miércoles, 13 de junio de 2007

Parasha Koraj

LAS GUÍAS DE AM ISRAEL
por: Rab Amram Anidjar

En nuestra Parashá vemos la importancia de las mujeres en Am Israel, todos los hogares dependen de ellas, sobre sus hombros está el rumbo de sus familiares, y esto lo dijo el rey Shlomó: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ). La mujer puede construir o destruir su hogar.

En nuestra Parashá se habla de dos personajes, uno de ellos se rebeló contra Moshé Rabenu e indirectamente contra Dios y el otro se salvó del trágico final de aquellos que se rebelaron contra Moshé y Dios, gracias a su mujer.

El Midrash nos relata, que el día de la inauguración del santuario, Koraj volvió a su casa y su esposa no lo reconoció. Le contó a su mujer que Moshé ordenó a todos los Levy afeitarse los pelos de todo el cuerpo, porque era el primer día de servicio a Dios y había que purificarse por completo. En ese momento empezó su mujer a convencerle de que se rebelara contra Moshé, tanto así que incluso logró conseguir 250 hombres que se rebelaran junto a él. Uno de los tres líderes de ese grupo era On Ben Pelet quien también se dejó influenciar por su esposa. Pero hay una diferencia entre la esposa de On Ben Pelet y la de Koraj, la esposa de On lo influenciaba para bien, para que se alejara de las discusiones, que no se rebelara contra Moshé, diciéndole: “¿Qué diferencia hay si Moshé es el líder o Koraj es el líder, en qué te afecta si lo principal es servir a Dios?” On Ben Pelet, al escuchar las palabras de su esposa, le dijo: ¿Qué puedo hacer, pronto vendrán a buscarme para ir a la rebelión?”. La esposa le dijo que no se preocupara y le empezó a dar a beber vino hasta que lo emborrachó y lo llevó a dormir. Cuando vinieron a buscarlo, empezó a peinarse el cabello en la entrada de su carpa para que la vieran y aprovechando que ese acto no era recatado para una mujer, ante esos hombres que respetaban el recato, les dijo que se fueran porque su esposo no se encontraba bien. Así fue cómo se fueron y se rebelaron.

Al final, Koraj, sus seguidores y todas sus mujeres murieron. On Ben Pelet y su familia se salvaron. Sobre estas dos mujeres dijo el rey Shlomó el versículo: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ).

En el Midrash Hagadá se relata que en el momento en que empezó la tierra a abrirse para tragar a Koraj y a sus seguidores, la tierra se puso a temblar debajo de la cama de On, hasta que vino su esposa y le empezó a rezar a Dios para que lo perdonara ya que había hecho teshuvá, se había arrepentido de lo ocurrido, y además había jurado que más nunca se rebelaría en su contra. Entonces fue cuando dejó de temblar la tierra. En ese momento le pidió a su esposo que fuera a donde Moshé a pedirle perdón y On se negó y dijo que no saldría de su carpa nunca más por la vergüenza por la que había pasado. La esposa fue a rogarle a Moshé que lo perdonara. Moshé preguntó: ¿Quién es esta mujer? Cuando le dijeron que era la esposa de On ben Pelet, se levantó y fue a la carpa a decirle a On que saliera de ella, ya que fue perdonado por Dios y entonces fue cuando salió On Ben Pelet.

Aquí vemos la suerte tan grande que tuvo On Ben Pelet de tener una mujer tan sabia, que supo salvar a su marido del pecado, y no solo eso, sino que rezó por él para salvarlo de la perdición. Incluso logró traer a Moshé, el máximo líder de Am Israel, a la puerta de su casa para que honrara a su marido. Por otro lado, vemos a la esposa de Koraj que aconsejó mal a su esposo y le provocó bajar, junto a ella, hasta las profundidades de la tierra.

La fuerza de las mujeres es tan grande, que cuando Dios iba a entregar la Torá, primero envió a Moshé Rabenu a preguntarle al pueblo si quería recibirla, empezando por las mujeres. Explica el Midrash Rabá (Números 28:2) lo siguiente: el motivo que impulsó a Dios preguntar a las mujeres antes que a los hombres, si querían recibir la Torá, es que la causa de que Adam pecara, fue no exigirle también a Havá no comer del árbol del conocimiento.

Por eso, en esta segunda oportunidad, Dios optó por preguntarle a la mujer, primero. Si las mujeres no hubiesen querido aceptar la Torá, Dios no se la iba a ofrecer a los maridos. Porque en una casa donde la mujer quiere Torá y el marido no, hay muchas posibilidades de que el marido se convenza. Pero en una casa donde el marido sí quiere Torá y la mujer no, es muy difícil para el hombre mantenerse solo con la responsabilidad de las Mitzvot, ya que la mujer tiene un poder de convencimiento muy fuerte. Por eso es que dicen en Israel: Si tu esposa te dice lánzate por el balcón, rézale a Dios que por lo menos te toque en un primer piso, porque es seguro que te lanzarás.

La Torá dijo: “Lo Tob Heyot HaAdam Lebadó Eesé Lo Ezer Kenegdó – No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda en su contra” (Bereshit ). ¿Qué significa ayuda y qué significa en su contra? Aparentemente se contradicen. Sobre esto, la Guemará respondió: Si el hombre tuvo suerte, la mujer es su ayuda para acercarse a Dios, para ser un hombre ejemplar, ser temeroso de Dios, ser correcto en la vida, pero si no tuvo suerte, la mujer puede estar en su contra y no dejarlo servir a Dios, etc. Por eso, si tienes una mujer que te fastidia diciéndote: Vete a rezar, corre a estudiar Torá, etc., alégrate porque recibiste un regalo muy especial de los cielos.

La Guemará nos habla de dos mujeres, una de ellas era la esposa de Rabí Akivá, Rajel, y la otra era la esposa de Rabí Eliezer Ben Araj. Veamos la diferencia entre estas dos mujeres.

Rajel, quien tomó como esposo a un pastor, ignorante de la Torá, analfabeta, que odiaba a los rabinos e incluso decía, antes de hacer teshuvá, que si veía a un rabino era capaz de morderlo con todas sus fuerzas, hizo de él un gran sabio, con 24 mil alumnos, uno de los rabinos más grande en la Torá oral. Nos relata la Guemará que cuando Rabí Akivá volvió a su ciudad con todos sus alumnos, salieron los de la ciudad a recibirlos. Rajel también salió a recibir a su esposo y se prosternó a sus pies. Cuando los alumnos vieron a esa mujer, quisieron apartarla del camino de Rabí Akivá, pero él les dijo: Lo que yo soy y lo que ustedes son, se lo debemos a ella, déjenla.

Por otro lado, el Pirké Avot, nos relata acerca de Rabí Eliezer Ben Araj, el rabino que fue comparado a un manantial incesante de sabiduría. Además Rabí Yojanán Ben Zakay dijo que si en un lado de una báscula pusieran a todos los rabinos de Israel y del otro a Rabí Eliezer Ben Araj, la balanza cedería hacia su lado y no hacia a los demás, por la grandeza que había en él. Pero desafortunadamente, explica el Yalkut Kohelet, tenía una esposa que le exigió irse con ella a un lugar lejano, donde había ríos y manantiales. Le decía: En caso de que los rabinos te necesiten vendrán a buscarte. Se marchó la esposa y no tuvo otra opción que ir trás ella. Pasaron muchos años, su esposa no lo dejaba volver, ningún rabino fue a visitarlo y entonces él optó por ir a visitarlos a ellos. Cuando llegó a la ciudad, se dieron cuenta de que, ni siquiera sabía leer bien. Toda su sabiduría se había ido. La mujer construye o destruye.

Dios le dió un poder de convencimiento muy grande a la mujer y ella tiene que escoger hacia donde dirigirlo para guiar a su esposo, elevar su casa, a sus hijos y no lo contrario (Dios nos libre).

Dios les pregunta a los hombres, después de 120 años, si estudiaron Torá y cumplieron sus mitzvot. Si así fue, entonces les da su Olam Habá respectivo. Pero a las mujeres les pregunta: ¿Mandaste a tu esposo a estudiar Torá a la sinagoga y a los niños, también? Si así fué, entonces todo el éxito que tuvo su esposo y sus hijos en el cumplimiento de las mitzvot y estudiando Torá, se lo acreditan a ella para su Olam Habá.

“Que sea la voluntad de Dios que las mujeres entiendan esto, que aprovechen sus fuerzas para mejorar la calidad espiritual de Am Israel, porque ellas no solo dan la imagen de Am Israel, sino también su nivel. Todas las próximas generaciones dependen de ellas, y por sus méritos veremos próximas generaciones de luz, con hijos tzadikim, justos y correctos. Amén.”

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