NOSOTROS LOS PIADOSOS
por: Rab Amram Anidjar
Am Israel se ha destacado, a lo largo de la historia, por ser un pueblo piadoso. A través de esta cualidad hemos sido reconocidos muchas veces, y nos hemos asemejado a Dios, quien también es piadoso, bondadoso.
En nuestra Parashá vemos la importancia que hay en ser piadoso con todos, desde el más pequeño hasta el más grande, desde cualquier animal hasta con nuestros amigos.
El primer ejemplo lo encontramos en Deuteronomio (22:4), específicamente en la mitzvá de ayudar al prójimo a colocar las cargas encima de su burro. En Éxodo encontramos la mitzvá de ayudar al prójimo, a desmontar la carga de su burro. Hay una diferencia entre estas dos mitzvot, por cargar bultos encima del burro uno puede pedir una remuneración a cambio, pero por desmontar no se puede perder tiempo en discutir de dinero, hay que correr para ayudar al burro a quitarle tanto peso de encima. De aquí aprendemos la importancia de tener piedad con los animales.
El segundo ejemplo lo vemos cuando la Torá nos prohibe arar el campo con un burro y un toro a la vez. Uno de los motivos es porque el toro al ser más fuerte, avanza más y el burro se cansa más rápido, dejándole todo el trabajo al toro. El otro motivo es porque el toro al ser rumiante, da la impresión que está comiendo todo el tiempo, provocando que el burro se sienta mal que no le dan de comer. Aquí también vemos, cómo hay que ser piadoso con los animales.
El tercer ejemplo lo vemos cuando la Torá dice, en nuestra Parashá: “Lo Tajsom Shor Bedishó – No colocarás un bozal en la boca del toro mientras ara”, es prohibido taparle la boca a los animales que están trabajando, ya que cuando ven tanta comida necesitan comer. También está prohibido que el dueño coma sin antes haber dado de comer a sus animales, bien sea pececitos, pajaritos, perritos, etc. Hay que apiadarse de los animales.
Si la Torá nos enseña a apiadarnos de los animales, qué será con las personas, con los pobres que necesitan de tanta ayuda.
Nuestra Parashá nos dice que si vimos que a nuestro compañero se le perdió un toro, burro, ropa u objetos, no podemos ser crueles, debemos devolvérselo y en caso de que no lo conozcamos debemos de guardarlo en nuestras casas hasta que aparezca su dueño, mientras tanto, debemos ir anunciando, preguntando a la gente, ya que debemos de apiadarnos de aquel que se le perdió algo.
También la Torá nos obliga a ayudar al que están montando su burro con carga, si vemos que no puede solo, debemos correr y ayudarlo, apiadarnos de u condición física.
Un tercer ejemplo, lo vemos cuando la Torá nos prohibe cobrar intereses de un préstamo realizado a un compañero. No podemos ser crueles con los demás, ya que con los intereses estamos impidiéndole indirectamente que se remonte de su baja económica. Incluso sería bueno que se lo regalaras, para que verdaderamente se te abra el corazón con los demás y seas un hombre muy piadoso.
La Torá también contempla otro caso de piedad con los demás, en la mitzvá de dejar de recolectar parte de la cosecha, para que el que lo necesite no tenga que pasar por la vergüenza de ir directamente a pedírtelo, sino que lo recoja en cualquier momento, sin que nadie lo vea.
Al igual que Dios es bondadoso y piadoso, Él quiere que nosotros también lo seamos, y no solo eso, sino que también, en esta Parashá vemos que Dios prohibe la entrada de un moabita o de un amonita a la congregación de Israel. Incluso que sean judíos conversos descendientes de ellos, no podemos aceptarlos entre nosotros, ya que ellos son crueles por naturaleza. Bené Israel salieron de Egipto, pasaron cerca de sus campamentos y le quisieron comprar agua y pan, pero ellos se negaron. Incluso que los Bené Israel no lo necesitaban, ya que tenían Maná y el pozo de Miriam, el hecho de no querer ayudar, apiadarse de alguien que está pidiendo, ya demuestra su esencia cruel y es por eso que Dios prohibió la entrada, de este tipo de personas, a Su congregación.
Día tras día nosotros le pedimos a Dios que se apiade de nosotros, pero la pregunta es ¿acaso que nosotros somos piadosos con los demás?, ¿si somos crueles, cómo vamos a pretender que Dios sea piadoso con nosotros?
Esto se parece a la fábula que cuenta que una vez un pelícano estaba muy hambriento, cuando este metió su cabeza dentro del agua para buscar su comida, se encontró con un pez. El pez le dijo al pelicano: Apiadase de mí, no me coma. En ese momento, de los nervios que tenía el pez, se le escapó un pececito de su boca y el pelícano le dijo: Tú no te avergüenzas de pedirme piedad, si ni siquiera tú con tus hermanos eres piadoso.
Así es nuestra relación con Dios, le pedimos que se apiade de nosotros y mientras tanto Él está viendo que nosotros no nos apiadamos de los animales, pobres y amigos.
Debemos saber que en temas de piedad con los demás, hay un nivel superior a todos, la Torá nos ordena a devolver lo que se le extravió al otro, ayudarlo a cargar sus bultos al burro. Esto no solamente se refiere a pérdidas materiales y a cargas físicas, sino que también se refiere a pérdidas y cargas espirituales. Si la Torá nos obliga a devolver objetos, qué será en devolver almas judías. Hay muchos judíos en el mundo que perdieron su identidad, su Sefer Torá, perdieron el mapa para volver a casa, todos nosotros tenemos la obligación de devolver a estos judíos su identidad perdida, apiadarse de ellos, incluso que ellos mismos no sepan lo grave de su situación, debemos ayudarlos.
Hay personas que les cuesta ir con la carga de la Torá a sus costas, tenemos la obligación de ayudarlos. Por ejemplo, hay personas que quieren tener una cocina Kasher totalmente, pero les cuesta hacerlo, nuestra obligación es ir a sus casas y ayudarlos a hacerlo, cargar con su peso. También hay personas que les cuesta cuidar Shabat, no saben las leyes, debemos apiadarnos de esas personas, invitarlos a Shabat a nuestras casas para que vean lo que es un Shabat y entonces podremos sentarnos con ellos y explicarles las leyes, una por una.
Así es con cada cosa, con cada judío, debemos apiadarnos de él, darle espiritualidad y material, darle el bien tanto en este mundo como en el venidero. En el tratado de Babá Metziá 85a, dice que a Rebi le vinieron los sufrimientos, durante una larga época, por no haber sido piadoso, pero en cuanto empezó a apiadarse, estos desaparecieron. La Guemará explica que una vez un becerrito se escondió detrás de Rebi, tratando de evitar ser degollado por el Shojet, y Rebi se levantó de su silla y le dijo al becerrito: ¿por qué te escondes, si para esto fuiste creado?, en ese momento empezaron los sufrimientos a llegar al cuerpo de Rebi. (Incluso que es permitido degollar a un animal para consumir su carne, el hecho de no haber sentido lástima de ese becerrito, ya implicaba ser amonestado). Hasta que un día, su esclava vio a unos ratones en la casa y los quería matar. En ese momento Rebi le dijo a la esclava que los liberara en el campo, pero que no los matara. Cuando en los cielos vieron que Rebi se apiado de los ratones, inmediatamente se apiadaron de él y se curó por completo.
En el libro Pele Yoetz (Pág. 68b) dice que no podemos matar, ni siquiera a una serpiente, siempre y cuando haya opción de atraparla y liberarla en las montañas. Diariamente nos encontramos con animalitos, hormigas, insectos y no nos duele matarlos, ¿Dónde esta la piedad, ellos también tienen familia? Todo esto es sin hablar de ir a cazar animales por hobbie, esos es la peor crueldad que pueda existir. El matar animales puros para consumir sus carnes, no es prohibido, ya que tiene un sentido lógico, pero ir a matar por hobbie, por placer, es muy malo y cruel.
Por eso debemos fortalecernos en ser piadosos, con los insectos, animales y personas, para que Dios, el piadoso, se apiade de los piadosos, o sea de nosotros. Amén.
jueves, 16 de agosto de 2007
Parasha Shofetim
LA CIUDAD PERFECTA
por: Rab Amram Anidjar
En nuestra Parashá aparece la obligación de nombrar jueces y policías en todas nuestras ciudades y portones. Sabido es la explicación del Alshij Hakadosh que dice que esta frase viene también a enseñarnos la importancia de colocar policías y jueces en nuestra pequeña ciudad, llamada “el cuerpo”, que está compuesta de varios portones. Como el ojo, los oídos, etc. Antes que todo, debemos poner en esta ciudad, un juez, llamado el cerebro, y muchos vigilantes en todos nuestros portones. Como los parpados de los ojos, el lóbulo de la oreja, los labios y los dientes de la boca, etc. Estos policías deben ser fieles a las sentencias del juez (cerebro), en el momento que el decida prohibir la entrada de algo a la ciudad hay que cerrar los portones. Si decide que algo no se puede escuchar hay que cerrar inmediatamente el oído, si decide que algo no se puede ver, inmediatamente hay que bajar las persianas, los parpados, así también con respecto a cerrar los portones de la boca. Como la boca está compuesta de dos caminos, uno para entrar y otro para salir, Dios tuvo que colocar dos vigilantes. Uno que cuide los alimentos que entran a ella, los dientes, y otro que cuide las palabras que salen de ella, los labios.
El juez es el más importante de toda esta escena, ya que sin él, los policías no saben lo que hacer. En nuestra Parashá veremos escritas varias leyes relacionadas con los jueces, que coinciden con las leyes de nuestro cerebro, nuestro juez.
El juez tiene prohibido aceptar sobornos. En caso de que el juez no sepa cómo sentenciar debe ir a Jerusalem (donde estaban los grandes sabios de la Torá) para asesorarse. Incluso que no entienda los motivos de la sentencia dada por los sabios de Jerusalem, así deberá sentenciar él.
Nuestro juez, el cerebro, primero debe saber todas las leyes de la Torá, porque si no, entones ¿cómo va a juzgar?, ¿de dónde va saber lo que es bueno, lo que es malo, lo permitido y lo prohibido? Igualmente, tiene que saber cuidarse muy bien, porque el Yetzer Hará sabe cómo sobornar. Él paga en efectivo, si lo escuchas te garantiza un disfrute inmediato. Provocando que el cerebro no funcione bien y que las decisiones no sean correctas.
Si por ejemplo, alguien viene a contarnos cosas malas de los demás. El cerebro sabe que está prohibido escuchar esas palabras, pero el Yetzer Hará lo soborna, diciéndole que está obligado a saber esta información, que todo el mundo ya lo sabe, que es un enemigo, etc., de tal forma que el cerebro permite a los oídos escuchar y es entonces cuando se comete el pecado. Así también ocurre con la boca, el Yetzer Hará convence al cerebro que la comida X es muy deliciosa, incluso que no sea Kasher. Así es con los ojos, y con el resto de los miembros del cuerpo. Por eso, la Torá le dijo al juez, al cerebro, que no se deje sobornar bajo ningún concepto.
Hay cosas que nuestro cerebro desconoce, el Yetzer Hará nos pregunta cosas que no sabemos cómo responderle, ¿esto es permitido o prohibido?, ¿es Kasher o no?, ¿esto se considera hablar mal del prójimo o no? Por eso, la Torá nos dice que cuando no sepamos qué hacer, vayamos a preguntar a los sabios, para que nos guíen y ayuden a pensar correctamente y en caso de que no estén, debemos consultar a los libros para saber qué decidir.
Si estos sabios llegasen a determinar algo que nosotros no comprendamos, si nos dicen que la derecha es izquierda o que lo blanco es negro, debemos obedecerles, ya que la Torá nos lo ordenó. Además de que ellos, si son sabios, seguramente que saben por qué dicen las cosas.
Una vez que el cerebro sepa estos tres conceptos, perfectamente, entonces podrá ser un buen juez en nuestra ciudad, el cuerpo.
Pero, ¿Por qué he de anular mis ideas por las decisiones de los sabios, a lo mejor yo estoy en lo correcto y ellos no?
Para responder esto debemos conocer un concepto llamado “vértigo espiritual”. Los pilotos muchas veces sufren de vértigo, en medio del vuelo pierden su rumbo, tanto es así que ni siquiera saben dónde es arriba y dónde es abajo. Son capaces de estrellarse contra el piso, pensando que están subiendo más y más alto, Dios nos libre.
El piloto que recibe un ataque de vértigo debe inmediatamente comunicarse con la torre de control más cercana para que desde allá le ayuden a dirigir el avión. El piloto tiene que estar dispuesto a seguir las instrucciones, aunque le digan que baje y a él le parece que está subiendo, debe de escuchar a los expertos porque él es quien está mareado y no ellos.
Así ocurre en la vida diaria, hay muchas personas que sufren de vértigo espiritual, piensan que están haciendo lo correcto, que así es como uno se debe comportar, que así es como está cumpliendo la voluntad de Dios, pero ellos se equivocan y no solo se equivocan, sino que se estrellan.
Por ejemplo, un joven que sale con una goyá, y esta le dice que se convertirá, cumplirá y hará. Él piensa que está haciendo un gran paso, y no solo eso, sino que piensa que es una Mitzvá grande lo que está haciendo, ya que dice estoy alumbrando a los goyim, los estoy convirtiendo al judaísmo, pero él no siente que se está estrellando poco a poco, se está arruinando la vida y la de su descendencia. Hay casos de mujeres que verdaderamente se convirtieron y cumplieron toda la Torá a cabalidad, pero esto ocurre con una en un millón de mujeres, y este joven ingenuo cree que su novia es esa una tan especial.
¿Qué debe hacer este joven, cuyo cerebro está dormido, sobornado, de huelga? Debe subir a Jerusalem, debe preguntar a los verdaderos rabinos, el consejo de la Torá, y no pagarle a algunos seudo rabinos para que conviertan a su novia, ya que lo que ellos quieren es el dinero y nada más. Debe escuchar a la torre de control para que logre aterrizar sano y salvo.
Cuando hay problemas en el cerebro, la persona queda vegetal, Dios no lo quiera. Cuando la persona tiene problemas espirituales en su cerebro, entonces está vegetal espiritualmente. Sus policías no saben qué hacer, los enemigos entran con facilidad y la conquistan y es entonces cuando se necesita guerrear muy fuerte para sacarlos afuera.
Por eso, debemos ser inteligentes y cuidar nuestro cerebro. Par esto debemos de llenarlo de información, de conocimientos de las leyes de la Torá. Posteriormente debemos nombrar a unos buenos policías que vigiles bien los portones de nuestra ciudad. Hay que estar alerta para que ningún extraño nos penetre. Cuando no sepamos qué hacer debemos de consultar con los representantes de la Torá y si nos dicen algo ilógico, debemos de saber que nosotros somos los equivocados y no ellos, nosotros tenemos vértigo y ellos son la torre de control.
Solamente así lograremos conservar una ciudad bonita y limpia, con un líder sabio y buenos policías. Amén.
por: Rab Amram Anidjar
En nuestra Parashá aparece la obligación de nombrar jueces y policías en todas nuestras ciudades y portones. Sabido es la explicación del Alshij Hakadosh que dice que esta frase viene también a enseñarnos la importancia de colocar policías y jueces en nuestra pequeña ciudad, llamada “el cuerpo”, que está compuesta de varios portones. Como el ojo, los oídos, etc. Antes que todo, debemos poner en esta ciudad, un juez, llamado el cerebro, y muchos vigilantes en todos nuestros portones. Como los parpados de los ojos, el lóbulo de la oreja, los labios y los dientes de la boca, etc. Estos policías deben ser fieles a las sentencias del juez (cerebro), en el momento que el decida prohibir la entrada de algo a la ciudad hay que cerrar los portones. Si decide que algo no se puede escuchar hay que cerrar inmediatamente el oído, si decide que algo no se puede ver, inmediatamente hay que bajar las persianas, los parpados, así también con respecto a cerrar los portones de la boca. Como la boca está compuesta de dos caminos, uno para entrar y otro para salir, Dios tuvo que colocar dos vigilantes. Uno que cuide los alimentos que entran a ella, los dientes, y otro que cuide las palabras que salen de ella, los labios.
El juez es el más importante de toda esta escena, ya que sin él, los policías no saben lo que hacer. En nuestra Parashá veremos escritas varias leyes relacionadas con los jueces, que coinciden con las leyes de nuestro cerebro, nuestro juez.
El juez tiene prohibido aceptar sobornos. En caso de que el juez no sepa cómo sentenciar debe ir a Jerusalem (donde estaban los grandes sabios de la Torá) para asesorarse. Incluso que no entienda los motivos de la sentencia dada por los sabios de Jerusalem, así deberá sentenciar él.
Nuestro juez, el cerebro, primero debe saber todas las leyes de la Torá, porque si no, entones ¿cómo va a juzgar?, ¿de dónde va saber lo que es bueno, lo que es malo, lo permitido y lo prohibido? Igualmente, tiene que saber cuidarse muy bien, porque el Yetzer Hará sabe cómo sobornar. Él paga en efectivo, si lo escuchas te garantiza un disfrute inmediato. Provocando que el cerebro no funcione bien y que las decisiones no sean correctas.
Si por ejemplo, alguien viene a contarnos cosas malas de los demás. El cerebro sabe que está prohibido escuchar esas palabras, pero el Yetzer Hará lo soborna, diciéndole que está obligado a saber esta información, que todo el mundo ya lo sabe, que es un enemigo, etc., de tal forma que el cerebro permite a los oídos escuchar y es entonces cuando se comete el pecado. Así también ocurre con la boca, el Yetzer Hará convence al cerebro que la comida X es muy deliciosa, incluso que no sea Kasher. Así es con los ojos, y con el resto de los miembros del cuerpo. Por eso, la Torá le dijo al juez, al cerebro, que no se deje sobornar bajo ningún concepto.
Hay cosas que nuestro cerebro desconoce, el Yetzer Hará nos pregunta cosas que no sabemos cómo responderle, ¿esto es permitido o prohibido?, ¿es Kasher o no?, ¿esto se considera hablar mal del prójimo o no? Por eso, la Torá nos dice que cuando no sepamos qué hacer, vayamos a preguntar a los sabios, para que nos guíen y ayuden a pensar correctamente y en caso de que no estén, debemos consultar a los libros para saber qué decidir.
Si estos sabios llegasen a determinar algo que nosotros no comprendamos, si nos dicen que la derecha es izquierda o que lo blanco es negro, debemos obedecerles, ya que la Torá nos lo ordenó. Además de que ellos, si son sabios, seguramente que saben por qué dicen las cosas.
Una vez que el cerebro sepa estos tres conceptos, perfectamente, entonces podrá ser un buen juez en nuestra ciudad, el cuerpo.
Pero, ¿Por qué he de anular mis ideas por las decisiones de los sabios, a lo mejor yo estoy en lo correcto y ellos no?
Para responder esto debemos conocer un concepto llamado “vértigo espiritual”. Los pilotos muchas veces sufren de vértigo, en medio del vuelo pierden su rumbo, tanto es así que ni siquiera saben dónde es arriba y dónde es abajo. Son capaces de estrellarse contra el piso, pensando que están subiendo más y más alto, Dios nos libre.
El piloto que recibe un ataque de vértigo debe inmediatamente comunicarse con la torre de control más cercana para que desde allá le ayuden a dirigir el avión. El piloto tiene que estar dispuesto a seguir las instrucciones, aunque le digan que baje y a él le parece que está subiendo, debe de escuchar a los expertos porque él es quien está mareado y no ellos.
Así ocurre en la vida diaria, hay muchas personas que sufren de vértigo espiritual, piensan que están haciendo lo correcto, que así es como uno se debe comportar, que así es como está cumpliendo la voluntad de Dios, pero ellos se equivocan y no solo se equivocan, sino que se estrellan.
Por ejemplo, un joven que sale con una goyá, y esta le dice que se convertirá, cumplirá y hará. Él piensa que está haciendo un gran paso, y no solo eso, sino que piensa que es una Mitzvá grande lo que está haciendo, ya que dice estoy alumbrando a los goyim, los estoy convirtiendo al judaísmo, pero él no siente que se está estrellando poco a poco, se está arruinando la vida y la de su descendencia. Hay casos de mujeres que verdaderamente se convirtieron y cumplieron toda la Torá a cabalidad, pero esto ocurre con una en un millón de mujeres, y este joven ingenuo cree que su novia es esa una tan especial.
¿Qué debe hacer este joven, cuyo cerebro está dormido, sobornado, de huelga? Debe subir a Jerusalem, debe preguntar a los verdaderos rabinos, el consejo de la Torá, y no pagarle a algunos seudo rabinos para que conviertan a su novia, ya que lo que ellos quieren es el dinero y nada más. Debe escuchar a la torre de control para que logre aterrizar sano y salvo.
Cuando hay problemas en el cerebro, la persona queda vegetal, Dios no lo quiera. Cuando la persona tiene problemas espirituales en su cerebro, entonces está vegetal espiritualmente. Sus policías no saben qué hacer, los enemigos entran con facilidad y la conquistan y es entonces cuando se necesita guerrear muy fuerte para sacarlos afuera.
Por eso, debemos ser inteligentes y cuidar nuestro cerebro. Par esto debemos de llenarlo de información, de conocimientos de las leyes de la Torá. Posteriormente debemos nombrar a unos buenos policías que vigiles bien los portones de nuestra ciudad. Hay que estar alerta para que ningún extraño nos penetre. Cuando no sepamos qué hacer debemos de consultar con los representantes de la Torá y si nos dicen algo ilógico, debemos de saber que nosotros somos los equivocados y no ellos, nosotros tenemos vértigo y ellos son la torre de control.
Solamente así lograremos conservar una ciudad bonita y limpia, con un líder sabio y buenos policías. Amén.
jueves, 9 de agosto de 2007
¿Como está tu crédito?
Un aldeano llamado David fue a la ciudad un día para comprar mercancías a fin de venderlas en su pueblo. Acudió a su proveedor habitual, Iehudá, eligió algunas mercaderías y preguntó si las podía llevar a crédito.
Iehudá revisó sus libros y vio que David no había pagado aún las tres últimas compras hechas en los últimos seis meses. Le dijo a David: "Lo siento pero siempre me dices que vas a pagarme tus viejas cuentas y todavía no lo has hecho".
David prometió enviar el dinero de esas cuentas tan pronto como llegara a su hogar. "Eso es lo que me has dicho la última vez que estuviste aquí", dijo Iehudá. "No te puedo dar nada a crédito nuevamente. Tu palabra, obviamente, no vale mucho". David le rogó a Iehudá pero éste no cedió.
Otro hombre que estaba en la tienda oyó toda la discusión y le dijo a David: "No hay manera de que él te venda a crédito otra vez pero tengo una sugerencia. Compra sólo lo que necesitas ahora y págalo al contado y también paga algo de tu cuenta. La próxima vez compra un poquito más y haz lo mismo. Sigue haciendo esto y, eventualmente, Iehudá te dará otra oportunidad".
En poco más de un mes de ahora, estaremos rezando a Hashem en Rosh Hashaná y Le estaremos pidiendo que nos bendiga con un buen año colmado de salud, prosperidad y alegrías. Hashem preguntará entonces: "¿Por qué He de darte estas cosas a ti?". Nosotros responderemos: "Para que podamos cumplir más mitzvot (preceptos), estudiar más Torá y servirte mejor".
"Me has dicho lo mismo el año pasado y el año anterior a ese", dirá Hashem, "pero nunca has cambiado tu práctica. No has pagado y tu crédito no es bueno".
A fin de evitar esta situación, necesitamos reforzar nuestro crédito por anticipado, antes de hacer más pedidos. Comencemos con pequeños cambios, tales como evitar el chisme y las mentiras, o rezar con un poco más de kavaná (intención, concentración). Entonces, cuando Rosh Hashaná llegue, Hashem estará más receptivo a nuestros requerimientos. En sólo unos pocos días, Rosh Jódesh Elul (principio del mes de Elul) dará comienzo a la cuenta regresiva de treinta días hasta Rosh Hashaná. Si no es ahora ¿cuándo?
(Sha'arei Armon)
Iehudá revisó sus libros y vio que David no había pagado aún las tres últimas compras hechas en los últimos seis meses. Le dijo a David: "Lo siento pero siempre me dices que vas a pagarme tus viejas cuentas y todavía no lo has hecho".
David prometió enviar el dinero de esas cuentas tan pronto como llegara a su hogar. "Eso es lo que me has dicho la última vez que estuviste aquí", dijo Iehudá. "No te puedo dar nada a crédito nuevamente. Tu palabra, obviamente, no vale mucho". David le rogó a Iehudá pero éste no cedió.
Otro hombre que estaba en la tienda oyó toda la discusión y le dijo a David: "No hay manera de que él te venda a crédito otra vez pero tengo una sugerencia. Compra sólo lo que necesitas ahora y págalo al contado y también paga algo de tu cuenta. La próxima vez compra un poquito más y haz lo mismo. Sigue haciendo esto y, eventualmente, Iehudá te dará otra oportunidad".
En poco más de un mes de ahora, estaremos rezando a Hashem en Rosh Hashaná y Le estaremos pidiendo que nos bendiga con un buen año colmado de salud, prosperidad y alegrías. Hashem preguntará entonces: "¿Por qué He de darte estas cosas a ti?". Nosotros responderemos: "Para que podamos cumplir más mitzvot (preceptos), estudiar más Torá y servirte mejor".
"Me has dicho lo mismo el año pasado y el año anterior a ese", dirá Hashem, "pero nunca has cambiado tu práctica. No has pagado y tu crédito no es bueno".
A fin de evitar esta situación, necesitamos reforzar nuestro crédito por anticipado, antes de hacer más pedidos. Comencemos con pequeños cambios, tales como evitar el chisme y las mentiras, o rezar con un poco más de kavaná (intención, concentración). Entonces, cuando Rosh Hashaná llegue, Hashem estará más receptivo a nuestros requerimientos. En sólo unos pocos días, Rosh Jódesh Elul (principio del mes de Elul) dará comienzo a la cuenta regresiva de treinta días hasta Rosh Hashaná. Si no es ahora ¿cuándo?
(Sha'arei Armon)
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