso era prohibido hacerlo, y por eso nos manda un recordatorio de lo malo que hicimos para que nos arrepintamos.

Yosef que ya se sabía esta lección, estaba pendiente de cualquier detalle que le mandaba Dios ya que el vio en su propia carne esta conducta de Dios. Por ejemplo, cuando acusó a sus hermanos de comer carne sin Shejitá, su ropa fue ensuciada con sangre y se la llevaron a su padre. Cuando dijo que sus hermanos se decían unos a otros que eran hijos de las esclavas, fue él mismo vendido como esclavo. Los acusó de que estaban pecando con mujeres prohibidas, y la esposa de Potifar lo engatusó. Cuando el juez le dictaminó 10 años de cárcel, entendió Yosef que fue por hablar mal de sus 10 hermanos. Después que recibió dos años más de cárcel, entendió Yosef que era por haberle dicho dos palabras de más al ministro de las bebidas para que lo sacara de la cárcel: “Acuérdate de mí”.

De esta forma, Yosef aprendió a captar los mensajes de Dios, y empezó a hacer teshuvá por todos sus errores.

Los hermanos todavía pensaban que habían hecho bien con Yosef al haberlo vendido. Por eso Yosef, junto con la ayuda de Dios, les estaba preparando una estrategia única para lograr que hicieran teshuvá, pero una teshuvá conciente y no una teshuvá obligada por la situación. El no quería hacerlos sentir obligados a arrepentirse, revelando su identidad de Yosef, rey de Egipto, porque si lo hacía así, lógicamente sus hermanos jamás se hubieran arrepentido de lo hecho.

Por eso, Yosef esconde ese amor tan grande que sentía por sus hermanos y empieza a poner en funcionamiento la estrategia de las insinuaciones.

Primero los acusó de espías, y los hermanos no entendían cómo es posible que los acusaran de una forma tan extraña e ilógica. Se pusieron a recordar el pasado y se dieron cuenta de que una vez acusaron a un hermano llamado Yosef de espía y que lo querían matar por eso, cuando en verdad venía solamente a repartirles comida. En ese momento se empezaron a arrepentir por lo que le hicieron a su hermano Yosef.

Posteriormente, los encerró tres días. En el calabozo se preguntaban, ¿Por qué nos habrán encerrado en un calabozo, y por qué tres días? Entonces se pusieron a recordar el pasado otra vez, y se dieron cuenta de que tres días fue lo que recibieron porque le hicieron tres cosas a Yosef: lo desnudaron, lo metieron en el pozo y después lo vendieron. Ahora ellos estaban en un calabozo por haber metido a Yosef en un pozo. Es decir, empezaron a relacionar todos esos inconvenientes ocurridos en Egipto con Yosef.

En ese momento, todos empezaron a confesar sus errores, y dijeron que ellos eran culpables por los sufrimientos de Yosef, ya que no quisieron escucharlo cuando suplicó que lo ayudaran. Pensaron que tuvieron que haberlo escuchado y por lo menos no lanzarlo al pozo, pues mejor lo hubieran dejado afuera y después venderlo.

En ese momento, Reubén dijo que todos ellos estaban equivocados, porque el asunto se veía más serio de lo que aparentaba y dijo: el único que propuso la idea de lanzarlo al pozo había sido yo y no ustedes; por eso a quien le correspondería recibir el castigo, es a mí. ¿Pero por qué ustedes fueron también castigados? Si es por la venta, entonces yo no debería de haber sido castigado, ya que yo no estaba presente en ese momento y si al final estamos todos siendo castigados por igual, seguramente es por la sentencia de muerte que le determinamos a Yosef y no por otra cosa.

En ese momento, Yosef se dio cuenta de que el único que se acercaba al arrepentimiento verdadero era Reuben, mientras que los demás todavía no se despertaban. Por eso continuó Yosef con su estrategia.

Colocó a Shimón en la cárcel como garantía de que volverían. Todos se preguntaron: ¿Por qué Shimón fue retenido en la cárcel y al resto lo liberó? Fue cuando se recordaron que el primero que había propuesto la muerte de Yosef había sido Shimón. Ahí fue cuando los hermanos se empezaron a dar cuenta de que todo lo ocurrido coincidía con el pasado.

El Kli Yakar explicó que no toda la estrategia que se llevó a cabo fue exclusivamente por Yosef, ya que Dios también intervino en ella. Cuando Yaakov mandó a sus hijos a liberar a Shimón, mandó también con ellos un pequeño presente “ “. Si reflexionamos, nos daremos cuenta que eso mismo era lo que llevaban los yishmaelim en sus carruajes, cuando vendieron a Yosef.

Todas las piezas se estaban juntando y formándose una foto no tan agradable para los hermanos de Yosef, ya que empezaron a entender que debían ir a Egipto a pedirle perdón por todo lo hecho, y aceptar que durante 22 años, vivieron equivocadamente lo que no era muy fácil. Además, el sufrimiento que le causaron a su padre durante 22 años fue en vano. Lo que sí veían era cómo Dios les estaba mandando todos esos datos para que despertaran.

La gota que derramó el vaso fue cuando Yosef le puso a Binyamín en su bolsa, o saco, la copa. Al abrir la bolsa de Binyamín y encontrar allí la copa del Faraón, inmediatamente entendieron ellos que Yosef les estaba recordando que por su culpa de su padre se visitó con ropas de luto (que eran hechas con saco) durante 22 años, al pensar que él estaba muerto.

Al final de todo, los hermanos entendieron que hicieron mal con su hermano Yosef, al sentenciarlo a muerte, al venderlo y que, también con su padre Yaakov, hicieron mal.

Por eso se ofrecieron inmediatamente como esclavos de Yosef, porque sabían que el próximo paso era que ellos serían vendidos como esclavos, tal y como hicieron con él.

Hasta aquí había terminado la primera parte del plan. Reconocieron el pecado. Ahora les faltaba el arrepentimiento. Para esta segunda fase, Yosef ya tenía preparada la táctica para llevarla a cabo perfectamente.

El Rambam explica la segunda fase de la teshuvá, que es el arrepentimiento, de la siguiente forma: Cuando la persona se encuentre en la misma situación en la que pecó, y se auto controle y evite pecar, será entonces cuando verdaderamente demuestre arrepentimiento y así, el proceso de la teshuvá quedará completado perfectamente.

Yosef preparó un gran banquete, en el que participaron todos los hermanos, pero a Binyamín, que era el otro hijo de Rajel y también muy querido por su padre, lo sentó a su lado, le vistió con atuendos especiales y le sirvió más comida que al resto de los hermanos. Todo eso lo hizó para ver si los hermanos mostraban alguna señal de envidia por el hijo de Rajel, el hijo preferido de Yaakov. Le colocó una vestimenta especial, tal y como Yaakov había hecho con Yosef. Lo sentó a su lado, tal y como hacia Yaakov con Yosef, etc. Solamente quería ver la reacción de ellos.

Al final, Yosef les informó que Binyamín se quedaría como esclavo, y que ellos quedaban libres para irse con su padre. En ese momento quiso ver Yosef, si verdaderamente habían hecho teshuvá o no, ya que la vez que lo vendieron a él fueron a donde su padre a contarle mentiras, y ahora que tenían la oportunidad de hacer lo mismo, Yosef quería chequearlos y saber si verdaderamente se querían arrepentir de lo hecho o no.

Al ver Yosef que Shimón fue el primero en salir a defender a Binyamín diciendo que él sería el esclavo y no Binyamín y que después todos empezaron a suplicar que liberara a Binyamín, ya que no querían volver a hacer el mismo error de la otra vez, fue entonces que Yosef no pudo aguantar ese amor que sentía por los hermanos y los abrazó, ya que se había dado cuenta de que realmente se habían arrepentido de lo ocurrido en el pasado.

Por eso entendemos por qué Yosef no quiso comunicarse con su padre, para que la estrategia se llevara a cabo perfectamente.

Efectivamente, Yosef amaba a sus hermanos y lo único que quería ayudarlos espiritualmente a limpiar sus cuentas pendientes con Dios.

Jamás existió aquí ninguna venganza, sino amor verdadero, ya que él quería que se arrepintieran para evitar que fueran juzgados por Dios.

Aprendimos de todo esto que en la vida, la persona tiene que buscar y entender toda insinuación que Dios le manda, bien sea para que corrijamos algún error que hicimos en el pasado y nos arrepintamos o bien sea para advertirnos que no caigamos en el futuro.

También aprendimos, que a pesar de que ya hayamos reconocido nuestro error y estemos arrepentidos de todo corazón, todavía no hemos sido puestos a prueba en la misma situación y por lo tanto, nuestra teshuvá no ha sido completada.

“Que sea la voluntad de Dios que sepamos interpretar correctamente las señales que nos manda diariamente, para llegar a hacer teshuvá por todos nuestros errores, y que cuando seamos puestos a prueba nunca tropecemos y que, por el contrario, sepamos sobreponernos. Amén.”

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