AGRADECIENDO
Por: Rab Amram Anidjar
Existen tres tipos de agradecimiento a Dios. Uno de ellos es agradeciendo por las cosas buenas que nos ha tocado en la vida. Existe otro tipo de agradecimiento, muy difícil de cumplir, mas no imposible, que es agradecer por lo malo que nos ha ocurrido y hay un tercer tipo de agradecimiento que es por las cosas buenas que están pasando, que ni siquiera nos hemos enterado de ellas. El tema de hoy está enfocado al tercer tipo de agradecimiento.
El rey David dijo en Tehilim ( ): “Halelu Et Hashem Kol Goyim Shabejúhu Kol Haumim Ki Gabar Alenu Jasdó – Alaben a Dios todos los gentiles, admírenlo, todas las naciones, porque mucha es su bondad con nosotros”. La pregunta es: ¿Si Dios hizo bondades con nosotros, entonces por qué David Hamelej les habló a los gentiles? ¿Acaso ellos tienen que agradecer a Dios por las bondades que hace con nosotros? Nosotros somos los que debemos agradecer, y no ellos.
La respuesta es que hay milagros que Dios nos hace y nosotros no nos enteramos, pero los gentiles, sí se enteran. Mientras ellos se preparan para atacarnos, Dios les arruina sus planes, sin que nosotros nos enteremos de ello. Muchos atentados han sido anulados, milagrosamente, por mano de Dios, pero nosotros no nos hemos enterado. Además, están los antentados de los que sí hemos llegado a enterarnos y cómo fueron hechos fracasar inexplicablemente, a través de un milagro. Por eso, el rey David les dijo a los gentiles: Alaben a Dios, porque ustedes saben mejor que nosotros, cuántas bondades hace Él con su pueblo elegido, diariamente.
En nuestra Parashá vemos un ejemplo palpable de cómo Dios cambió la maldición, la brujería, el mal de ojo de Bilam, en bendiciones, sin que Am Israel se enterára. Cerró la boca de Bilam y su ojo, mientras que en el campamento de Israel no se sabía nada de lo que estaba pasando. No se supo que había un intento de perjudicarlos, ni tampoco que hubo un protector, sino hasta que fueron a los mercados de Moab, y allí se enteraron de lo ocurrido.
Cosas parecidas pasan todos los días, pero nosotros no sabemos cuántas bondades hace Dios con nosotros.
Tomemos como ejemplo a Sodoma y Gomorra se les había dictado un decreto muy malo, pero Abraham Abinu rezó y finalmente Dios accedió a anular el decreto, si encontraban a diez hombres justos dentro de esas ciudades. Imaginémonos que Abraham Abinu encontró a esos diez justos, y que Dios anuló su decreto. ¿Acaso en esas ciudades iban a saber que se salvaron, gracias a los diez hombres justos que estaban estudiando Torá? Seguro que no, y no solo eso, sino que además jamás agradecerían a Dios por haberlos salvado, ya que nunca supieron que hubo un decreto malo que fue anulado.
Todos los días nos salvamos por el estudio de la Torá en nuestra ciudad, por las bondades que hacemos, y no nos imaginamos cuánto nos queda por agradecerle a Dios.
El Zohar nos relata que, una vez, iban dos rabinos caminando y a lo lejos vieron a un pobre que venía hacia ellos para pedirles una limosna. Los rabinos metieron las manos en sus bolsillos para buscar unas monedas y dárselas. De repente, el pobre se desvió del camino y fue a pedirle una limosna a otro hombre que iba caminando por ahí. Cuando los rabinos vieron este acto, uno le preguntó al otro: ¿Por qué el pobre se habrá desviado, de esa forma, a pedirle caridad a ese hombre? Le respondió, que de seguro, Dios había hecho ese acto para ayudar a ese hombre para que se salvara de algo malo que le estaba por ocurrir, ya que Dios antes de mandar un mal decreto le da a la persona una oportunidad de hacer una mitzvá, para que el decreto no recaiga sobre él. Los rabinos, convencidos de esto, dijeron: Vamos a seguir a este hombre para observar de qué se ha salvado. Después de un tiempo caminando, el hombre decidió acostarse bajo un árbol y en ese momento salió una serpiente que lo iba a morder. De repente, apareció un pequeño animal cerca de ese hombre y la serpiente mordió al animal y lo comió. Al terminar, la serpiente se retiró, el hombre se levanto de su descanso y emprendió de nuevo su camino. Cuando los rabinos vieron eso, dijeron: Este hombre jamás se enterará de la bondad tan grande que le acaba de hacer Dios.
A lo largo del día, muchas personas intentan atacarnos, hacernos sufrir, y Dios los desvía. ¿Cuántas veces habrá ocurrido que uno va caminando por la calle, un ladrón nos empieza a perseguir, sin que nos demos cuenta, y este decide ir a atacar a otro que le parece que tiene mucho más, en vez de robarnos a nosotros? Si ese día nos hubiesen preguntado ¿cómo estábamos? Hubiésemos dicho todo bien, tranquilo, pero jamás nos hubiésemos imaginado el favor tan grande que nos hizo Dios, en ese día.
Eso es lo que decimos en el rezo: “Veilu Finu Malé Shirá Kayam Uleshonenu Riná Kahamón Galav… Ein Anu Maspikim Lehodot Lejá Hashem Al Ajat Melef Alfé… Nisim Beniflaot SheAsita Imanu – Si nuestras bocas se llenaran de canciones como el mar, y nuestras lenguas de cánticos como el romper de las olas… No nos sería suficiente el agradecimiento hacia Tí, Dios, por uno de los miles de milagros y maravillas que hiciste con nosotros”
Es por eso que diariamente bendecimos: Bendito Tú, Dios, que revives a los muertos. Esta bendición está redactada en presente, y no en futuro, ¿Por qué? ¿Acaso la resurrección de los muertos no será en el futuro? En verdad, diariamente, Dios nos salva de la muerte y nos revive. No hace falta que se nos mate, es suficiente con que nos salve de la muerte, para decir que nos revive.
Hay que agradecerle a Dios por todo, por lo bueno, por lo malo, y también por lo que desconocemos.
Después de la Guerra del Golfo, los rabinos de Israel organizaron una fiesta de agradecimiento a Dios, por los milagros ocurridos. Treinta y nueve misiles cayeron y no mataron a nadie. En esa fiesta se levantó un portavoz del ejército israelí a dirigir unas palabras al público, diciendo: “Ustedes le agradecen a Dios por los milagros, pero ustedes todavía no saben todos los milagros que ocurrieron en esas horas de angustia y preocupación. Hay milagros que no se los puedo hacer saber, porque están relacionados con la seguridad nacional, pero uno de ellos sí tengo permitido revelárselo. Sadam declaró que tenía la capacidad de hacer explotar media ciudad de Tel Aviv y nadie entendió por qué lo dijo Pero durante su ataque, un Skud cayó en la planta de gases que abastece a todo el centro del país, que está ubicada cerca de Tel Aviv. Si ese misil hubiese llegado a explotar, en verdad, medio Tel Aviv hubiera desaparecido. Pero Dios nos hizo un milagro, el misil no explotó, aunque cayó entre las tuberías de gas. El que entiende, sabe que no hace falta fuego para hacer una explosión de gas y que basta con una chispa para que se active la explosión. Ese misil, cuando cayó, generó muchas chispas de fuego entre las tuberías, pero treinta días antes de que cayera ese misil ahí, hubo un desperfecto en las tuberías de gas y estas fueron cerradas, justo en esa zona donde cayó el misil, de tal manera que no hubo gas en ese momento y no ocurrió ese gran desastre que planeó Sadam”.
¿Quién iba a saber acerca de eso? Hay milagros de los que nos enteramos de la bondad de Dios y hay otros de los que no nos enteramos, sino hasta después de 120 años de vida. Por eso, Dios. “Te agradecemos por lo bueno, por lo malo y por todo lo bueno que todavía no sabemos, que hiciste por nosotros. Muchas gracias a Ti, Dios.”
lunes, 25 de junio de 2007
lunes, 18 de junio de 2007
Parasha Jukat
APRENDIENDO DE NUESTROS PADRES
Por: Rab Amram Anidjar
Durante los 40 años que Am Israel deambuló por el desierto, se alimentaba con Maná, bebía agua del pozo de Miriam, quien iba tras ellos a lo largo de la travesía. En esta Parashá ocurrieron tres cosas con el pozo. La primera fue que Miriam falleció y el pozo dejó de dar sus aguas. La segunda fue que Moshé le pidió a Dios que las aguas volvieran y Dios le dijo que hablara a la roca y en vez de hablarle le pegó y, por último, una vez que volvieron las aguas, Am Israel cantó.
Cada una de estos tres acontecimientos, tiene una pregunta. Estas preguntas se responden con la misma respuesta.
1) ¿Por qué del pozo dejó de manar agua, cuando Miriam falleció si el agua es una necesidad humana y más aún encontrándose en el desierto?
2) ¿Por qué Moshé, cuando fue a sacar agua del pozo, se enfadó con Bené Israel y los llamó Morim (en hebreo significa maestros, refiriéndose a que el pueblo quería ser maestro de Moshé ó puede ser traducido, de otro idioma que no es el hebreo, como tontos); es decir, por qué utilizó una palabra extranjera para dirigirse a ellos?
3) ¿Por qué en la Torá no se escribió toda la canción entonada por los Bené Israel, sino solamente dos versículos de ella? Si es porque era muy larga, como dicen nuestros comentaristas, de igual forma debió haber sido escrita.
La respuesta para todas estas preguntas es una sola, pero antes de entender la respuesta hay que hacer una pequeña introducción.
Siempre vemos que los jóvenes se sienten más capacitados y con más conocimientos que los adultos y si hablamos de los ancianos, los consideran primitivos, obsoletos, que desconocen las cosas de la vida.
Si analizamos este enfoque de los jóvenes, hay en él algo que es verdad, pero tambien hay un grave error. Debemos saber que hay dos tipos de sabidurías en el mundo, una es la sabiduría de la Torá y otra es la sabiduría de la ciencia y la tecnología.
Si tomamos la sabiduría de la Torá, a medida que nos alejamos más de los días en que fue entregada la Torá, nos daremos cuenta de que cada generación que pasa, baja más en Torá y en santidad. Tanto es así, que ni siquiera nos podemos imaginar a un rabino de hace mil años, cómo era. ¿Quién era el Arizal, hace 450 años? ¿Quién era Maimónides? ¿Quién era Rabí Akivá? ¿Quiénes fueron los Tanaitas, y los profetas? ¿Quién era el rey David? Generalmente nos lo imaginamos como un joven con sandalias de cuero amarradas hasta las rodillas, vistiendo una mini falda y con una onda en la mano, pero no es así. Todos ellos eran personajes elevados, celestiales; sus conocimientos en Torá y en misticismo eran muy avanzados y profundos. Basta con que leamos tan solo uno de los párrafos escritos por ellos, para corroborar la sabiduría que poseían. Si tomamos un capítulo de sus libros, no entendemos nada. Por ejemplo, para entender un tema de la Guemará, nos cuesta muchísimo, lo que para ellos era muy sencillo. Todo esto sin hablar de los libros de cabalá, que son más profundos aún.
A medida que van pasando las generaciones, vamos bajando de nivel espiritual.
Sin embargo, en cuestiones mundanas, como la tecnología, ciencia, medicina, Hi-Tech, vamos avanzando impresionantemente. Cuando aún no hemos terminado de entender cómo funciona un aparato, ya salió otro más sofisticado que el primero. Los médicos de antes son como zapateros al lado de los de ahora que disponen de tantos avances en cirugía, medicinas, técnicas, etc. A medida que van pasando las generaciones, vamos avanzando en ese ámbito. Por eso, a los jóvenes les parece estar más adelantados que sus padres y abuelos, que ni siquiera saben encender una computadora.
Bajo el mismo enfoque de la vida, los Bené Israel, se equivocaron. Ya habían pasado 40 años en el desierto y casi todos los que salieron de Egipto ya habían muerto, quedando unos cuantos ancianos. Miriam era una anciana muy buena, justa, por cuyo mérito bebieron agua los judíos en el desierto. Nuestra Parashá relata el fallecimiento de Miriam: “Vatamot Sham Miriam Vatikaber Sham – Y murió Miriam y en ese mismo sitio fue enterrada” ( ). Cuando murió, se la enterró, pero nadie lloró, nadie sufrió, nadie le dijo unas palabras de despedida. ¿Por qué? Porque los jóvenes pensaron: Se murió otra anciana más, ¿qué sabe ella de la vida?”. Fue por esa razón que Dios inmediatamente interrumpió el agua, para que los jóvenes supieran, que ninguno de ellos tenía el suficiente mérito, como para que Dios les suministrara el agua y para que entendieran que esa anciana valía mucho más que todos ellos juntos.
Pero los jóvenes no lo quisieron entender, fueron a donde Moshé a quejarse por la falta de agua, entonces Dios le dijo a Moshé que le hablara a la roca y éste se enfureció con ellos por no haber honrado a los ancianos y los llamó Morim, que tiene doble significado, uno en hebreo – maestros y otro en una lengua extranjera - tontos, que nos insinúa la sabiduría extranjera, mundana, material, diciéndoles: “A lo mejor ustedes tienen master, pero en Torá ustedes son unos tontos porque desprecian a los ancianos. Piensan que ellos no valen, y en verdad es lo contrario, pues la sabiduría espiritual está mucho más allá que la material”.
Sin los valores judíos de nuestros antepasados, sin los mensajes llenos de moral y ética de nuestros padres, ¿de qué nos sirve tanta tecnología?
Una vez que pasó esto, los jóvenes todavía no entendieron el mensaje y por eso Moshé se enfureció y golpeó a la roca. Cuando empezó a salir agua de ella, los jóvenes empezaron a cantar, pero Dios no les recibió la canción. ¿Por qué? Si analizamos la canción que entonaron, los padres de esos jóvenes, al salir de Egipto, cuando se dividió el Mar Rojo, que dice: “Az Yashir Moshé Ubené Israel – Entonces cantaron Moshé y los hijos de Israel” ( ); es decir, primero Moshé (el anciano) y después lo acompañaron los demás. Pero en la canción que entonaron los jóvenes está escrito: “Az Yashir Bené Israel – Entonces cantó Bené Israel” ( ), en este caso no honraron al anciano, a Moshé, ya que pensaron que no necesitaban a Moshé para cantarle a Dios. Sin embargo, Dios no aceptó ese cántico y por lo tanto no fue registrado en la Torá, por completo, sino tan solo dos versículos, para que sepamos que cantaron muy bonito pero con desprecio a los padres y a los ancianos, y esa no es una canción agradable a Dios.
Tenemos que valorar y apreciar a nuestros padres, abuelos y ancianos, porque de seguro que hay en ellos cualidades que nosotros no tenemos. Buenas cualidades, forma de vida, pacientes, calculadores, son correctos, bondadosos, etc. Por eso debemos aprender de ellos muchas cosas. Este es el concepto de honrar al padre y a la madre que nos exige la Torá. Hónralos para que aprendas de ellos sus caminos, su forma de pensar, su calidad de vida y no los honres, nada más, porque te trajeron al mundo. Baja tu cabeza, pídeles consejos, guía, incluso bendiciones, para que crezcas en la vida. Por eso existe la costumbre de que los padres cubran a sus hijos con sus Talitot (atuendo de cuatro esquinas), en el momento en que los Cohén bendicen al pueblo en las sinagogas.
También todos los Shabat, antes o después del kidush, los hijos y las hijas van a besarle la mano a los padres y reciben bendiciones de ellos: “Yesimej Elokim KeEfraim UkeMenashé” y a las hijas: “Yesimej Elokim KeSará Rivká Rajel VeLeá”.
Por lo menos, una vez al mes, cada padre de familia debe subir a la Torá. La costumbre es que los hijos se pongan de pie, mientras el padre está leyendo la Torá y, al concluir, van a besarle la mano y a recibir su bendición.
Una vez al año, los hijos se sientan con los padres, en Pesaj, para hacerles las preguntas relativas a la pascua, y el padre les da las respuestas.
Todos los días, cada semana, cada mes, cada año, los hijos honran a sus padres y les demuestran cuán importantes son, cuán santos y especiales son.
Para culminar, les contaré una pequeña historia que ocurrió con un rabino que estaba viajando a Israel con su hijo. En el mismo vuelo iba un filósofo, también con su hijo. Al aterrizar en el aeropuerto, el filósofo se acercó al rabino y le dijo: Tengo una pregunta que me está molestando, ¿me la podrás responder? El rabino le respondió que con mucho gusto se la respondería. Entonces el filosofo le dijo: Durante todo el vuelo estuve diciéndole a mi hijo si comió, si bebió, si tenia frío, si necesitaba una almohada, y en su caso fue al revés; su hijo le preguntaba a usted si comió, si bebió, si tenia frío, si necesitaba una almohada, ¿Por qué ocurrió esto?
Aprovechando la oportunidad, el rabino le respondió: Ustedes opinan que venimos del mono y que la evolución nos mejora y por lo tanto, a medida que las generaciones avanzan, son mejores. Tu hijo es mejor que tú, porque es más evolucionado. Tú eres más mono que él, porque tú estas más cercano al mono que él. Sin embargo, para nosotros es al revés, mientras más cercanos a la entrega de la Torá estamos, somos más especiales. Mientras más nos alejamos de esa fecha, más ignorantes nos volvemos. Por eso es que yo soy más importante que mi hijo, porque él está más lejos de la entrega de la Torá, y me honra, porque yo estoy más cerca de ella.
Honremos a nuestros padres y honremos a los que merecen ser honrados. “Que sea la voluntad de Dios darles vida larga a nuestros padres, a nuestros ancianos, que aprovechemos el tiempo para aprender muchas cosas de ellos, consejos, cualidades, comportamientos. Amén.”
Por: Rab Amram Anidjar
Durante los 40 años que Am Israel deambuló por el desierto, se alimentaba con Maná, bebía agua del pozo de Miriam, quien iba tras ellos a lo largo de la travesía. En esta Parashá ocurrieron tres cosas con el pozo. La primera fue que Miriam falleció y el pozo dejó de dar sus aguas. La segunda fue que Moshé le pidió a Dios que las aguas volvieran y Dios le dijo que hablara a la roca y en vez de hablarle le pegó y, por último, una vez que volvieron las aguas, Am Israel cantó.
Cada una de estos tres acontecimientos, tiene una pregunta. Estas preguntas se responden con la misma respuesta.
1) ¿Por qué del pozo dejó de manar agua, cuando Miriam falleció si el agua es una necesidad humana y más aún encontrándose en el desierto?
2) ¿Por qué Moshé, cuando fue a sacar agua del pozo, se enfadó con Bené Israel y los llamó Morim (en hebreo significa maestros, refiriéndose a que el pueblo quería ser maestro de Moshé ó puede ser traducido, de otro idioma que no es el hebreo, como tontos); es decir, por qué utilizó una palabra extranjera para dirigirse a ellos?
3) ¿Por qué en la Torá no se escribió toda la canción entonada por los Bené Israel, sino solamente dos versículos de ella? Si es porque era muy larga, como dicen nuestros comentaristas, de igual forma debió haber sido escrita.
La respuesta para todas estas preguntas es una sola, pero antes de entender la respuesta hay que hacer una pequeña introducción.
Siempre vemos que los jóvenes se sienten más capacitados y con más conocimientos que los adultos y si hablamos de los ancianos, los consideran primitivos, obsoletos, que desconocen las cosas de la vida.
Si analizamos este enfoque de los jóvenes, hay en él algo que es verdad, pero tambien hay un grave error. Debemos saber que hay dos tipos de sabidurías en el mundo, una es la sabiduría de la Torá y otra es la sabiduría de la ciencia y la tecnología.
Si tomamos la sabiduría de la Torá, a medida que nos alejamos más de los días en que fue entregada la Torá, nos daremos cuenta de que cada generación que pasa, baja más en Torá y en santidad. Tanto es así, que ni siquiera nos podemos imaginar a un rabino de hace mil años, cómo era. ¿Quién era el Arizal, hace 450 años? ¿Quién era Maimónides? ¿Quién era Rabí Akivá? ¿Quiénes fueron los Tanaitas, y los profetas? ¿Quién era el rey David? Generalmente nos lo imaginamos como un joven con sandalias de cuero amarradas hasta las rodillas, vistiendo una mini falda y con una onda en la mano, pero no es así. Todos ellos eran personajes elevados, celestiales; sus conocimientos en Torá y en misticismo eran muy avanzados y profundos. Basta con que leamos tan solo uno de los párrafos escritos por ellos, para corroborar la sabiduría que poseían. Si tomamos un capítulo de sus libros, no entendemos nada. Por ejemplo, para entender un tema de la Guemará, nos cuesta muchísimo, lo que para ellos era muy sencillo. Todo esto sin hablar de los libros de cabalá, que son más profundos aún.
A medida que van pasando las generaciones, vamos bajando de nivel espiritual.
Sin embargo, en cuestiones mundanas, como la tecnología, ciencia, medicina, Hi-Tech, vamos avanzando impresionantemente. Cuando aún no hemos terminado de entender cómo funciona un aparato, ya salió otro más sofisticado que el primero. Los médicos de antes son como zapateros al lado de los de ahora que disponen de tantos avances en cirugía, medicinas, técnicas, etc. A medida que van pasando las generaciones, vamos avanzando en ese ámbito. Por eso, a los jóvenes les parece estar más adelantados que sus padres y abuelos, que ni siquiera saben encender una computadora.
Bajo el mismo enfoque de la vida, los Bené Israel, se equivocaron. Ya habían pasado 40 años en el desierto y casi todos los que salieron de Egipto ya habían muerto, quedando unos cuantos ancianos. Miriam era una anciana muy buena, justa, por cuyo mérito bebieron agua los judíos en el desierto. Nuestra Parashá relata el fallecimiento de Miriam: “Vatamot Sham Miriam Vatikaber Sham – Y murió Miriam y en ese mismo sitio fue enterrada” ( ). Cuando murió, se la enterró, pero nadie lloró, nadie sufrió, nadie le dijo unas palabras de despedida. ¿Por qué? Porque los jóvenes pensaron: Se murió otra anciana más, ¿qué sabe ella de la vida?”. Fue por esa razón que Dios inmediatamente interrumpió el agua, para que los jóvenes supieran, que ninguno de ellos tenía el suficiente mérito, como para que Dios les suministrara el agua y para que entendieran que esa anciana valía mucho más que todos ellos juntos.
Pero los jóvenes no lo quisieron entender, fueron a donde Moshé a quejarse por la falta de agua, entonces Dios le dijo a Moshé que le hablara a la roca y éste se enfureció con ellos por no haber honrado a los ancianos y los llamó Morim, que tiene doble significado, uno en hebreo – maestros y otro en una lengua extranjera - tontos, que nos insinúa la sabiduría extranjera, mundana, material, diciéndoles: “A lo mejor ustedes tienen master, pero en Torá ustedes son unos tontos porque desprecian a los ancianos. Piensan que ellos no valen, y en verdad es lo contrario, pues la sabiduría espiritual está mucho más allá que la material”.
Sin los valores judíos de nuestros antepasados, sin los mensajes llenos de moral y ética de nuestros padres, ¿de qué nos sirve tanta tecnología?
Una vez que pasó esto, los jóvenes todavía no entendieron el mensaje y por eso Moshé se enfureció y golpeó a la roca. Cuando empezó a salir agua de ella, los jóvenes empezaron a cantar, pero Dios no les recibió la canción. ¿Por qué? Si analizamos la canción que entonaron, los padres de esos jóvenes, al salir de Egipto, cuando se dividió el Mar Rojo, que dice: “Az Yashir Moshé Ubené Israel – Entonces cantaron Moshé y los hijos de Israel” ( ); es decir, primero Moshé (el anciano) y después lo acompañaron los demás. Pero en la canción que entonaron los jóvenes está escrito: “Az Yashir Bené Israel – Entonces cantó Bené Israel” ( ), en este caso no honraron al anciano, a Moshé, ya que pensaron que no necesitaban a Moshé para cantarle a Dios. Sin embargo, Dios no aceptó ese cántico y por lo tanto no fue registrado en la Torá, por completo, sino tan solo dos versículos, para que sepamos que cantaron muy bonito pero con desprecio a los padres y a los ancianos, y esa no es una canción agradable a Dios.
Tenemos que valorar y apreciar a nuestros padres, abuelos y ancianos, porque de seguro que hay en ellos cualidades que nosotros no tenemos. Buenas cualidades, forma de vida, pacientes, calculadores, son correctos, bondadosos, etc. Por eso debemos aprender de ellos muchas cosas. Este es el concepto de honrar al padre y a la madre que nos exige la Torá. Hónralos para que aprendas de ellos sus caminos, su forma de pensar, su calidad de vida y no los honres, nada más, porque te trajeron al mundo. Baja tu cabeza, pídeles consejos, guía, incluso bendiciones, para que crezcas en la vida. Por eso existe la costumbre de que los padres cubran a sus hijos con sus Talitot (atuendo de cuatro esquinas), en el momento en que los Cohén bendicen al pueblo en las sinagogas.
También todos los Shabat, antes o después del kidush, los hijos y las hijas van a besarle la mano a los padres y reciben bendiciones de ellos: “Yesimej Elokim KeEfraim UkeMenashé” y a las hijas: “Yesimej Elokim KeSará Rivká Rajel VeLeá”.
Por lo menos, una vez al mes, cada padre de familia debe subir a la Torá. La costumbre es que los hijos se pongan de pie, mientras el padre está leyendo la Torá y, al concluir, van a besarle la mano y a recibir su bendición.
Una vez al año, los hijos se sientan con los padres, en Pesaj, para hacerles las preguntas relativas a la pascua, y el padre les da las respuestas.
Todos los días, cada semana, cada mes, cada año, los hijos honran a sus padres y les demuestran cuán importantes son, cuán santos y especiales son.
Para culminar, les contaré una pequeña historia que ocurrió con un rabino que estaba viajando a Israel con su hijo. En el mismo vuelo iba un filósofo, también con su hijo. Al aterrizar en el aeropuerto, el filósofo se acercó al rabino y le dijo: Tengo una pregunta que me está molestando, ¿me la podrás responder? El rabino le respondió que con mucho gusto se la respondería. Entonces el filosofo le dijo: Durante todo el vuelo estuve diciéndole a mi hijo si comió, si bebió, si tenia frío, si necesitaba una almohada, y en su caso fue al revés; su hijo le preguntaba a usted si comió, si bebió, si tenia frío, si necesitaba una almohada, ¿Por qué ocurrió esto?
Aprovechando la oportunidad, el rabino le respondió: Ustedes opinan que venimos del mono y que la evolución nos mejora y por lo tanto, a medida que las generaciones avanzan, son mejores. Tu hijo es mejor que tú, porque es más evolucionado. Tú eres más mono que él, porque tú estas más cercano al mono que él. Sin embargo, para nosotros es al revés, mientras más cercanos a la entrega de la Torá estamos, somos más especiales. Mientras más nos alejamos de esa fecha, más ignorantes nos volvemos. Por eso es que yo soy más importante que mi hijo, porque él está más lejos de la entrega de la Torá, y me honra, porque yo estoy más cerca de ella.
Honremos a nuestros padres y honremos a los que merecen ser honrados. “Que sea la voluntad de Dios darles vida larga a nuestros padres, a nuestros ancianos, que aprovechemos el tiempo para aprender muchas cosas de ellos, consejos, cualidades, comportamientos. Amén.”
miércoles, 13 de junio de 2007
Parasha Koraj
LAS GUÍAS DE AM ISRAEL
por: Rab Amram Anidjar
En nuestra Parashá vemos la importancia de las mujeres en Am Israel, todos los hogares dependen de ellas, sobre sus hombros está el rumbo de sus familiares, y esto lo dijo el rey Shlomó: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ). La mujer puede construir o destruir su hogar.
En nuestra Parashá se habla de dos personajes, uno de ellos se rebeló contra Moshé Rabenu e indirectamente contra Dios y el otro se salvó del trágico final de aquellos que se rebelaron contra Moshé y Dios, gracias a su mujer.
El Midrash nos relata, que el día de la inauguración del santuario, Koraj volvió a su casa y su esposa no lo reconoció. Le contó a su mujer que Moshé ordenó a todos los Levy afeitarse los pelos de todo el cuerpo, porque era el primer día de servicio a Dios y había que purificarse por completo. En ese momento empezó su mujer a convencerle de que se rebelara contra Moshé, tanto así que incluso logró conseguir 250 hombres que se rebelaran junto a él. Uno de los tres líderes de ese grupo era On Ben Pelet quien también se dejó influenciar por su esposa. Pero hay una diferencia entre la esposa de On Ben Pelet y la de Koraj, la esposa de On lo influenciaba para bien, para que se alejara de las discusiones, que no se rebelara contra Moshé, diciéndole: “¿Qué diferencia hay si Moshé es el líder o Koraj es el líder, en qué te afecta si lo principal es servir a Dios?” On Ben Pelet, al escuchar las palabras de su esposa, le dijo: ¿Qué puedo hacer, pronto vendrán a buscarme para ir a la rebelión?”. La esposa le dijo que no se preocupara y le empezó a dar a beber vino hasta que lo emborrachó y lo llevó a dormir. Cuando vinieron a buscarlo, empezó a peinarse el cabello en la entrada de su carpa para que la vieran y aprovechando que ese acto no era recatado para una mujer, ante esos hombres que respetaban el recato, les dijo que se fueran porque su esposo no se encontraba bien. Así fue cómo se fueron y se rebelaron.
Al final, Koraj, sus seguidores y todas sus mujeres murieron. On Ben Pelet y su familia se salvaron. Sobre estas dos mujeres dijo el rey Shlomó el versículo: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ).
En el Midrash Hagadá se relata que en el momento en que empezó la tierra a abrirse para tragar a Koraj y a sus seguidores, la tierra se puso a temblar debajo de la cama de On, hasta que vino su esposa y le empezó a rezar a Dios para que lo perdonara ya que había hecho teshuvá, se había arrepentido de lo ocurrido, y además había jurado que más nunca se rebelaría en su contra. Entonces fue cuando dejó de temblar la tierra. En ese momento le pidió a su esposo que fuera a donde Moshé a pedirle perdón y On se negó y dijo que no saldría de su carpa nunca más por la vergüenza por la que había pasado. La esposa fue a rogarle a Moshé que lo perdonara. Moshé preguntó: ¿Quién es esta mujer? Cuando le dijeron que era la esposa de On ben Pelet, se levantó y fue a la carpa a decirle a On que saliera de ella, ya que fue perdonado por Dios y entonces fue cuando salió On Ben Pelet.
Aquí vemos la suerte tan grande que tuvo On Ben Pelet de tener una mujer tan sabia, que supo salvar a su marido del pecado, y no solo eso, sino que rezó por él para salvarlo de la perdición. Incluso logró traer a Moshé, el máximo líder de Am Israel, a la puerta de su casa para que honrara a su marido. Por otro lado, vemos a la esposa de Koraj que aconsejó mal a su esposo y le provocó bajar, junto a ella, hasta las profundidades de la tierra.
La fuerza de las mujeres es tan grande, que cuando Dios iba a entregar la Torá, primero envió a Moshé Rabenu a preguntarle al pueblo si quería recibirla, empezando por las mujeres. Explica el Midrash Rabá (Números 28:2) lo siguiente: el motivo que impulsó a Dios preguntar a las mujeres antes que a los hombres, si querían recibir la Torá, es que la causa de que Adam pecara, fue no exigirle también a Havá no comer del árbol del conocimiento.
Por eso, en esta segunda oportunidad, Dios optó por preguntarle a la mujer, primero. Si las mujeres no hubiesen querido aceptar la Torá, Dios no se la iba a ofrecer a los maridos. Porque en una casa donde la mujer quiere Torá y el marido no, hay muchas posibilidades de que el marido se convenza. Pero en una casa donde el marido sí quiere Torá y la mujer no, es muy difícil para el hombre mantenerse solo con la responsabilidad de las Mitzvot, ya que la mujer tiene un poder de convencimiento muy fuerte. Por eso es que dicen en Israel: Si tu esposa te dice lánzate por el balcón, rézale a Dios que por lo menos te toque en un primer piso, porque es seguro que te lanzarás.
La Torá dijo: “Lo Tob Heyot HaAdam Lebadó Eesé Lo Ezer Kenegdó – No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda en su contra” (Bereshit ). ¿Qué significa ayuda y qué significa en su contra? Aparentemente se contradicen. Sobre esto, la Guemará respondió: Si el hombre tuvo suerte, la mujer es su ayuda para acercarse a Dios, para ser un hombre ejemplar, ser temeroso de Dios, ser correcto en la vida, pero si no tuvo suerte, la mujer puede estar en su contra y no dejarlo servir a Dios, etc. Por eso, si tienes una mujer que te fastidia diciéndote: Vete a rezar, corre a estudiar Torá, etc., alégrate porque recibiste un regalo muy especial de los cielos.
La Guemará nos habla de dos mujeres, una de ellas era la esposa de Rabí Akivá, Rajel, y la otra era la esposa de Rabí Eliezer Ben Araj. Veamos la diferencia entre estas dos mujeres.
Rajel, quien tomó como esposo a un pastor, ignorante de la Torá, analfabeta, que odiaba a los rabinos e incluso decía, antes de hacer teshuvá, que si veía a un rabino era capaz de morderlo con todas sus fuerzas, hizo de él un gran sabio, con 24 mil alumnos, uno de los rabinos más grande en la Torá oral. Nos relata la Guemará que cuando Rabí Akivá volvió a su ciudad con todos sus alumnos, salieron los de la ciudad a recibirlos. Rajel también salió a recibir a su esposo y se prosternó a sus pies. Cuando los alumnos vieron a esa mujer, quisieron apartarla del camino de Rabí Akivá, pero él les dijo: Lo que yo soy y lo que ustedes son, se lo debemos a ella, déjenla.
Por otro lado, el Pirké Avot, nos relata acerca de Rabí Eliezer Ben Araj, el rabino que fue comparado a un manantial incesante de sabiduría. Además Rabí Yojanán Ben Zakay dijo que si en un lado de una báscula pusieran a todos los rabinos de Israel y del otro a Rabí Eliezer Ben Araj, la balanza cedería hacia su lado y no hacia a los demás, por la grandeza que había en él. Pero desafortunadamente, explica el Yalkut Kohelet, tenía una esposa que le exigió irse con ella a un lugar lejano, donde había ríos y manantiales. Le decía: En caso de que los rabinos te necesiten vendrán a buscarte. Se marchó la esposa y no tuvo otra opción que ir trás ella. Pasaron muchos años, su esposa no lo dejaba volver, ningún rabino fue a visitarlo y entonces él optó por ir a visitarlos a ellos. Cuando llegó a la ciudad, se dieron cuenta de que, ni siquiera sabía leer bien. Toda su sabiduría se había ido. La mujer construye o destruye.
Dios le dió un poder de convencimiento muy grande a la mujer y ella tiene que escoger hacia donde dirigirlo para guiar a su esposo, elevar su casa, a sus hijos y no lo contrario (Dios nos libre).
Dios les pregunta a los hombres, después de 120 años, si estudiaron Torá y cumplieron sus mitzvot. Si así fue, entonces les da su Olam Habá respectivo. Pero a las mujeres les pregunta: ¿Mandaste a tu esposo a estudiar Torá a la sinagoga y a los niños, también? Si así fué, entonces todo el éxito que tuvo su esposo y sus hijos en el cumplimiento de las mitzvot y estudiando Torá, se lo acreditan a ella para su Olam Habá.
“Que sea la voluntad de Dios que las mujeres entiendan esto, que aprovechen sus fuerzas para mejorar la calidad espiritual de Am Israel, porque ellas no solo dan la imagen de Am Israel, sino también su nivel. Todas las próximas generaciones dependen de ellas, y por sus méritos veremos próximas generaciones de luz, con hijos tzadikim, justos y correctos. Amén.”
por: Rab Amram Anidjar
En nuestra Parashá vemos la importancia de las mujeres en Am Israel, todos los hogares dependen de ellas, sobre sus hombros está el rumbo de sus familiares, y esto lo dijo el rey Shlomó: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ). La mujer puede construir o destruir su hogar.
En nuestra Parashá se habla de dos personajes, uno de ellos se rebeló contra Moshé Rabenu e indirectamente contra Dios y el otro se salvó del trágico final de aquellos que se rebelaron contra Moshé y Dios, gracias a su mujer.
El Midrash nos relata, que el día de la inauguración del santuario, Koraj volvió a su casa y su esposa no lo reconoció. Le contó a su mujer que Moshé ordenó a todos los Levy afeitarse los pelos de todo el cuerpo, porque era el primer día de servicio a Dios y había que purificarse por completo. En ese momento empezó su mujer a convencerle de que se rebelara contra Moshé, tanto así que incluso logró conseguir 250 hombres que se rebelaran junto a él. Uno de los tres líderes de ese grupo era On Ben Pelet quien también se dejó influenciar por su esposa. Pero hay una diferencia entre la esposa de On Ben Pelet y la de Koraj, la esposa de On lo influenciaba para bien, para que se alejara de las discusiones, que no se rebelara contra Moshé, diciéndole: “¿Qué diferencia hay si Moshé es el líder o Koraj es el líder, en qué te afecta si lo principal es servir a Dios?” On Ben Pelet, al escuchar las palabras de su esposa, le dijo: ¿Qué puedo hacer, pronto vendrán a buscarme para ir a la rebelión?”. La esposa le dijo que no se preocupara y le empezó a dar a beber vino hasta que lo emborrachó y lo llevó a dormir. Cuando vinieron a buscarlo, empezó a peinarse el cabello en la entrada de su carpa para que la vieran y aprovechando que ese acto no era recatado para una mujer, ante esos hombres que respetaban el recato, les dijo que se fueran porque su esposo no se encontraba bien. Así fue cómo se fueron y se rebelaron.
Al final, Koraj, sus seguidores y todas sus mujeres murieron. On Ben Pelet y su familia se salvaron. Sobre estas dos mujeres dijo el rey Shlomó el versículo: “Jojmat Nashim Bantá Beitá Veivelet Beyadá Teharsenu – La sabiduría de las mujeres construye el hogar, pero el pecado en sus manos lo destruirá” ( ).
En el Midrash Hagadá se relata que en el momento en que empezó la tierra a abrirse para tragar a Koraj y a sus seguidores, la tierra se puso a temblar debajo de la cama de On, hasta que vino su esposa y le empezó a rezar a Dios para que lo perdonara ya que había hecho teshuvá, se había arrepentido de lo ocurrido, y además había jurado que más nunca se rebelaría en su contra. Entonces fue cuando dejó de temblar la tierra. En ese momento le pidió a su esposo que fuera a donde Moshé a pedirle perdón y On se negó y dijo que no saldría de su carpa nunca más por la vergüenza por la que había pasado. La esposa fue a rogarle a Moshé que lo perdonara. Moshé preguntó: ¿Quién es esta mujer? Cuando le dijeron que era la esposa de On ben Pelet, se levantó y fue a la carpa a decirle a On que saliera de ella, ya que fue perdonado por Dios y entonces fue cuando salió On Ben Pelet.
Aquí vemos la suerte tan grande que tuvo On Ben Pelet de tener una mujer tan sabia, que supo salvar a su marido del pecado, y no solo eso, sino que rezó por él para salvarlo de la perdición. Incluso logró traer a Moshé, el máximo líder de Am Israel, a la puerta de su casa para que honrara a su marido. Por otro lado, vemos a la esposa de Koraj que aconsejó mal a su esposo y le provocó bajar, junto a ella, hasta las profundidades de la tierra.
La fuerza de las mujeres es tan grande, que cuando Dios iba a entregar la Torá, primero envió a Moshé Rabenu a preguntarle al pueblo si quería recibirla, empezando por las mujeres. Explica el Midrash Rabá (Números 28:2) lo siguiente: el motivo que impulsó a Dios preguntar a las mujeres antes que a los hombres, si querían recibir la Torá, es que la causa de que Adam pecara, fue no exigirle también a Havá no comer del árbol del conocimiento.
Por eso, en esta segunda oportunidad, Dios optó por preguntarle a la mujer, primero. Si las mujeres no hubiesen querido aceptar la Torá, Dios no se la iba a ofrecer a los maridos. Porque en una casa donde la mujer quiere Torá y el marido no, hay muchas posibilidades de que el marido se convenza. Pero en una casa donde el marido sí quiere Torá y la mujer no, es muy difícil para el hombre mantenerse solo con la responsabilidad de las Mitzvot, ya que la mujer tiene un poder de convencimiento muy fuerte. Por eso es que dicen en Israel: Si tu esposa te dice lánzate por el balcón, rézale a Dios que por lo menos te toque en un primer piso, porque es seguro que te lanzarás.
La Torá dijo: “Lo Tob Heyot HaAdam Lebadó Eesé Lo Ezer Kenegdó – No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda en su contra” (Bereshit ). ¿Qué significa ayuda y qué significa en su contra? Aparentemente se contradicen. Sobre esto, la Guemará respondió: Si el hombre tuvo suerte, la mujer es su ayuda para acercarse a Dios, para ser un hombre ejemplar, ser temeroso de Dios, ser correcto en la vida, pero si no tuvo suerte, la mujer puede estar en su contra y no dejarlo servir a Dios, etc. Por eso, si tienes una mujer que te fastidia diciéndote: Vete a rezar, corre a estudiar Torá, etc., alégrate porque recibiste un regalo muy especial de los cielos.
La Guemará nos habla de dos mujeres, una de ellas era la esposa de Rabí Akivá, Rajel, y la otra era la esposa de Rabí Eliezer Ben Araj. Veamos la diferencia entre estas dos mujeres.
Rajel, quien tomó como esposo a un pastor, ignorante de la Torá, analfabeta, que odiaba a los rabinos e incluso decía, antes de hacer teshuvá, que si veía a un rabino era capaz de morderlo con todas sus fuerzas, hizo de él un gran sabio, con 24 mil alumnos, uno de los rabinos más grande en la Torá oral. Nos relata la Guemará que cuando Rabí Akivá volvió a su ciudad con todos sus alumnos, salieron los de la ciudad a recibirlos. Rajel también salió a recibir a su esposo y se prosternó a sus pies. Cuando los alumnos vieron a esa mujer, quisieron apartarla del camino de Rabí Akivá, pero él les dijo: Lo que yo soy y lo que ustedes son, se lo debemos a ella, déjenla.
Por otro lado, el Pirké Avot, nos relata acerca de Rabí Eliezer Ben Araj, el rabino que fue comparado a un manantial incesante de sabiduría. Además Rabí Yojanán Ben Zakay dijo que si en un lado de una báscula pusieran a todos los rabinos de Israel y del otro a Rabí Eliezer Ben Araj, la balanza cedería hacia su lado y no hacia a los demás, por la grandeza que había en él. Pero desafortunadamente, explica el Yalkut Kohelet, tenía una esposa que le exigió irse con ella a un lugar lejano, donde había ríos y manantiales. Le decía: En caso de que los rabinos te necesiten vendrán a buscarte. Se marchó la esposa y no tuvo otra opción que ir trás ella. Pasaron muchos años, su esposa no lo dejaba volver, ningún rabino fue a visitarlo y entonces él optó por ir a visitarlos a ellos. Cuando llegó a la ciudad, se dieron cuenta de que, ni siquiera sabía leer bien. Toda su sabiduría se había ido. La mujer construye o destruye.
Dios le dió un poder de convencimiento muy grande a la mujer y ella tiene que escoger hacia donde dirigirlo para guiar a su esposo, elevar su casa, a sus hijos y no lo contrario (Dios nos libre).
Dios les pregunta a los hombres, después de 120 años, si estudiaron Torá y cumplieron sus mitzvot. Si así fue, entonces les da su Olam Habá respectivo. Pero a las mujeres les pregunta: ¿Mandaste a tu esposo a estudiar Torá a la sinagoga y a los niños, también? Si así fué, entonces todo el éxito que tuvo su esposo y sus hijos en el cumplimiento de las mitzvot y estudiando Torá, se lo acreditan a ella para su Olam Habá.
“Que sea la voluntad de Dios que las mujeres entiendan esto, que aprovechen sus fuerzas para mejorar la calidad espiritual de Am Israel, porque ellas no solo dan la imagen de Am Israel, sino también su nivel. Todas las próximas generaciones dependen de ellas, y por sus méritos veremos próximas generaciones de luz, con hijos tzadikim, justos y correctos. Amén.”
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