La historia de la creación de la mujer
Artículo por: Micha Turtletaub for JDC Europe. Copyright 2008.
¿No quieres alguien a quien amar? (Don’t You Want Somebody to Love?) (1)
Estaba hablando por larga distancia con mi hermano soltero (yo estoy en Australia y él en Los Ángeles) quien me dijo que iba a abandonar su carrera como “cazatalentos” y a cambiar el sentido de su vida. En un intento por ayudarlo le sugerí que priorizara sus metas y me sorprendió cuando me dijo que la primera de su lista era casarse. Por supuesto que me encantaría que encontrara a la persona correcta y sentara cabeza, pero tuve que hacerle ver que tal vez no debería asumir ningún compromiso en ese sentido hasta haber elegido un trabajo o carrera nuevos. ¿Su respuesta? “Ese es exactamente el grave problema que hay en Los Ángeles. No quiero que una chica me juzgue por la cantidad de dinero que gano. ¿Por qué debería ser mi trabajo el que determine quién es mi alma gemela? Quiero encontrarla… y después planificar nuestra vida juntos.” Mientras digería lo que me había dicho, dejó de lado el pretexto filosófico y fue honesto. “Mira”, me dijo, “estoy cansado de estar solo, necesito alguien a quien amar”.
El ideal del amor romántico – que cada uno tiene su alma gemela – tiene su origen en la historia bíblica de Adán y Eva. D-s hizo a Eva, la compañera de Adán, de una parte de su cuerpo. Pero, ¿encontrar a nuestra alma gemela es un fin en sí mismo o es un medio hacia algo más? La historia de la creación de Eva, ¿puede arrojar algo de luz sobre el concepto de amor romántico de la Torá?
Y dijo el Eterno Dios: No es bueno que esté el hombre solo; haré una ayuda idónea para él. Y formo el Eterno Dios, de la tierra, todo animal del campo y toda ave de los cielos, y trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y todo lo que el hombre fue llamando a cada criatura viviente, tal fue su nombre. Y dio el hombre nombres a todo cuadrúpedo y ave de los cielos, y a todo animal del campo, mas para Adán (Adam) no (se) encontraba ayuda que le fuera idónea.
E hizo el Eterno Dios caer un sueño profundo sobre el hombre y (éste) se durmió; y tomó una de sus costillas y cerró (con) carne el lugar de ella. E hizo el Eterno Dios de la costilla que había tomado del hombre, una mujer, y la dio al hombre. Y dijo el hombre: Esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne; a ésta se llamará mujer, porque de hombre fue tomada ésta. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Génesis 2:18-24)
D-s parece hacer a Eva para aliviar la soledad de Adán. Pero antes de hacerla, le trae a Adán todos los tipos de animales “para ver qué nombre les pondría”. ¿No es esta una extraña interrupción de la historia? ¿Qué tiene que ver el ponerle nombres a los animales con la necesidad de crear a Eva? ¿Pensó D-s que si Adán tenía una mascota se sentiría feliz? O aún más extraño, ¿esperaba D-s que Adán se uniera a una bestia? Y en un nivel más básico, para empezar, ¿por qué crearía D-s a Adán solo y no macho y hembra como a los animales?
Socorro, necesito a alguien, pero no a cualquiera (Help, I Need Somebody, Not Just Anybody) (3)
El Talmud deduce algo de la relación de Adán con los animales por la forma en que él describe a Eva al verla por primera vez. Lo que dice el Talmud puede parecer extravagante a primera vista y, ciertamente, no se debe tomar en forma literal:
“Esta vez sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne” nos enseña que Adán conocía muy bien a cada animal y bestia, pero su mente no tuvo paz hasta que estuvo con Eva. (4)
Tal como mencionamos, su significado es metafórico, no literal, al igual que el de muchos Midrashim. Cuando D-s le trajo los animales a Adán para ver qué nombre les pondría, se implica un tipo de intimidad. Esa intimidad, que pronto describiremos, dejó insatisfecho a Adán. Una vez que apareció Eva, Adán se dio cuenta de que ella era “hueso de mis huesos”, es decir igual que él, y se calmó. En primer lugar, debemos entender por qué Adán les estaba poniendo nombres a los animales y por qué se interrelacionaban este hecho y encontrar una compañera.
Comencemos nuestra explicación con algunas otras declaraciones de los rabinos respecto del Adán primigenio. El Talmud y el Midrash (5) describen a Adán como que alcanzaba desde la tierra hasta el cielo y desde un extremo del globo hasta el otro. Otro Midrash lo describe como que “llenaba todo el mundo”. ¿Cuál es el significado más profundo de esto?
La Torá emplea una frase inusual para presentar la creación de Adán. D-s dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza….(6)” El versículo suena como si D-s tuviera un socio para hacer la humanidad, ¿pero quién podría haber sido? El Midrash (7) enseña que D-s reunió al resto del universo para que participara en la creación de Adán. La forma física fue tomada de la tierra, su espíritu animal era una composición del reino animal, y el alma inmortal, el “aliento” de D-s. Por lo tanto, Adán era un microcosmos del universo, que era necesario para su propósito en la creación. Su alma le permitía identificarse con D-s (por decirlo de alguna manera) y, al mismo tiempo, Adán podía identificarse con todos los aspectos de la creación física. Es decir que Adán era un medio de transmisión de la consciencia de D-s por todo el universo. El alma humana iluminaba toda la creación, tal como lo ilustra el versículo “el alma de Adán es la lámpara de D-s”.(8) Esta función de la humanidad fue el primer mandamiento de D-s a Adán y Eva:
Y les bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicad y henchid la tierra, y sojuzgadla; y dominad a los peces del mar, y a las aves de los cielos, y a todo animal que se mueva sobre la tierra. (Génesis 1:28)
¿Cuál era la intención original de D-s al ordenar que la humanidad “sometiera” y “dominara” la tierra? Los humanos no tuvieron permitido comer animales hasta después de la inundación de Noé (9). ¿Y la idea original de un plan para crear elefantes y dominarlos para pararse sobre sus cabezas? ¿De crear focas que “ladraran” en busca de peces? ¿De matar leones para quitarles la piel cuando aún ni siquiera necesitábamos hojas de higuera?
En el Jardín del Edén eramos vegetarianos y todas nuestras necesidades estaban cubiertas. No había ninguna necesidad de conquistar el mundo en el sentido convencional. La palabra hebrea kivshua que se tradujo como “dominar” está relacionada con kivushim, encurtidos. Un encurtido es un pepino que ha sido “dominado” por el vinagre (o el agua salada). Una traducción más apropiada de kivshua podría ser “permeado”, lo cual aclararía el significado del versículo. D-s le ordenó a Adán que llenara el mundo tal como lo describió el Midrash y que, al relacionarse con cada criatura viviente de acuerdo con su capacidad, unificara la existencia con una consciencia del Creador. La función de Adán con cada pez, ave y bestia, con cada flor, árbol y parcela de tierra era la de armonizarlos con la soberanía de D-s al relacionarse con cada uno de ellos como una creación divina, otorgándoles de este modo consciencia de su propia divinidad. Al amar a la divinidad de cada criatura, Adán pondría al mundo en armonía. Y al hacerlo, crecería su propia consciencia del Creador. Esta sigue siendo la tarea básica de la humanidad, capturada de manera sucinta en la mitzvah de R. Akiva: “Ama a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy D-s”(10). En otras palabras, cuanto más capaz es uno de trascender el egoísmo y de amar a su prójimo, más sabrá que Yo soy D-s. Al alma de Adán, sin contaminar por el más mínimo rastro de egoísmo, era perfecta en su consciencia de su yo como D-s. La tarea de Adán era la de imbuir a la creación de esa misma consciencia.
Esto es lo que hacía al darles nombres a los animales. Nombrar algo en el plano espiritual implica conocer su forma espiritual. Al nombrar a los animales, Adán estaba tomando consciencia de sus realidades particulares. Imagine a Adán como un director musical y al resto de la creación como su orquesta. Les dio nombre a los animales como su regente, identificando su interrelación con el resto de la creación. No les dio nombres como “Spot” y “Kitty”.
Otro tema relacionado con la concesión de nombres fue el de la misma Eva. Por alguna razón, no se le da el nombre de Eva al crearla, sino más tarde, después de cometer el pecado de comer del árbol del bien y del mal. ¿Por qué deja la Torá el acto de darle nombre para más adelante? De acuerdo con algunos comentarios de la Torá (11), la razón es que, en realidad, su nombre original era… Adán. Recibieron los nombres personales de Adán y Eva recién después de cometer el pecado. Aunque un debate profundo sobre el pecado original resulta tentador (el juego de palabras es intencionado), por necesidad seremos breves. Los nombres personales serían necesarios si Adán y Eva tuvieran egos en el sentido convencional. Antes de cometer el pecado, Adán no tenía ego, a tal punto que su nombre no indica quién es, sino qué es. Adán de la Adamah, hecho del polvo de la tierra (12). Después de cometer el pecado su nombre se convierte en haAdam, el Adán, un recordatorio sucinto y expresivo de la lucha que tendrá que enfrentar para extraer el pan de la tierra. Ella recibe el nombre de Eva, que significa “madre de toda vida”, por el sufrimiento que deberán experimentar todas las mujeres en el parto, su consecuencia del pecado. Sin embargo, antes del pecado, que es en realidad nuestro tema, ambos eran Adán, tal como dice el versículo:
Varón y hembra los creó, y los bendijo, y llamó su nombre Adán, en el día en que (ambos) fueron creados. (13)
¿Un lado de costillas?
Estamos condicionados a pensar que Eva fue creada de una costilla de Adán. Creo que esto se debe a que la mayoría de las Biblias en inglés siguen la traducción del rey James de la frase hebrea achat mitzalotav como “una de sus costillas”. También puede ser traducida como “uno de sus lados”, es decir, una mitad de Adán.(14)
El trasfondo de si traducimos la palabra hebrea tzele como costilla o lado es que la primera implica que la psique femenina per se no existía antes de que la mujer fuera creada de una parte de Adán. En cambio, si entendemos que D-s hizo a Eva al dividir a Adán en dos, la psique femenina de Eva siempre existió en el Adán original junto con su contrapartida masculina. Esta idea de que Adán tiene tanto el lado masculino como el femenino se encuentra en el Talmud (15) y en el Midrash (16), y está citada por dos de los mejores comentarios clásicos de la Torá, Rashi (17) y Ramban (18). La expresión que usan los rabinos es que el Adán primigenio tenía du partsufim, lo que significa dos caras, una masculina y otra femenina. Esta idea se trata en el contexto de reconciliar la descripción de la creación de la mujer ya citada, que se encuentra en el segundo capítulo del Génesis, con una descripción anterior de la creación de Adán:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó .Y D-s creó a Adán a Su imagen, lo creó a imagen de D-s, hombre y mujer los creó. (Génesis 1:27)
Comentario de Rashi al respecto (19):
‘hombre y mujer’: Más adelante dice ‘Y tomó uno de sus lados…’ Midrash Aggadah (resuelve la aparente contradicción) que fue creado con dos caras en la primera creación y luego fue separado’.
El versículo del capítulo uno implica que Adán fue creado originalmente hombre y mujer, mientras que la historia del capítulo dos describe a la mujer como creada de Adán. La resolución de du partsufim sugiere que ambas son verdaderas. El Adán de la “imagen de D-s” era cuando hombre y mujer estaban unidos en un solo cuerpo. Después, en el capítulo dos, la Torá describe cómo el Adán del capítulo uno es separado en dos géneros diferentes.
Los rabinos ofrecen otra explicación “más simple”. El versículo del capítulo uno nos informa de manera abreviada sobre la creación de la humanidad, pero los detalles de cómo se creó a la mujer se dejan para la versión detallada del capítulo dos. En esta lectura, el propósito de mencionar “hombre y mujer los creó” enfatizaría de manera ostensible que tanto el hombre como la mujer están creados en forma individual a la “imagen de D-s”. Pero deseo explorar la noción de du partsufim, que me sugiere que es en la psique unida de la creación original que cumplimos con la Imagen Divina.
En las palabras del Talmud, las dos caras de Adán apuntaban en direcciones diferentes, una hacia delante y la otra hacia atrás. Esto se describe en el versículo (20): “De atrás y de adelante me formaste….” Como ya hemos analizado, antes de la división de la mujer Adán era la consciencia universal. El hecho de que las dos caras, la del hombre y la de la mujer, miraran hacia atrás y hacia adelante es simbólico de su consciencia, ya que Adán ve en todas las direcciones. Sin embargo, esta descripción de la parte de adelante y la de atrás requiere una investigación más profunda, porque ¿cómo describimos la parte de “atrás” de un ser que tiene caras en dos direcciones? La respuesta a esta pregunta exige que repensemos nuestra comprensión de “atrás”. Cuando se toma a la mujer del hombre, se la toma de su “costado”, pero ¿cuál de ellos? Podemos dividir los lados en superior e inferior, derecho e izquierdo, por supuesto, delantero y trasero, pero también podemos dividir el interior del exterior. Quizás la mitad femenina de Adán era la que miraba hacia adentro, mientras que la masculina miraba hacia afuera. Esto tendría sentido si tenemos en cuenta las diferencias físicas de nuestros órganos reproductores.
La diferencia entre “hacia afuera” y “hacia adentro” no significa que los hombres son menos “espirituales” que las mujeres. La espiritualidad es el trabajo de utilizar nuestra alma divina, que es una tarea tan real en el mundo exterior como en el interior. Es solo cuando permitimos que el mundo material oscurezca lo que es verdaderamente espiritual que imaginamos que el mundo “exterior” es menos “espiritual”. Sin embargo, cuando los lados femenino y masculino estaban unidos en el Adán primigenio, la realidad espiritual o interna se veía perfectamente dentro del mundo material exterior.
Precisamente por tener dos perspectivas opuestas de lo femenino y masculino es que Adán identificó la divinidad del mundo exterior. Cuando D-s declara la intención de crear a la mujer como ayuda, la palabra hebrea para ayuda (ezer) está identificada por kenegdo, que está traducida de distintas maneras como correspondiente a, opuesto (21) o en contra de, lo cual nos enseña que la ayuda que ella le da es, precisamente, en la forma de ser igual a él. La ayuda de la que se habla es la de un igual con un punto de vista opuesto. Dos caras que conectan el mundo interior con el mundo exterior.
El uno es el número más solitario (One is the Loneliest Number) (22)
Pero si el Adán original tenía una consciencia universal tan perfecta, ¿qué es lo que “no era bueno”? Parece un sinsentido decir que para D-s no era bueno en un sentido moral o estético. Tratemos de comprender esto comparándolo con otros momentos en que D-s describe a la creación como “buena”. Después de cada uno de los actos previos de creación aparece una frase concluyente: “Y vio D-s a (completar lo que falta) y vio que era bueno”. ¿Qué significa que D-s diga que un acto de creación es “bueno”? Ramban lo explica de la siguiente manera:
“La idea es enseñar que continúan existiendo por Su voluntad y que si ese deseo se apartara de ellos, tan solo por un instante, dejarían de ser… de modo que cuando dice de cada acto de creación ‘y D-s vio y era bueno’, el significado es que es Su voluntad que así sea para siempre”. (23)
Cada aspecto de la creación, sea la luz, el agua, la tierra o el cielo, las bestias, los peces o las aves, se convirtió en una forma específica a partir de una energía o materia elemental (24). De modo que cuando D-s creó (por ejemplo) a los peces y luego declaró que eran “buenos”, su significado es que el ser presente era permanente, porque el proceso creativo de su conversión estaba completo.
De modo que el perfecto Adán de la mente universal, de hecho, era imperfecto… ¿por qué? Rashi (25) lo explica así:
“no es bueno…” para que no se dijera: existen dos Poderes, el Santo es único en los mundos superiores y no tiene contrapartida, y este es único en el mundo inferior y no tiene contrapartida.
En otras palabras, el problema con Adán es que era demasiado completo y no necesitaba contrapartida. ¿Pero desde cuándo el hecho de que no falte nada es un problema? Ramban explica:
El Santo vio que era bueno que la ayuda fuera alguien opuesto a él (Adán), y a quien él pudiera ver y elegir conectarse o estar separado... esta fue la causa del “no es bueno”. (26)
El Adán primigenio no era un “él” ni estaba solo en el sentido de necesitar una pareja. Sin embargo, el Adán universal no era la forma final de la humanidad porque no podríamos elegir amar y conectarnos o abstenernos de hacerlo.
No es una coincidencia que estos dos conceptos, es decir, la libertad de elección y el de amar a un compañero igual, sean imperativos concomitantes con el proceso de conversión de Adán en “tov”. Nuestras opciones de libre elección fluyen desde nuestro sentido de individualidad. Lo que “yo” creo, necesito, quiero, deseo… todo nace de cómo concibo el quién soy “yo”. Amar a otro como un igual es el acto de expandir el “yo” para incluir a esa persona. Esta idea se captura en forma poética en el versículo “Yo soy de mi amado y mi amado es mío….” (27) La elección es esencial al amor, tal como lo destacó Ramban, porque cuando elijo amar a otro puedo entregarme sin perder mi individualidad. En palabras de:
En el amor, se produce la paradoja de que dos seres se convierten en uno y aun así siguen siendo dos. (28)
La relación que tiene un niño con sus padres también le da forma al sentido de individualidad del niño. Pero a diferencia del amor entre iguales, el amor de un niño no es una función de la elección, sino más parecida al estado humano original de du partsufim, ya que el niño no puede más que ver a sus padres como una extensión de sí mismo. A medida que el niño madura y sale de la infancia, busca una identidad independiente hasta que, en cierto punto, su sentido de la individualidad es lo suficientemente firme como para ser capaz de amar a otro sin perderse. Este es el punto del amor maduro. Esta es la forma en que podemos entender la conclusión de la historia bíblica mencionada:
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se convierten en una sola carne.
Cuando el ego de una persona es independiente del de sus padres, cuando puede estar sola, está preparada para elegir dejar de lado su independencia y amar a otro sin perder la integridad de su identidad. Hallar el amor romántico perfecto tiene como requisito previo el amarse primero a uno mismo. Sin embargo, esto es mucho más que evitar la codependencia. Hasta que no nos conozcamos y amemos a nosotros mismos, lo cual significa saber qué es lo que nos hace vibrar espiritualmente, no podremos saber quién será nuestra alma gemela.
Esto cierra el círculo y nos lleva de regreso a mi conversación con mi hermano y lo que debería haberle dicho en ese momento. Él tenía razón al decir que ni su carrera ni ningún otro elemento externo deberían obstruirle la búsqueda de su alma gemela. Sin embargo, hay algo que sí lo hace. Antes de poder encontrarla, tiene que encontrarse a sí mismo.
El rabino Micha Turtletaub ha trabajado y estudiado en una amplia gama de entornos judíos, desde el ortodoxo al secular, desde el nivel docente universitario hasta los campamentos de verano. Obtuvo su Licenciatura en literatura y un Master en literatura rabínica en la University of Judaism, Los Ángeles. Asimismo, ha estudiado durante siete años en yeshivot tradicionales de Israel, donde se ordenó rabino en 1995. Luego, el rabino Turtletaub ha trabajado en programas de extensión judaica y como docente en St. Louis, Boston y Australia. Hoy en día, el rabino Turtletaub se desempeña como Director de extensión de Kollel Beth HaTalmud en Melbourne, Australia, donde vive con su esposa Erika y su familia.
(1) Jefferson Airplane
(2) Aunque puede sonar raro traducir HaAdam como “el Adán” en lugar de “el hombre”, que es la forma más común, esta es la traducción literal y es más precisa, como veremos más adelante.
(3) The Beatles
(4) Talmud Bavli, Yevamot 63a; citado por Rashi, Génesis 2:23
(5) Tratado Chagiga 12a; también Sanhedrín 38b; Breishis Rabba ibíd.
(6) Génesis 1:26
(7) Breishis Rabba 8:3
(8) Proverbios 20:27
(9) Génesis 9:3 y Rashi al respecto.
(10) Levítico 19:18
(11) Chizkuni sobre Génesis 1:26; y Ohr HaChaim sobre Génesis 3:20
(12) Génesis 2:7
(13) Génesis 5:2
(14) Aunque he atribuido la suposición común de que Eva proviene de la costilla de Adán a la versión de la Biblia del rey James, también tiene una fuente de autoridad rabínica en la clásica traducción aramea de Onkelos (aprox. en el siglo I de la E.C.). Lo cierto es que existe una cantidad de opiniones en el Talmud respecto de la creación original de Adán y Eva.
(15) Tratado Brachos 61a; y Yevamos 63a.
(16) Midrash Breishis Rabba 8:1
(17) Rashi = Rabbi Shlomo Yitzchaki, 1040-1105 E.C.
(18) Ramban es el acrónimo de Rabbi Moshe ben Nahman Gerondi (1194 -1270 E.C.), también conocido como Nachmanidies. Consulte también su comentario sobre Génesis 2:18
(19) Aunque Rashi da aquí una segunda explicación que no se basa en el Midrash, repite una vez más la opinión midráshica en su comentario sobre el versículo 2:21
(20) Salmos 139:5 Mi traducción sigue la intención de drosho del rabino, que entiende que la palabra hebrea tzartani en este contexto significa “formado”, a diferencia de “atormentado” o “limitado.” Así lo entienden también el Midrash Breishis Rabba 8:1 citado antes y Rashi en relación con Brachos 61a. Sin embargo, en Chagiga 12a y Sanhedrín 38b, el Talmud parece usar la palabra en su forma simple, implicando que la formación “de adelante y de atrás” fue en sí misma un acto divino que limitó a Adán. Consulte Rashi sobre Sanhedrín al respecto. Sin embargo, las sutilezas de este tema exceden el alcance de mi artículo.
(21) El comentario de Rashi aquí es instructivo: “Si es meritorio, ella lo ayudará. Pero si no lo es, ¡luchará contra él!”
(22) Three Dog Night
(23) Comentario de Ramban sobre la Torá, Génesis 1:4
(24) Ramban, en su comentario sobre Génesis 1:1, expresa que esta energía o materia primaria se denominaba “heyuli” en griego antiguo.
(25) Comentario sobre Génesis 2:18
(26) Ramban, ibid. 2:18
(27) Cantar de los cantares 6:3
(28) Erich Fromm, El arte de amar p 19 (Harper & Row)
domingo, 19 de octubre de 2008
sábado, 4 de octubre de 2008
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