jueves, 16 de agosto de 2007

Parasha Ki Tetze

NOSOTROS LOS PIADOSOS
por: Rab Amram Anidjar


Am Israel se ha destacado, a lo largo de la historia, por ser un pueblo piadoso. A través de esta cualidad hemos sido reconocidos muchas veces, y nos hemos asemejado a Dios, quien también es piadoso, bondadoso.

En nuestra Parashá vemos la importancia que hay en ser piadoso con todos, desde el más pequeño hasta el más grande, desde cualquier animal hasta con nuestros amigos.

El primer ejemplo lo encontramos en Deuteronomio (22:4), específicamente en la mitzvá de ayudar al prójimo a colocar las cargas encima de su burro. En Éxodo encontramos la mitzvá de ayudar al prójimo, a desmontar la carga de su burro. Hay una diferencia entre estas dos mitzvot, por cargar bultos encima del burro uno puede pedir una remuneración a cambio, pero por desmontar no se puede perder tiempo en discutir de dinero, hay que correr para ayudar al burro a quitarle tanto peso de encima. De aquí aprendemos la importancia de tener piedad con los animales.

El segundo ejemplo lo vemos cuando la Torá nos prohibe arar el campo con un burro y un toro a la vez. Uno de los motivos es porque el toro al ser más fuerte, avanza más y el burro se cansa más rápido, dejándole todo el trabajo al toro. El otro motivo es porque el toro al ser rumiante, da la impresión que está comiendo todo el tiempo, provocando que el burro se sienta mal que no le dan de comer. Aquí también vemos, cómo hay que ser piadoso con los animales.

El tercer ejemplo lo vemos cuando la Torá dice, en nuestra Parashá: “Lo Tajsom Shor Bedishó – No colocarás un bozal en la boca del toro mientras ara”, es prohibido taparle la boca a los animales que están trabajando, ya que cuando ven tanta comida necesitan comer. También está prohibido que el dueño coma sin antes haber dado de comer a sus animales, bien sea pececitos, pajaritos, perritos, etc. Hay que apiadarse de los animales.

Si la Torá nos enseña a apiadarnos de los animales, qué será con las personas, con los pobres que necesitan de tanta ayuda.

Nuestra Parashá nos dice que si vimos que a nuestro compañero se le perdió un toro, burro, ropa u objetos, no podemos ser crueles, debemos devolvérselo y en caso de que no lo conozcamos debemos de guardarlo en nuestras casas hasta que aparezca su dueño, mientras tanto, debemos ir anunciando, preguntando a la gente, ya que debemos de apiadarnos de aquel que se le perdió algo.

También la Torá nos obliga a ayudar al que están montando su burro con carga, si vemos que no puede solo, debemos correr y ayudarlo, apiadarnos de u condición física.

Un tercer ejemplo, lo vemos cuando la Torá nos prohibe cobrar intereses de un préstamo realizado a un compañero. No podemos ser crueles con los demás, ya que con los intereses estamos impidiéndole indirectamente que se remonte de su baja económica. Incluso sería bueno que se lo regalaras, para que verdaderamente se te abra el corazón con los demás y seas un hombre muy piadoso.

La Torá también contempla otro caso de piedad con los demás, en la mitzvá de dejar de recolectar parte de la cosecha, para que el que lo necesite no tenga que pasar por la vergüenza de ir directamente a pedírtelo, sino que lo recoja en cualquier momento, sin que nadie lo vea.

Al igual que Dios es bondadoso y piadoso, Él quiere que nosotros también lo seamos, y no solo eso, sino que también, en esta Parashá vemos que Dios prohibe la entrada de un moabita o de un amonita a la congregación de Israel. Incluso que sean judíos conversos descendientes de ellos, no podemos aceptarlos entre nosotros, ya que ellos son crueles por naturaleza. Bené Israel salieron de Egipto, pasaron cerca de sus campamentos y le quisieron comprar agua y pan, pero ellos se negaron. Incluso que los Bené Israel no lo necesitaban, ya que tenían Maná y el pozo de Miriam, el hecho de no querer ayudar, apiadarse de alguien que está pidiendo, ya demuestra su esencia cruel y es por eso que Dios prohibió la entrada, de este tipo de personas, a Su congregación.

Día tras día nosotros le pedimos a Dios que se apiade de nosotros, pero la pregunta es ¿acaso que nosotros somos piadosos con los demás?, ¿si somos crueles, cómo vamos a pretender que Dios sea piadoso con nosotros?

Esto se parece a la fábula que cuenta que una vez un pelícano estaba muy hambriento, cuando este metió su cabeza dentro del agua para buscar su comida, se encontró con un pez. El pez le dijo al pelicano: Apiadase de mí, no me coma. En ese momento, de los nervios que tenía el pez, se le escapó un pececito de su boca y el pelícano le dijo: Tú no te avergüenzas de pedirme piedad, si ni siquiera tú con tus hermanos eres piadoso.

Así es nuestra relación con Dios, le pedimos que se apiade de nosotros y mientras tanto Él está viendo que nosotros no nos apiadamos de los animales, pobres y amigos.

Debemos saber que en temas de piedad con los demás, hay un nivel superior a todos, la Torá nos ordena a devolver lo que se le extravió al otro, ayudarlo a cargar sus bultos al burro. Esto no solamente se refiere a pérdidas materiales y a cargas físicas, sino que también se refiere a pérdidas y cargas espirituales. Si la Torá nos obliga a devolver objetos, qué será en devolver almas judías. Hay muchos judíos en el mundo que perdieron su identidad, su Sefer Torá, perdieron el mapa para volver a casa, todos nosotros tenemos la obligación de devolver a estos judíos su identidad perdida, apiadarse de ellos, incluso que ellos mismos no sepan lo grave de su situación, debemos ayudarlos.

Hay personas que les cuesta ir con la carga de la Torá a sus costas, tenemos la obligación de ayudarlos. Por ejemplo, hay personas que quieren tener una cocina Kasher totalmente, pero les cuesta hacerlo, nuestra obligación es ir a sus casas y ayudarlos a hacerlo, cargar con su peso. También hay personas que les cuesta cuidar Shabat, no saben las leyes, debemos apiadarnos de esas personas, invitarlos a Shabat a nuestras casas para que vean lo que es un Shabat y entonces podremos sentarnos con ellos y explicarles las leyes, una por una.

Así es con cada cosa, con cada judío, debemos apiadarnos de él, darle espiritualidad y material, darle el bien tanto en este mundo como en el venidero. En el tratado de Babá Metziá 85a, dice que a Rebi le vinieron los sufrimientos, durante una larga época, por no haber sido piadoso, pero en cuanto empezó a apiadarse, estos desaparecieron. La Guemará explica que una vez un becerrito se escondió detrás de Rebi, tratando de evitar ser degollado por el Shojet, y Rebi se levantó de su silla y le dijo al becerrito: ¿por qué te escondes, si para esto fuiste creado?, en ese momento empezaron los sufrimientos a llegar al cuerpo de Rebi. (Incluso que es permitido degollar a un animal para consumir su carne, el hecho de no haber sentido lástima de ese becerrito, ya implicaba ser amonestado). Hasta que un día, su esclava vio a unos ratones en la casa y los quería matar. En ese momento Rebi le dijo a la esclava que los liberara en el campo, pero que no los matara. Cuando en los cielos vieron que Rebi se apiado de los ratones, inmediatamente se apiadaron de él y se curó por completo.

En el libro Pele Yoetz (Pág. 68b) dice que no podemos matar, ni siquiera a una serpiente, siempre y cuando haya opción de atraparla y liberarla en las montañas. Diariamente nos encontramos con animalitos, hormigas, insectos y no nos duele matarlos, ¿Dónde esta la piedad, ellos también tienen familia? Todo esto es sin hablar de ir a cazar animales por hobbie, esos es la peor crueldad que pueda existir. El matar animales puros para consumir sus carnes, no es prohibido, ya que tiene un sentido lógico, pero ir a matar por hobbie, por placer, es muy malo y cruel.

Por eso debemos fortalecernos en ser piadosos, con los insectos, animales y personas, para que Dios, el piadoso, se apiade de los piadosos, o sea de nosotros. Amén.

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